top of page
Foto del escritorGeopolitK

Geografía política y geopolítica



Existe la tendencia a identificar la geopolítica con la geografía política, hasta el punto de que en ocasiones son consideradas lo mismo. Sin embargo, es importante y necesario realizar algunas matizaciones sobre esta cuestión para poner de manifiesto algunas discrepancias que existen en torno a esta identificación, algo que es importante hacer de cara a identificar el ámbito de conocimiento específico de la geopolítica. Inevitablemente esto nos conducirá a abordar un debate complejo en el que se mezclan diferencias intelectuales, luchas de poder y la propia evolución histórica de estos conceptos en su uso en el marco de las ciencias sociales.


En este artículo intentaremos dilucidar las diferencias que existen entre la geografía política y la geopolítica a partir de lo dicho al respecto por diferentes autores, lo que nos llevará a tomar en cuenta distintos puntos de vista que existen acerca de esta cuestión. Todo esto nos permitirá disponer de una imagen amplia no sólo de la complejidad que rodea la distinción de estos conceptos, sino también de sus respectivos campos de estudio y el modo en el que abordan la realidad respectivamente.


Así, en primer lugar cabría adelantar que existen en general cinco maneras diferentes de considerar la geopolítica en relación a la geografía política. En unos casos es vista como una disciplina independiente con entidad propia, mientras que en otras ocasiones es considerada una subdisciplina de la geografía. En otro lugar nos encontramos con aquellas posturas que defienden que la geopolítica es una subdisciplina de la ciencia política. Pero tampoco faltan las posturas de aquellos que consideran que geografía política y geopolítica son lo mismo, y que por ello no dudan en utilizar ambos conceptos de forma indistinta. Y por último están quienes ven la geopolítica como un subproducto negativo de la propia geografía política. Por esta razón conviene destacar los principales puntos de vista que existen sobre esta controvertida relación entre la geopolítica y la geografía política. Aunque, como tendremos ocasión de comprobar, estas divergencias en torno a la adscripción de la geopolítica a un determinado ámbito de conocimiento se mezclan y superponen, a su vez, con otros debates de carácter ontológico de los que son dependientes en última instancia.

Las principales polémicas en torno a la distinción de la geografía política y de la geopolítica

Quienes definen la geopolítica en términos negativos están aquellos que la consideran esencialmente como instrumento político para diseñar y legitimar la política exterior de los Estados, y que es vinculada a las tendencias expansionistas de las potencias. De esta forma la geopolítica tiene como principal propósito facilitar al Estado la maximización de su poder sobre el espacio, lo que está íntimamente unido a una concepción de la esfera internacional en la que esta es vista como un escenario competitivo y hostil, siendo la geopolítica la herramienta conceptual dirigida a garantizar la seguridad del Estado mediante la consecución de una posición dominante frente a sus rivales. Como puede comprobarse se trata de un punto de vista que reviste a la geopolítica de unas claras connotaciones realistas, a la que acompañan distintas oposiciones binarias en el terreno de la identidad, como es un nosotros frente a un ellos, pero igualmente en el ámbito del poder entre potencias marítimas y continentales para ofrecer representaciones de la realidad internacional que destacan por su simplicidad.[1]


En línea con lo anterior nos encontramos con diferentes autores, pero de manera especial aquellos que emergieron dentro de la escuela francesa de geografía política, y más concretamente los discípulos de Vidal de la Blache. Según su punto de vista la geografía política tiene en cuenta la diversidad de la organización política del territorio desde un prisma tanto geográfico como histórico, lo que constituye el centro de su atención. Esto se debe a su manera de considerar el Estado como una realidad contingente influida por múltiples fenómenos ligados a la geografía humana como, por ejemplo, las ciudades, el comercio, la agricultura, etc. La geopolítica, en cambio, según estos autores, negaría esta diversidad al justificar el crecimiento territorial con la formación de grandes Estados a costa de los más pequeños.[2] Sin duda se trata de una perspectiva que hace una valoración negativa de la geopolítica, y que imperó durante largo tiempo en el campo de las ciencias sociales, aunque no tanto por razones de orden intelectual como las que acabamos de exponer como por motivos de carácter histórico e internacional derivados de la Segunda Guerra Mundial.


