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EE.UU. perdió su primacía global y compite ya con China y Rusia

Por: Alfredo Jalife Rahme.



Una frase del director de la CIA, William Burns, de 67 años, dice todo: “La creciente fuerza militar y económica de China, la voluntad de Rusia de usar la fuerza militar en Ucrania y un número creciente de potencias regionales que aplican políticas exteriores independientes han conducido a un mundo de intensa competencia estratégica en la que EEUU ya no disfruta de una primacía indiscutible (https://fam.ag/3OzOb2u)”.


Hoy estamos lejos del libro de hace 27 años del rusófobo Brzezinski: El gran tablero de ajedrez: la primacía (sic) de EEUU y sus imperativos geoestratégicos. Burns es el último "diplomático" que queda en EEUU, sin contar las alturas de George Kennan, de quien quiso imitar sus huellas en Moscú.


Nadie de la tripleta jázara (https://bit.ly/3QqemJr) alcanza los niveles "diplomáticos" de Burns: ni el asesor de Seguridad Nacional de Biden, Jacob Sullivan –quien hizo el ridículo en un artículo del mismo Foreign Affairs que mandó borrar cuando bramó que Gaza se encontraba en mejores condiciones que nunca (https://bit.ly/3MkeFE5)– ni el muy mediocre Antony Blinken, ni la pugnaz Vicky Nuland de la secta de la familia Kagan (https://bit.ly/3OGeBin).


Burns confiesa que "mientras Rusia constituye el desafío más inmediato, China es la mayor amenaza a largo plazo" por lo que la CIA se ha consagrado en los pasados dos años a "reorganizarse para reflejar tal prioridad". Burns no aporta nada y reitera los refritos de la "competitividad", para no decir hostilidad, de EEUU ante la nueva alianza "sin límites", a todas luces complementaria, de Rusia/China a la que me he referido desde 2019 (https://bit.ly/3QBsLCk y https://bit.ly/3HNhfzU). Ahora Burns pasa de su excelsa carrera de 32 años en el servicio exterior a su nuevo encargo de brujo aprendiz como máximo espía de EEUU, donde tiene el marcaje personal del vicedirector de la CIA, David Samuel Cohen, quien saltó de subsecretario en el Departamento del Tesoro de EEUU a cargo del espionaje financiero y el supuesto combate al terrorismo (de los enemigos más que de los amigos) y quien presuntamente comparte sus datos con el Mossad.


El ensayo de Burns es muy aburrido y no puede ocultar su patológica rusofobia ni su subrepticio coqueteo con China –quizá con el fin de intentar fracturar el núcleo del G-2 entre Rusia y China que ha gestado la eclosión multipolar policéntrica conjunta del BRICS plus y de la OPEP plus.


Quizá su mejor aportación radique en lo archisabido sobre la "revolución tecnológica que es más aplastante que la revolución industrial o el inicio de la era nuclear" cuando desde los "microchips a la inteligencia artificial a la computación cuántica las tecnologías emergentes transforman al mundo, incluida la profesión (sic) del espionaje".


Por cierto, en materia nuclear y en armas de la posmodernidad, tipo misiles hipersónicos, Rusia ha desbancado a EEUU (https://bit.ly/3Svs3b1), mientras China lleva una ventaja de una generación en inteligencia artificial a EEUU (https://bit.ly/42taz3m). Donde solamente prevalece EEUU es con la "computación cuántica".


Más allá de su insulso ensayo, detecto cuatro puntos rescatables: 1) para su propia supervivencia, EEUU debe seguir apoyando a los perdedores "héroes" del comediante jázaro Zelenski con el fin de contener y/o desangrar y/o balcanizar a Rusia; 2) el apoyo de Biden a Ucrania se refleja en el contencioso de Taiwán para que China aprenda que no tiene su camino libre para recuperar a su provincia renegada, de acuerdo con las negociaciones con las dos duplas de Nixon/Kissinger y de Carter/Brzezinski; 3) el volátil juego bipolar de las "potencias medianas", y 4) no toca ni con el pétalo de una rosa a Irán, cuando Burns fue el arquitecto conceptual del arreglo de la dupla Obama/Biden con la teocracia chiíta de Teherán que pisoteó Trump.


Recomiendo a Burns leer dos libros con una diferencia de casi 248 años: La historia del declive y caída del imperio romano (https://amzn.to/4buwc7O), de Edward Gibbon, y La derrota de occidente, de Emmanuel Todd (https://bit.ly/3w9LwGI).


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