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¿Para qué sirve la geopolítica?



Con la pregunta que encabeza este artículo trataremos de dar respuesta a una cuestión fundamental para la geopolítica que no es otra que la de dilucidar su objeto de estudio. En gran parte este asunto se superpone con el debate que históricamente ha existido en torno a las diferencias entre la geografía política y la geopolítica. Sin embargo, aquí intentaremos ofrecer un punto de vista más práctico y mucho menos teórico, sin por ello obviar el trasfondo intelectual que lo caracteriza.


Así pues, en primer lugar hay que señalar que casi desde el principio de la geopolítica cada autor arrojó su personal perspectiva acerca de la finalidad de la geopolítica. No hay que olvidar que la geopolítica como tal es deudora del conocimiento geográfico, y que en la geografía también se han producido debates en torno a su objeto de estudio. En este sentido resulta bastante clarificador lo apuntado por Yves Lacoste en su momento al afirmar que la geografía es, primero y antes que nada, un instrumento para preparar y hacer la guerra.[1] El desarrollo del conocimiento geográfico, por tanto, ha seguido un claro propósito al constituir el instrumento a través del que el Estado se ha valido para la ordenación de su espacio y su posterior territorialización, todo ello con vistas a garantizar su seguridad interior y defensa exterior.


La geografía, tanto en su origen como en su desarrollo, ha estado íntimamente ligada a las actividades del Estado, y consecuentemente a la administración de la dominación en su labor organizadora del espacio geográfico. No es casualidad, entonces, que en el s. XIX los principales geógrafos del momento, sobre todo alemanes, desarrollasen sus respectivas investigaciones en el marco del proyecto de construcción nacional de Alemania. Tal es así, que Friedrich Ratzel, máximo exponente de la geografía alemana de su tiempo, sirvió al naciente Estado alemán al encargarse de formular sus necesidades e intereses en términos geopolíticos, y con ello rediseñar la política imperialista del II Reich conforme a sus condiciones geográficas. De hecho, los postulados geográficos de Ratzel sirvieron en lo más fundamental para justificar el expansionismo alemán en el mundo, y por ello la defensa del crecimiento del poder del Estado en la esfera internacional.


La geografía fue, entonces, una ciencia de Estado, y lo sigue siendo, lo que la diferencia de la denominada geografía de los profesores de la que habló Lacoste, marcada por su carácter descriptivo. Por esto mismo la geopolítica, desde el principio, sirvió también al Estado hasta el punto de que algunos autores destacados de la Geopolitik, como es el caso de Karl Haushofer y sus colegas de la revista Zeitschrift für Geopolitik, llegaron a definirla como la conciencia geográfica del Estado.[2] Desde luego no puede negarse que la geopolítica no sólo fuese, sino que sobre todo todavía siga siendo, un instrumento al servicio del Estado en la medida en que sus análisis informan a aquellos que se encargan de formular, diseñar y ejecutar la política del Estado tanto en la esfera doméstica como en la internacional. Por tanto, desde un punto de vista analítico la geopolítica sirve como herramienta a la hora de orientar la actividad que desarrolla el Estado, sobre todo en la medida en que contribuye a formular en términos geográficos sus intereses y por ello a adaptar su política a las condiciones geográficas en las que se desenvuelve.


En consonancia con lo antes expuesto cabe decir que la geopolítica práctica tiene como principal función definir los intereses del Estado, identificar amenazas y formular las políticas adecuadas tanto para satisfacer los intereses del Estado como para contener las posibles amenazas.[3] En este mismo sentido se han pronunciado diferentes autores a la hora de explicar el modo en el que entienden la geopolítica. Por ejemplo, Norbert Krebs entendía que la geopolítica tiene un carácter práctico que hacía que considerase que el trabajo desempeñado por los geopolíticos fuese una contribución a la política.