Lo anterior no hace sino mostrarnos que el surgimiento de la geopolítica fue polémico desde sus mismos orígenes debido a su controvertida relación con la geografía política, lo que hizo que se produjeran diferentes intentos de desvincular a esta última de la primera. Este es el caso, por ejemplo, de Isaiah Bowman, geógrafo americano que en muchos aspectos se mostró coincidente con lo afirmado por la escuela francesa de geografía política. En lo que a esto se refiere también afirmó que la geopolítica era un instrumento de los Estados para conseguir sus particulares objetivos en la arena internacional. Por el contrario, Bowman no dudó en utilizar la ciencia como elemento legitimador al afirmar que la geografía política es objetiva y neutra en contraposición a la “crudamente parcial” geopolítica que únicamente obedece al interés de los Estados.[3]


Como rápidamente puede deducirse de todo esto la definición de geografía política y geopolítica a la hora de diferenciarlas como conceptos dispares se inscribe en el marco de una lucha de poder. Una lucha de poder tanto en el terreno intelectual como en el ámbito político de la lucha entre potencias que se desenvolvió durante la primera mitad del s. XX. Por tanto, detrás de los debates iniciales que marcaron el devenir de la geopolítica y de la geografía política nos encontramos con un contexto en el que diferentes autores y escuelas de pensamiento utilizaban la ciencia, y la pretendida objetividad y neutralidad que atribuían a esta, para legitimar y defender sus correspondientes postulados intelectuales que, a su vez, se correspondían con los intereses de los Estados a los que normalmente estos mismos autores representaban en el ámbito académico.


Asimismo, están los autores que desde el mismo momento de la aparición del vocablo geopolítica comenzaron a utilizarlo para referirse a la geografía política por simple comodidad expositiva, lo que fue algo muy común entre los publicistas. No hay que olvidar que desde el principio de la difusión de la geopolítica se produjo una gran confusión entre ella y la geografía política, de tal modo que entonces, y aún hoy, los autores solían referirse a distintos problemas geográficos y políticos utilizando para ello de forma indistinta ambos términos. Un ejemplo de esto son los geógrafos alemanes Walther Vogel y Robert Sieger que en 1926 dictaminaron que la geografía política y la geopolítica eran la misma e idéntica cosa. A finales de la década de 1940 en EEUU había algunos autores que tampoco veían diferencia alguna entre la geografía política y la geopolítica, como es el caso de George Renner quien llegó a afirmar lo siguiente: “Geopolitics may be regarded as a shortened designation for political geography”.[4]


En otro lugar están las tres perspectivas restantes que consideran la geopolítica bien una rama de la geografía política, una subdisciplina de la geopolítica o, por el contrario, una disciplina con entidad propia. Esta disparidad en los puntos de vista se explican sobre todo por el modo de concebir la geografía política y la geopolítica, que en el fondo es el meollo de la cuestión y no tanto la adscripción que le corresponda a la geopolítica como tal, y que en la mayoría de los casos ocupó un lugar secundario para los diferentes autores que tomaron parte en estos debates.

Diferencias ontológicas

Cabe decir que las diferencias entre los distintos planteamientos que marcaron el debate acerca de qué son la geografía política y la geopolítica respectivamente tiene una base ontológica, es decir, su fundamento se encuentra en los distintos modos de abordar y de entender la realidad. En este sentido destacan aquellos intelectuales que afirman que la geografía política se ocupa de desarrollar análisis estáticos de la realidad, y que por ello sus conclusiones se asemejan a una instantánea fotográfica de un momento concreto en una circunstancia espacial determinada. La geopolítica, por el contrario, es más bien la cinta cinematográfica del mismo proceso general. Esto es, por lo menos, lo afirmado por Richard Hennig en 1925, y que es un punto de vista que ha dejado una poderosa impronta en las posteriores conceptualizaciones de la geopolítica y de la geografía política.[5]


