¿Quién utiliza la geopolítica?
La pregunta de quién utiliza la geopolítica guarda una indiscutible relación con aquella otra pregunta que plantea el interrogante de quién estudia la geopolítica. A decir verdad esta última contestaría en gran medida la primera. Sin embargo, entendemos que cuando nos preguntamos quién utiliza la geopolítica estamos al mismo tiempo preguntándonos con qué fin es utilizada por aquellos que están interesados en este ámbito de conocimiento. Por este motivo se trata de una pregunta que pone el acento en la dimensión práctica de la geopolítica.
La geopolítica se encarga, por un lado, de analizar las relaciones entre el espacio geográfico y las relaciones de poder, especialmente las relaciones de poder en el plano político, para ponerlas en conexión con su desarrollo a lo largo de la historia. Mientras que por otro lado se ocupa de informar con las conclusiones de sus análisis a quienes toman las decisiones estratégicas a la hora de organizar el espacio. Todo esto nos conduce a afirmar que la geopolítica, en lo más fundamental, es utilizada por aquellos actores que disponen de la capacidad para tomar decisiones importantes para una organización, institución o país.
Lo anterior viene a dejar claro un rasgo de la geopolítica, y es que esta es utilizada por lo general por gente poderosa, en la medida en que entendemos por poderosa aquellas personas que ocupan una posición de mando en instituciones, organizaciones, países, grupos sociales, etc. La razón de que esto sea así es bastante obvia en la medida en que el poder, en las múltiples formas que adopta, requiere de un espacio propio en el que existir y desarrollarse, lo que encuentra su plasmación en la organización de dicho espacio con la articulación geográfica de las relaciones de dominación que conlleva.
Entonces, la indudable vinculación de la geopolítica al poder, lo que es muy evidente si estudiamos sus orígenes y desarrollo histórico, nos lleva a identificar a aquellos que la utilizan al ser parte de su práctica cotidiana, es decir, de su quehacer diario en las actividades en las que se encuentran inmersos. Por tanto, al considerar la geopolítica una práctica inserta en el ejercicio y desarrollo de las relaciones de poder, de aquellos que, por así decirlo, lo poseen, no nos queda más remedio que referirnos, en primer lugar, a los altos funcionarios de los diferentes departamentos ministeriales del Estado, y más concretamente a aquellos que se encargan de tomar las decisiones estratégicas que afectan de un modo determinante al desarrollo histórico del conjunto de un país.
Podríamos englobar a los que utilizan la geopolítica en el marco del Estado bajo el término de estadistas. El uso de la geopolítica se debe no sólo a la información que sus análisis son capaces de proveer, sino sobre todo por el simple hecho de que esta forma parte del ejercicio de sus funciones, y consecuentemente de su quehacer diario. Especialmente mandos militares y el cuerpo diplomático son los estamentos del poder estatal que más utilizan la geopolítica. En el caso de los militares no son nada desdeñables las implicaciones que tienen ciertas decisiones estratégicas que son tomadas al más alto nivel, cuyos efectos se plasman en la organización del espacio geográfico del Estado, lo que es debido a exigencias relacionadas con la defensa y la seguridad nacional. El cuerpo diplomático, en cambio, centra su actividad en la gestión de los asuntos exteriores del Estado en su labor de interlocución, representación y negociación, lo que implica la organización y reorganización de las relaciones internacionales del país, y consecuentemente la permanente modificación de la posición que ocupa en el escenario político mundial.
En otro lugar nos encontramos a diferentes mandos funcionariales que en su práctica cotidiana toman decisiones que tienen un componente geopolítico indiscutible, sobre todo en lo que afecta a la organización territorial del propio Estado con la articulación de su poder infraestructural.[1] En lo que a esto respecta es preciso constatar que los efectos geopolíticos de la actividad de estos altos funcionarios no puede ser circunscrita a un ámbito específico, sino que el conjunto del aparato burocrático estatal en la formulación, diseño y ejecución de sus políticas se desenvuelve en permanente relación con el espacio geográfico que conforma su jurisdicción. Por este motivo todos los departamentos ministeriales, de un modo u otro, desarrollan actividades que tienen consecuencias geopolíticas al implicar la permanente organización y reorganización del espacio conforme a las necesidades del Estado.