Asimismo, Ladis Kristof concebía la geopolítica como una disciplina dinámica debido a las incitaciones a la acción que plantea con las sugerencias y consideraciones que presenta ante los gobernantes. Esto es lo que ha hecho de ella una especie de ciencia de Estado que asesora a las élites a la hora de emprender acciones en la esfera internacional.[4]

Igualmente Siegfried Passarge no dudó en afirmar que la geopolítica se ocupa de postular una política estatal en consonancia con los vínculos geográficos de la propia política, lo que muestra una vez más el carácter práctico y dinámico de este ámbito de conocimiento cuya aplicación se refleja en los niveles decisorios más importantes a la hora de dirigir el comportamiento del Estado, y sobre todo de formular sus intereses en términos geográficos.[5]


Otto Maull también subrayó el carácter dinámico que le atribuía a la geopolítica en relación a las necesidades del Estado. La geopolítica pone la geografía al servicio de una política con noción del espacio, lo que hace que dedique su atención a cuestiones relacionadas con el futuro, y sobre todo de orden práctico.[6] De esta forma la geopolítica busca ofrecer una guía para la política práctica a partir de sus propios análisis en los que manifiesta y dilucida las relaciones que existen entre geografía y política.


Otro autor que destacó la dimensión práctica de la geopolítica, y que igualmente puso de relieve su utilidad, fue Arthur Dix. Para Dix la geopolítica tiene un sentido político al encargarse de examinar y resolver los dilemas que se plantean en la esfera internacional, lo que indudablemente le confiere un profundo carácter práctico. Esto es lo que hace que la geopolítica no se limite únicamente a ser un campo de conocimiento específico, o un simple instrumento de análisis, sino que también sea una guía para la política del Estado.


Incluso en tiempos más actuales encontramos a Francis P. Sempa, quien destacó la importancia de la geopolítica en la formación de futuros líderes para dotarles de su correspondiente sentido geográfico para el gobierno de grandes potencias, aspecto que se ha descuidado bastante debido, en parte, a la declinación de las políticas de poder, además de otros aspectos de orden coyuntural e histórico. No sin razón muchos geopolíticas consideran que la geopolítica es una herramienta fundamental para preparar tanto al investigador como al estadista para el arte de la política y de la estrategia, lo que refleja su marcado carácter activo al estar orientada hacia la propia acción política.[7]


No sin razón la geopolítica ha llegado a ser considerada una técnica política al proporcionar las bases para los proyectos de las estrategias políticas de los Estados. Esto no hace sino poner de manifiesto la utilidad práctica de esta herramienta, y el sentido con el que ha sido utilizada a lo largo de la historia. No es casualidad, entonces, que los principales beneficiarios de las conclusiones extraídas por la geopolítica sean los gobernantes y los estadistas, de manera que sirve como guía para formular estrategias, orientar políticas y organizar la defensa y seguridad del Estado. Cualquier intento de estudiar las relaciones internacionales o la política exterior de los Estados será del todo incompleto si no incluye los análisis y las conclusiones de la geopolítica.


Así pues, la utilidad de la geopolítica se refleja en dos niveles diferentes. Por un lado en el plano analítico al ofrecer conclusiones que informan a los estadistas a la hora de tomar decisiones estratégicas y de conducir la política del Estado. Y por otro lado en el plano práctico, en la medida en que la geopolítica forma parte de un conjunto de prácticas orientadas a organizar el espacio conforme a los condicionantes geográficos del Estado. En lo que a esto respecta cabe señalar que la geopolítica puede ser conceptualizada como un conjunto de prácticas insertas en la política (doméstica e internacional), en la diplomacia y en la guerra. Todo esto deja claro que la geopolítica, al menos en términos históricos, ha tenido y continúa teniendo una utilidad muy real en relación a las exigencias y necesidades del poder político, y más concretamente del Estado.


Sin embargo, es importante matizar que lo hasta ahora expuesto refleja un único aspecto de la utilidad de la geopolítica que está relacionado con la principal actividad a la que ha estado asociada, esto es, la política de poder del Estado a la hora de organizar su dominación en su esfera doméstica y en la arena internacional. Pero lo cierto es que la geopolítica es una herramienta más, lo que queda patente en el plano analítico y práctico al ser de utilidad en otras esferas, pues implica la existencia de un proceso dialéctico en el que teoría y práctica van juntas. En este sentido la geopolítica analiza las relaciones de diferentes fenómenos políticos y sociales con las condiciones geográficas en las que se desarrollan, para acto seguido informar de sus conclusiones a quienes toman decisiones en diferentes ámbitos para la adaptación de estas mismas a esas condiciones geográficas en las que se ven obligados a operar.