En la línea de lo dicho por Hennig encontramos a autores diferentes como Jaime Vicens Vives, Adolf Grabowsky o Ladis Kristof entre otros, quienes entendían que la geopolítica tiene un carácter dinámico en sus análisis. Todos estos autores relacionaron la historia con la configuración política del espacio geográfico, y afirmaron que la geopolítica centra su atención en los cambios históricos en el modo en el que se organiza políticamente el medio geográfico. En este sentido también cabe incluir lo dicho por Arthur Dix, quien consideraba que la geografía política es esencialmente descriptiva, mientras que la geopolítica es fruto de lo que calificó como un jardín vecino que únicamente podía ser incorporado en el árbol de la geografía como un injerto. Sin embargo, a diferencia de los autores anteriores, Dix consideraba la geopolítica en términos prácticos al ocuparse de examinar y resolver los dilemas que se plantean en la esfera internacional. Esto es lo que a su parecer hace de la geopolítica un campo específico diferenciado de los demás.


En sintonía con lo dicho por Dix también está Otto Maull. Este autor alemán enfatizó la naturaleza práctica de la geopolítica al afirmar que los geopolíticos son los médicos o ingenieros de los Estados, de tal forma que en su condición de médicos se ocupan de mantener la salud de las formaciones políticas en función de las enseñanzas de la geopolítica.[6] Pero a diferencia de los autores precedentes Maull consideraba que la geopolítica es una subdisciplina dentro de la geografía política. Consecuentemente para Maull la geopolítica tiene su base en la geografía política y no en la ciencia política. Mientras la geografía política estudia el Estado como un fenómeno de la naturaleza, es decir, de su ubicación, tamaño, forma o fronteras, la geopolítica, en cambio, estudia el Estado en su relación con su entorno al mismo tiempo que intenta resolver todos los problemas que se derivan de las relaciones del espacio. Así, la geopolítica es dinámica no en virtud de la relación que pueda establecerse entre los cambios políticos y el medio geográfico, sino por las necesidades del Estado, pues la geografía política centra su atención en las condiciones geográficas de este.[7] Por tanto, la geopolítica es entendida como una disciplina que evalúa y sopesa una situación dada, y a partir de sus conclusiones busca ofrecer una guía práctica a la política del Estado.


En esta misma línea que Maull también se manifestó Johannes Mattern que también concebía la geografía política en términos descriptivos, como un ámbito en el que los análisis se centran en dilucidar la influencia del medio geográfico sobre el Estado. Por el contrario, la geopolítica se ocupa de establecer la guía en función de la que debe ser conducida la política del Estado en consonancia con las condiciones geográficas en las que se desenvuelve.[8] Esto, a su vez, guarda cierta relación con lo dicho por uno de los máximos exponentes de la geopolítica alemana, Karl Haushofer, quien también diferenció geografía política y geopolítica al afirmar que la geografía política se encarga de abordar la configuración geográfica del poder estatal, mientras que la geopolítica la entendía como una ciencia de las formas de vida política que estudia su transformación a lo largo de la historia en su vinculación con el medio ambiente en el que operan.


Un punto de vista discordante con la mayor parte de lo expuesto hasta ahora es el de Norbert Krebs, quien cuestionó la distinción hecha por los pensadores geopolíticos entre un supuesto enfoque dinámico de la geopolítica y una descripción estática propia de la geografía política tradicional. Consideraba que el planteamiento sostenido por los autores anteriores es equivocado en su manera de entender la investigación científica. Así, según Krebs toda ciencia por definición estudia el desarrollo y la transformación. Por tanto, toda ciencia es por sí misma dinámica, y no por el hecho de que tenga un carácter práctico que en este caso se deriva de su contribución a la política.[9]

Distinciones disciplinares

Otra manera de diferenciar la geografía política de la geopolítica es aquella que se basa en los orígenes mismos de la geografía política. De este modo la geografía política es habitualmente considerada una hija legítima de la geografía humana. Ambas abordan la interrelación que se da entre el ser humano y la tierra, tratan de explicar las influencias del mundo físico en la sociedad humana además de las limitaciones que el entorno geográfico impone a las actividades humanas, y ambas abordan también las diversas manifestaciones de la simbiosis que existe entre la naturaleza y el ser humano. Los patrones de vida que se dan en dicha simbiosis constituyen el objeto de atención de la geografía humana. Pero la geografía política constituye una subdisciplina en el seno de la geografía humana dirigida a analizar un aspecto particular de la relación entre el ser humano y el medio geográfico. Mientras la geografía humana es más amplia al centrarse en el estudio de la sociedad humana en relación al contexto geográfico en el que se ubica y desenvuelve,[10] la geografía política estudia la relación que existe entre los factores geográficos y las entidades políticas.