Todo lo antes expuesto se enmarca en nuestra particular manera de entender la geopolítica como un conjunto de prácticas que están presentes en la diplomacia, la política (exterior e interior) y la guerra, de forma que aquellos actores que la utilizan son los antes indicados: mandos militares, cuerpo de diplomáticos y altos funcionarios de los diferentes ministerios. Pero cabría añadir, también, a los mandos de los servicios de inteligencia, pues al desempeñar una función crítica en el entramado de la seguridad nacional del Estado no sólo requieren utilizar la geopolítica como instrumento de análisis, y por ello como herramienta para identificar las principales amenazas, tanto interiores como exteriores. Además de informar las decisiones que a nivel estratégico son tomadas en este ámbito, la geopolítica constituye igualmente parte de la actividad de los mandos de las principales agencias de inteligencia, sobre todo en la medida en que articulan las relaciones exteriores del Estado al identificar a aliados, enemigos y posibles vulnerabilidades en el complejo contexto internacional.
En otro lugar nos encontramos con que el poder mediático, representado por los principales medios de comunicación, también utiliza la geopolítica. Al igual que en los casos anteriores la emplea de dos maneras diferentes. Por un lado como instrumento de análisis para entender la realidad. No son nada desdeñables las aportaciones hechas a la geopolítica en el plano teórico por algunos periodistas de relieve como pueden ser, por ejemplo, Robert Kaplan o Tim Marshall. De hecho podemos decir que la geopolítica es un elemento importante en la comprensión de la realidad internacional que algunos periodistas bien informados no dudan en utilizar. Pero de la misma manera que los periodistas utilizan la geopolítica para entender el mundo en el que vivimos, también se encargan de elaborar representaciones geopolíticas de ese mismo mundo. Y aquí es donde entran en juego los relatos geopolíticos y el imaginario que se genera en torno a ellos, y de los que la geopolítica crítica, con sus análisis discursivos, da la debida cuenta. Si bien es cierto que la creación de estos relatos no corresponde de forma exclusiva a la prensa, sino que en su elaboración también intervienen los actores antes mencionados.
En otro lugar no puede ser pasado por alto el uso que hacen los jefes ejecutivos de las empresas, debido a que su actividad, además de entrañar la existencia de una serie de relaciones de poder, es desplegada sobre el espacio geográfico y está sujeta a las leyes de la jurisdicción o jurisdicciones en las que se desenvuelve. En este sentido la geopolítica forma parte de la acción empresarial, especialmente cuando esta se desarrolla a escala internacional, pues los procesos decisorios no pueden prescindir de los condicionantes que establece el medio geopolítico. Pero igualmente las empresas desempeñan una función activa en la organización y reorganización del espacio en sus respectivos ámbitos y sectores económicos. No por casualidad nos vemos obligados a hablar de la existencia de centros comerciales, económicos y financieros, así como de rutas comerciales, sin olvidar, tampoco, la existencia de puntos estratégicamente ubicados para el acceso y control de mercados que, también, se localizan en sitios concretos. Pero juntamente con todo esto la geopolítica es, además, un instrumento de análisis que cada vez es más tenido en cuenta en el mundo corporativo a la hora de informar las decisiones, y cuya importancia es fundamental tanto a la hora de formular los intereses como de diseñar las estrategias de las compañías.
Por último no podemos dejar de señalar que pese a que la geopolítica tradicionalmente ha estado unida al poder, y en general a los poderosos, ello no quiere decir que únicamente pueda ser empleada por estos actores. En lo que a esto respecta cabe decir que, de igual manera que la política, la geopolítica es neutra debido a que admite ser empleada por cualquiera y, por tanto, ser puesta al servicio de cualquier tipo de proyecto. Su carácter instrumental hacen de ella una herramienta útil que tiene la particularidad de brindar una perspectiva geográfica de las implicaciones que los fenómenos políticos y sociales tienen en la organización del espacio.
Por tanto, la geopolítica bien puede ser empleada por quienes quieren resistir de alguna manera al poder, o que directamente persiguen la subversión del orden establecido. Aunque la geopolítica no suele formar parte de los análisis de quienes tratan de resistir al poder, debido sobre todo a su perspectiva eminentemente ideológica de la realidad, lo cierto es que en numerosas ocasiones sus actividades, de una manera casi instintiva, son desarrolladas de acuerdo a las limitaciones que impone el medio geopolítico. Además de esto muchas de las decisiones tomadas en el seno de movimientos sociales, ONG’s, sindicatos, asociaciones, etc., suelen tener en cuenta el papel condicionante del medio geográfico en el que se desenvuelven y sobre el que despliegan su actividad.
[1] Nos valemos aquí de esta expresión de poder infraestructural acuñada en su momento por el sociólogo británico Michael Mann. La utilizamos en el mismo sentido en el que la empleó él en su momento, como poder del Estado para organizar y que se refleja en su propia estructura organizativa que penetra al conjunto de la sociedad. Mann, Michael, Las fuentes del poder social, Madrid, Alianza, 1997, Vol. 2, p. 90
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