Con lo anterior simplemente queremos señalar que la utilidad de la geopolítica no se circunscribe única y exclusivamente a la política de poder de los Estados, ni tan siquiera al Estado como institución, sino que esta es capaz de ofrecer herramientas útiles en el plano analítico para formular los intereses de un individuo, de una organización o incluso de un movimiento social en términos geográficos, así como para diseñar y ejecutar estrategias que están en consonancia con las condiciones que establece el medio geográfico. En lo que a esto se refiere la geopolítica bien puede ser utilizada por diferentes actores para salvaguardar y desarrollar sus particulares intereses. Una empresa a la hora de determinar su expansión e implantación en un determinado mercado; a la hora de elegir dónde, cuánto y cuándo invertir; a la hora de establecer la distribución geográfica de sus puntos de producción y distribución; cuando tiene que determinar su política de contratación; o simplemente cuando tiene que elegir la jurisdicción que le resulta más favorable. En este tipo de situaciones la geopolítica informa sobre las diferentes alternativas disponibles a partir de su análisis del medio geopolítico en el que dicha empresa se ve obligada a desenvolverse.


Lo anterior es, asimismo, aplicable a otros actores como movimientos sociales, organizaciones del más diverso tipo como sindicatos, fundaciones, ONG’s, etc., pero también individuos. En todos estos casos la necesidad de adaptarse al medio geográfico y, al mismo tiempo, adaptar dicho medio a las necesidades propias, es lo que hace que la geopolítica sea de utilidad a la hora de ofrecer una perspectiva no sólo diferente sino, sobre todo, imprescindible.


Nada ni nadie puede ser desvinculado del espacio que ocupa y en el que se mueve, pues ser es ser en alguna parte, con lo que las decisiones necesitan ser tomadas en conformidad con los condicionantes que establece el espacio geográfico. Esto es lo que permite explicar, a su vez, la red de relaciones de poder que organizan el espacio, pues ese es en el fondo el objeto de estudio de la geopolítica en el plano analítico al ocuparse de dilucidar la manera en que dichas relaciones se proyectan en el espacio. Relaciones que, cabe añadir, también son el objeto de su práctica, en la medida en que estas son articuladas y desplegadas sobre el espacio, produciendo así una compleja retícula de poderes que lo organizan como resultado de su permanente confrontación.


En conclusión, la geopolítica sirve tanto para entender las relaciones de poder en su desenvolvimiento en el espacio como para orientar dichas relaciones a través de infinidad de prácticas que, como hemos apuntado, tienen su reflejo en el modo en el que es organizado el espacio. Por este motivo teoría y práctica van de la mano, de forma que la una no puede ser concebida sin la otra.

[1] Lacoste, Yves, La geografía: un arma para la guerra, Barcelona, Anagrama, 1977

[2] Haushofer, Karl, Erich Obst, Hermann Lautensach y Otto Maull, Bausteine zur Geopolitik, Berlín, Kurt Vowinckel Verlag, 1928, p. 27

[3] O’Loughlin, John y Herman van der Wusten, “The Political Geography of Panregions” en Geographical Review Vol. 80, Nº 1, 1990, p. 1. Taylor, Peter J., Britain and the Cold War. 1945 as Geopolitical Transition, Londres, Pinter, 1990, pp. 1-5

[4] Kristof, Ladis K. D., “The Origins and Evolution of Geopolitics” en The Journal of Conflict Resolution Vol. 4, Nº 1, 1960, pp. 15-51

[5] Passarge, Siegfried, “Die große geopolitische Gefahrenzone Europas und ihre Raumbedingtheit” en Zeitschrift für Geopolitik Vol. 13, Nº 3, 1936, pp. 137-145

[6] Maull, Otto, Das Wesen der Geopolitik, Leipzig, Teubner, 1936, p. 31

[7] Sempa, Francis P., Geopolitics: from the Cold War to the 21st century, Canadá, Transaction Publishers, 2002, pp. 103-108

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