Cuando las influencias de la organización humana del espacio, así como de la cultura y la historia, sobre los patrones geográficos están relacionados con las organizaciones políticas nos encontramos en el campo de la geografía política. Si la geografía física tiene como unidad de análisis las regiones naturales, la geografía política, por el contrario, tiene como unidades de análisis los Estados y las naciones. Por tanto, el objetivo principal de la geografía política es determinar cómo estas organizaciones humanas son influidas por y ajustadas a las condiciones que establece la geografía física, y cómo estos factores afectan a las relaciones internacionales.[11]


Un punto de vista que guarda muchas semejanzas con el anterior es el adoptado por Jorge Atencio, quien se basó en la división de la geografía hecha por el geógrafo estadounidense Richard Hartshorne, de forma que diferencia entre la geografía de los fenómenos naturales por un lado y la geografía de los fenómenos culturales por otro.[12] Por tanto, en el ámbito de los fenómenos naturales encontramos la denominada geografía física, así como la de los suelos, la biológica, etc., mientras que en el ámbito de los fenómenos culturales están la geografía cultural, la social, la económica y finalmente la geografía política. En contraposición a estas subdisciplinas Atencio señaló la especialización que ha tenido lugar en otros ámbitos del saber con la aparición de nuevas ciencias que no podían ser consideradas ni ciencias sistemáticas ni ciencias estrictamente geográficas, lo que hizo que fueran denominadas genéricamente geociencias. Entre ellas ubica a la geopolítica. Entonces, la geopolítica es una ciencia que por su base geográfica es considerada una geociencia, y que por su finalidad está relacionada con la ciencia política. De aquí se deriva su distinción de la geografía política. Si la finalidad de la geopolítica es el estudio de las relaciones existentes entre la tierra y las instituciones y vida políticas, la de la geografía política, en cambio, es el estudio de las divisiones convencionales de la superficie terrestre.[13]


En la misma línea tan frecuente entre los militares sudamericanos de alto rango está, a su vez, lo comentado por Augusto Pinochet, quien se mostró coincidente en lo más esencial con Atencio. En lo que a esto se refiere también incidió en la clasificación de la geopolítica como una subdisciplina perteneciente a las ciencias políticas, mientras que la geografía política es una rama de la geografía. Aunque en el caso de este militar chileno hay que destacar que su punto de vista estuvo influido por el pensamiento de Rudolf Kjellén, y en general por la geopolítica alemana, lo que dicho sea de paso estaba en sintonía con sus posturas políticas conservadoras. Desde este punto de vista afirmó que la geografía política únicamente investiga las condiciones humanas y terrestres, mientras que la geopolítica aborda la cuestión dinámica del desarrollo del Estado. Esto le condujo a concluir que la geografía política estudia y describe la estructura del Estado en su correspondiente escenario geográfico, y la geopolítica, por el contrario, va más allá al interpretar el significado de la tierra y al aspirar a predecir el futuro.[14]


No hay que olvidar que al fin y al cabo la geopolítica como tal tiene su origen en la ciencia política, pues Kjellén, quien acuñó el concepto, la concibió como una manera diferente de abordar el estudio de las instituciones políticas, y más concretamente el estudio del Estado. De hecho, Kjellén entendía que la principal función de la geopolítica son sus esfuerzos “a la mejor comprensión del ser del Estado, mientras que la Geografía Política estudia la Tierra como morada de las poblaciones humanas en sus relaciones con las demás propiedades de aquélla”.[15] Esta es una concepción de la geopolítica que ha contado con sus respectivos partidarios. Este es el caso de Clokie en 1944, quien en una publicación académica canadiense no dudó en afirmar que la ciencia política era la que podía superar las carencias tanto de los geógrafos en su comprensión de los problemas políticos internacionales como de la propia geopolítica en su intento de ser una disciplina para los estadistas, y por tanto para la conducción de la alta política.[16]


