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Chatham House postula la posible balcanización de EE.UU.

Por: Alfredo Jalife Rahme.



Chatham House, ‘think tank’ de la monarquía globalista británica, diagnostica el “divorcio nacional” entre republicanos y demócratas que se acentuará en las elecciones. Exhuma la guerra civil de 1861 a 1865, cuando hoy el país norteamericano está mucho más dividido.


El think tank también postula que existen “dos Estados Unidos”, que quizá sean tres, debido al enorme control bipartidista de Israel en su Congreso.


El Royal Institute of International Affairs, conocido popularmente como Chatham House, es un think tank de la monarquía británica con enorme influencia en la toma de decisiones de su geopolítica.


Con solo percatarse de su lista anual de galardonados, resalta la proclividad geopolítica de la anglosfera desde la polémica amazona y exsecretaria de Estado Hillary Clinton, pasando por la controvertida Fundación de los entonces esposos Bill y Melinda Gates, hasta el comediante ucraniano Zelenski, presidente ucraniano, hoy prácticamente derrotado.


En su reciente publicación, el think tank pregunta si “EEUU se encamina a un divorcio nacional” cuando “existe una creciente fractura en su sociedad y en su política” como reflejo de “las líneas de batalla de su añeja guerra civil” y que “su elección puede empeorar”.

Basado en sus selectivas estadísticas, de acuerdo a controvertidos temas específicos, comenta que “se habla (sic) de que se fabrica otra guerra civil en su futuro” cada vez “más balcanizado” cuyas consecuencias “probablemente lo empujen a mirar hacia adentro, preocupado con sus divisiones internas sobre la migración, raza, desigualdad y temas de identidad de género y sexuales“.


Ya abordé cómo el tema de la migración se convirtió en la máxima preocupación del electorado estadunidense.


Aduce que su “autoabsorción” se traduce en su “proteccionismo y aislacionismo” —que no son nuevos en una visión cíclica de la dinámica interna y externa de EEUU— “a expensas de sus alianzas económicas y de seguridad” cuando, por lo menos del lado del hoy puntero en las encuestas Trump, se vislumbra su salida de la OTAN: “emergen dos EEUU que pueden ser vislumbrados en el marco de una amplia gama de temas sociales que lo dividen”.


Llama la atención que el artículo de Chatham House en la última semana de febrero se publique cuando Ucrania está prácticamente derrotada, en espera del último clavo en su féretro, y Europa haya entrado en pánico escénico con el choque público entre el presidente galo, Emmanuel Macron, que desea detener como sea a Rusia, y el canciller teutón Olaf Scholz, quien no desea que Alemania pierda su tercera guerra mundial en el lapso de 110 años.


De dos cosas, una: o el aventurero Macron está bluffeando desde su impotencia, a tres meses de las elecciones parlamentarias en Europa que adelantan el triunfo de los soberanistas frente a los globalistas, o no ha leído el impactante reporte de Marianne —Guerra en Ucrania: de la prudencia al enloquecimiento… lo que oculta la voltereta de Macron— donde la muy solvente cúpula del Ejército francés da por perdida la guerra de Ucrania.


Vale la pena resaltar uno de los cinco riesgos que enumera el ex primer ministro galo Dominique de Villepin, un soberanista antiglobalista quien se opuso lúcidamente a la guerra de Baby Bush en Irak, que tilda de “completa retórica irresponsable de Macron enviar tropas de la OTAN a Ucrania”.


Macron, anterior empleado (literal) de la banca Rothschild, es un empedernido globalista que empuja la maligna Agenda 2030 del moribundo Foro Económico Mundial de Davos, presidido por el alemán Klaus Schwab: una transmogrificación del banquero globalista David Rockefeller y su empleado Henry Kissinger.


Mas allá de que los otros cuatro riesgos que enarbola Dominique de Villepin sean imperdibles, su cuarto riesgo puntualiza espléndidamente la “fractura del Nuevo Orden Mundial entre Trump y China”, que llama la atención no cite a Rusia: la triunfadora, a mi juicio, del Nuevo Orden Mundial post-Ucrania y que cuenta con la alianza de China, Irán, la mayor parte del mundo islámico de 1.800 millones de feligreses, la mayoría de África con más de 1.500 millones de habitantes y, tout court, el Sur Global.


De Villepin arguye que “estamos en vísperas de unas elecciones estadounidenses que determinarán el Nuevo Orden Mundial. Es una apuesta segura que nos dirigimos hacia una nueva era de aislacionismo y proteccionismo como el mundo nunca ha visto. Estamos viendo una división en este Nuevo Orden Mundial entre Trump y una China que acaba de celebrar la reunión de su parlamento y se está volviendo más introvertida, más centrada que nunca en su seguridad“.


A propósito, en forma casi displicente, el presidente Putin en su más reciente entrevista comentó que la postura rusófoba de Macron se debe en gran medida a su salida de los países africanos francófonos que controlaba y ahora se han rebelado en su contra.


Más allá de advertir que Rusia también está presta a una guerra nuclear, en caso de que se encuentre bajo una amenaza existencial, Putin declaró que el “baile de los vampiros se acercaba a su fin”, en clara alusión al globalismo financierista neocolonial.


Chatham House arguye que la balcanización en “dos EEUU” va más allá de las preferencias en las urnas electorales y, entre su variedad de estadísticas selectivas que usa a su antojo para llevar agua a su molino globalista, expone que en el frente de guerra de Israel contra Hamás “61% de los demócratas liberales creen que Israel ha ido muy lejos en su operación militar contra Hamás, en contraste a solo 8% de los republicanos conservadores”.


Si nos basamos en los actos y no en el travestismo retórico electorero, resulta y resalta que no falta quienes aduzcan que el supuesto alejamiento de Biden con Netanyahu es meramente teatral.


Una de las pruebas persuasivas consiste en que los dos partidos en el Congreso están a punto de abolir la presencia de TikTok en EEUU debido a que el gobierno de Netanyahu argumenta que el TikTok ha exacerbado la crítica al genocidio de Israel que ha indispuesto al segmento de los jóvenes.


Si tomamos en cuenta el libro clásico de John Mearsheimer, profesor de la Universidad de Chicago, sobre el Lobby de Israel y las aportaciones intelectuales del exdiplomático británico Alastair Crooke, sobre el dominio del grupo del “flujo del dinero” de los partidarios de Israel en EEUU y su control bipartidista en el Congreso, ¿no será que en el fondo existen “tres EEUU” teniendo a Israel y su diáspora financiera, tipo BlackRock y su mandamás Larry Fink como un “Estado dentro del Estado”?

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