Sin embargo, la vinculación de la geopolítica con las pretensiones imperialistas y expansionistas de Alemania que condujeron a la Segunda Guerra Mundial, y su instrumentalización como herramienta teórica para justificar y formular al mismo tiempo la política exterior de este país, hicieron que se ganase una mala reputación que ya venía del periodo de entreguerras como consecuencia de las polémicas entre geógrafos franceses y los autores de la Geopolitik. Ciertamente estas controversias contribuyeron a crear confusión en torno a la relación entre la geografía política y la geopolítica, especialmente en la medida en que esta última fue presentada como una ciencia que de un modo objetivo es capaz de predecir el futuro a partir de la influencia del medio geográfico en los fenómenos políticos, y sobre todo en el desarrollo histórico-político de los Estados.


Otro enfoque de esta cuestión es el planteado por Hans Weigert, que presenta a la geografía política como una rama de la geografía en la que el geógrafo se ocupa de las relaciones espaciales entre los Estados, mientras que la geopolítica pertenece al dominio de la ciencia política donde el politólogo emplea los factores geográficos para una mayor y mejor comprensión de la política. Por tanto, la principal diferencia entre geografía política y geopolítica radica en su manera completamente diferente de enfocar los temas. Si la geografía política considera los Estados organizaciones estáticas que se encuentran firmemente asentadas sobre sus cimientos geográficos, la geopolítica, en cambio, abarca el conflicto y el cambio, pero también la evolución y la revolución, el ataque y la defensa, y, en definitiva, la dinámica de los espacios terrestres y de las fuerzas políticas que luchan y se desenvuelven en ellos para sobrevivir.[17] Pero aún a pesar de que Weigert situó a la geopolítica dentro del área de las ciencias políticas no dudó en afirmar su especificidad. A este respecto afirmó lo siguiente: “Pero debemos recordar que geopolítica es un nombre nuevo, no para un campo especial y limitado de la ciencia política, sino para un sistema diferente de pensamiento político”.[18] Es decir, la geopolítica abarca un área de conocimiento que también es abarcado por las ciencias políticas, pero al mismo tiempo constituye un ámbito específico de conocimiento.

Conclusiones

La cuestión de fondo en todo esto es que tanto la geografía política como la geopolítica comparten un mismo ámbito de conocimiento en la medida en que en sus análisis e investigaciones se refieren a una misma realidad que es objeto de estudio. Tal y como señaló Ladis Kristof, “geopolitics should cover all the field parallel to, and intermedial between, political science and political geography, and, indeed there have been a few such studies”.[19] Sin embargo, la forma de abordar dicho objeto de estudio es diferente. Esto es así pese a que en ocasiones esta diferencia es imperceptible, lo que permite que los estudios de geografía política puedan ser considerados muchas veces como geopolíticos y viceversa. Así pues, en la medida en que la geografía tiene el medio geográfico como principal objeto de estudio, su atención, al menos en el campo de la geografía humana, es dirigida a las relaciones que se dan entre el ser humano y dicho medio. Por tanto, la geografía política es el estudio de la dimensión política de esas relaciones. Dimensión que es entendida como una esfera independiente de acción cuyo ámbito específico lo constituyen las relaciones de poder en el marco de las sociedades humanas. Por el contrario la geopolítica, al tener su origen en la ciencia política, tiene como objeto de estudio los fenómenos políticos en su relación con el espacio geográfico. La geopolítica, entonces, estudia la vinculación de las relaciones de poder inherentes a la política con el entorno geográfico en el que se escenifican.


Entonces, la principal diferencia entre la geografía política y la geopolítica no es otra que el sentido que toman sus respectivas investigaciones al partir de enfoques disciplinares distintos, pero que convergen en un mismo ámbito en el que se produce la superposición de las ciencias geográficas y las ciencias políticas. La geopolítica parte de la política para llegar así a la dimensión geográfica que esta adquiere en el desarrollo de los fenómenos políticos sobre el espacio geográfico, y examina de esta manera cómo se relacionan dichos fenómenos con la geografía. Esto hace que la geopolítica esté dirigida a examinar la compatibilidad de determinados intereses y políticas con las condiciones geográficas en las que se desenvuelven. La geografía política, en cambio, parte de las relaciones entre el medio geográfico y el ser humano para analizar la dimensión política de las mismas, y por tanto el modo en el que la geografía influye en los fenómenos políticos en un determinado lugar. La geografía política centra su atención en la forma en que los factores geográficos intervienen en el modo en el que el ser humano, organizado en grupos sociales y políticos, se adapta al medio geográfico que le rodea. [20]

A tenor de lo antes expuesto puede afirmarse que existe una continuidad entre las ciencias geográficas y las políticas. En este sentido han sido notables los intentos de acercar ambas, así como los conceptos geográficos y políticos, hechos por Stephen B. Jones. Este autor entendía que no existe una separación clara y tajante entre ambos grupos de ciencias, y por esta razón consideraba que era preciso unir a ambas ciencias en vez de separarlas.[21] Esto se debe, como decimos, a que abordan un mismo ámbito de estudio, de forma que su principal diferencia recae en la perspectiva desde la que parten sus respectivos análisis. Sin duda se trata de un planteamiento que fusiona geografía política y geopolítica, pero lo hace por un camino completamente diferente al de los antes expuestos.


Así pues, pese a que la geografía política y la geopolítica coinciden en abordar el mismo objeto de estudio, y que incluso desde una perspectiva intelectual y disciplinar resulta interesante y conveniente, tal y como planteaba Stephen Jones, el acercamiento de las ciencias geográficas y las políticas, nada de esto contribuye a aportar claridad en torno a la distinción que, al fin y al cabo, permanece entre geopolítica y geografía política. Una distinción que radica en el punto de vista del que parten en cada caso a la hora de abordar el mismo objeto de estudio.


Entonces, como decimos, la geografía política constituye una aproximación específica al modo en el que la geografía afecta al comportamiento del ser humano en la esfera política. Además, se ocupa de lidiar con los factores geográficos internos propios de una sociedad o Estado, pero también con los factores geográficos que condicionan las relaciones exteriores entre sociedades y Estados. Así pues, desde la geografía política el análisis de cualquier realidad política es llevado a cabo por medio del estudio de sus principales características geográficas. La geopolítica también tiene en cuenta todo esto pero el enfoque es diferente debido a que su referencia son los fenómenos políticos en su despliegue sobre el espacio geográfico, para así dilucidar la forma en que este último los condiciona. Además de esto hay que añadir que la geopolítica es primeramente una práctica antes que una formulación teórica, por lo que en su condición de práctica consiste en la adaptación de determinados intereses y políticas al contexto geográfico específico para su realización exitosa. Esto último es lo que hace que la geopolítica tenga un carácter eminentemente dinámico que la geografía política carece al circunscribirse a una labor fundamentalmente teórica y descriptiva, independientemente de la posterior utilidad práctica de sus investigaciones.

Por otro lado la geopolítica acostumbra a llevar a cabo sus análisis en el plano internacional en el que se desarrollan las relaciones entre sociedades, Estados y otros actores. Esto se debe en gran parte al hecho de que la geopolítica es una práctica inherente a las relaciones internacionales, pues su desarrollo histórico se ha producido principalmente en el ámbito internacional. Sin embargo, nada de esto impide que entre los fenómenos políticos que forman parte de su ámbito específico estén aquellos que se manifiestan en el plano regional o local dentro de la esfera de la política doméstica. Comprobamos, entonces, que el ámbito específico de la geopolítica no sólo es el resultado de la superposición de las ciencias geográficas y políticas, sino que también habría que incluir las relaciones internacionales como tercera disciplina sobre cuyo dominio se extiende a la geopolítica.

[1] Herb, Guntram H., “The Politics of Political Geography” en Cox, Kevin R., Murray Low y Jennifer Robinson (eds.), The SAGE Handbook of Political Geography, Londres, SAGE Publications, 2008, pp. 21-40

[2] Goblet, Yves-Marie, Le Crépuscule des Traités, París, Berger-Levrault, 1934

[3] Bowman, Isaiah, “Geography vs. Geopolitics” en Geographical Review Vol. 32, Nº 4, 1942, pp. 646-658

[4] Renner, George, “Political Geography and its Point of View” en Pearcy, George E. y Russell H. Fifield (eds.), World Political Geography, Nueva York, Thomas Crowell, 1948, p. 3

[5] Hennig, Richard y Leo Körholz, Einführung in die Geopolitik, Leipzig, B.G. Teubner, 1934

[6] Maull, Otto, Das Wesen der Geopolitik, Leipzig, Teubner, 1936

[7] Maull, Otto, “Geopolitik and Political Geography” en Dorpalen, Andreas (ed.), The World of General Haushofer. Geopolitics in Action, Port Washington, Kennikat Press, 1966, p. 25

[8] Mattern, Johannes, Geopolitik: Doctrine of National Self-Sufficiency and Empire, Baltimore, Johns Hopkins Press, 1942

[9] Ver la reseña sobre Norbert Krebs en Hennig, Richard, “Geopolitik. Die Lehre vom Staat als Lebewesen. 2., vermehrte Auflage” en Geographische Zeitschrift Vol. 37, 1931, p. 557

[10] White, Charles L. y George T. Renner, Human Geography. An Ecological Study of Society, Nueva York, Appleton-Century-Crofts, 1948, pp. v-vi

[11] Fitzgerald, Walter, The New Europe. An Introduction to Its Political Geography, Nueva York, Methuen & Co., 1945, p. 1

[12] Hartshorne, Richard, The Nature of Geography, Lancaster, Association of American Geographers, 1939

[13] Atencio, Jorge E., Qué es la Geopolítica, Buenos Aires, Pleamar, 1982, pp. 42-43

[14] Pinochet Ugarte, Augusto, Introduction to Geopolitics, Santiago de Chile, Editorial Andrés Bello, 1981, p. 39

[15] Citado en Vicens Vives, Jaime, Tratado general de Geopolítica: el factor geográfico y el proceso histórico, Barcelona, Vicens Vives, 1981, p. 57

[16] Clokie, H. McD., “Geopolitics–New Super-Science or Old Art?” en Canadian Journal of Economics and Political Science Vol. 10, Nº 4, 1944, p. 502

[17] Weigert, Hans W., Geopolítica: Generales y geógrafos, México, Fondo de Cultura Económica, 1943, pp. 23-24

[18] Ibídem, p. 25

[19] Kristof, Ladis, “The Origins and Evolution of Geopolitics” en The Journal of Conflict Resolution Vol. 4, Nº 1, 1960, p. 20. Los estudios a los que Kristof se refería son Brown, Robert H., Political Areal-Functional Organization, with Special Reference to St. Cloud, Minnesota, Chicago, University of Chicago Press, 1957. Hanson, George H., “The Geographic Factor and Its Influence in Utah Administrative Units” en Yearbook of the Association of Pacific Coast Geographers Vol. 3, 1937, pp. 3-8. Lattimore, Owen, Inner Asian Frontiers of China, Nueva York, American Geographical Society, 1951. Lautenasch, Hermann, Das Mormonenland als Beispiel eines sozialgeographischen Raumes, Bonn, Geographische Institut der Universität Bonn, 1953. Thomas, Benjamin E., “Boundaries and Internal Problems of Idaho” en Geographical Review Vol. 39, Nº 1, 1949, pp. 99-109. Ídem, “The California-Nevada Boundary” en Annals of the Association of American Geographers Vol. 42, Nº 1, 1952, pp. 51-68

[20] Moncayo Gallegos, Paco, Geopolítica. Espacio y Poder, Sangolquí, Universidad de las Fuerzas Armadas ESPE, 2016, p. 22

[21] Jones, Stephen B., “A Unified Field Theory of Political Geography” en Annals of the Association of American Geographers Vol. 44, Nº 2, 1954, pp. 111-123

Comments


Lea también

bottom of page