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¿Cómo funciona el ´Clan del Golfo´?

  • Foto del escritor: Redacción Acta diurna
    Redacción Acta diurna
  • 22 jul 2018
  • 5 Min. de lectura

Esta banda criminal, considerada como el cartel de droga más grande de latinoamerica, controla más de la mitad de la droga que sale de Colombia, tienen un ejército de unos 1.500 hombres y operan en un centenar de municipios donde son la máxima autoridad. Es el Clan del Golfo, el cartel narco más grande y poderoso de Sudamérica.


También conocidos como los Urabeños o las Autodefensas Gaitanistas de Colombia, esta organización criminal es liderada por Dairo Antonio Úsuga, alias Otoniel, el hombre más buscado en el país y por quien las autoridades ofrecen una recompensa de hasta 5 millones de dólares: vivo o muerto.



El cartel fue heredado por Otoniel y su hermano Juan de Dios Úsuga, alias Giovanni, tras la captura de Daniel Rendón Herrera, Alias Don Mario, en el 2009. Rendón Herrera fue miembro de las Autodefensas Unidas de Colombia (AUC) y cercano a los hermanos Castaño Gil.

Tras algunas disputas con otros grupos paramilitares en los Llanos Orientales, Don Mario se refugió en el 2006 en Urabá, una zona que era controlada por su hermano Fredy Rendón Herrera, alias el Alemán, quien comandaba el Bloque Elmer Cárdenas de las AUC y que en ese momento se encontraba en pleno proceso de desmovilización con su ejército durante el gobierno de Álvaro Uribe Vélez.


Don Mario formó un grupo armado con los disidentes del Bloque Elmer Cárdenas que no se acogieron al proceso de paz y con antiguos guerrilleros de la zona. Rápidamente tomó el control de la región del Urabá, ubicada en el noroeste de Colombia en la frontera con Panamá, una zona estratégica para el control y el tráfico de cocaína por sus salidas al océano Pacífico y al mar Caribe y de difícil acceso para la fuerza pública por la espesura de su selva.


Para Otoniel, que venía del Bloque Centauros de las AUC en los Llanos Orientales junto a Don Mario, de quien era hombre de confianza, fue fácil establecerse en el Urabá, de donde era oriundo: en 1971 nació en el municipio costero de Neclocí.


Otoniel lo único que supo hacer en la vida, y que hace, es la guerra: en 1987, a los 16 años, ingresó a las filas de la guerrilla Ejército Popular de Liberación (EPL), donde operó en distintas zonas, sobre todo en el Urabá. Más tarde, colaboró con las FARC y luego entró en disputa con ellas. Esto lo llevó a pasarse al bando contrario, al de los paramilitares, ingresando a las AUC. Allí se ganó el respeto y la admiración de sus compañeros y superiores, por su disciplina y sangre fría.


"El tema con el Clan del Golfo es que ellos finalmente vienen del EPL y es gente que sabe hacer la guerra desde hace rato y está preparada. Al final de cuentas qué hicieron, armarse esos mismos que allí vivían y retomaron lo que dejó las FARC, el EPL y los grupos paramilitares que allí estuvieron", explica Gustavo Duncan, profesor del Departamento de Gobierno y Ciencias Políticas de la Universidad EAFIT en Medellín y experto en narcotráfico, mafias y conflicto armado en Colombia.



Daniel Barrera, alias El Loco, ex capo paramilitar extraditado a Estados Unidos, describió a Otoniel como "un animal de monte muy peligroso". Según Barrera, al capo narco no le tiembla el pulso para asesinar a "niños, mujeres, a todos sólo porque sí".


Otoniel caracteriza al nuevo narcotraficante colombiano: un hombre alejado de las grandes ciudades, criado en la Colombia rural, en la periferia, y curtido en la guerra. Un hombre que no conoce, o conoce poco, los grandes lujos, la vida glamorosa y las excentricidades que recuerdan a los viejos capos del Cartel de Medellín y de Cali.


A diferencia de los Pablo Escobar o Rodríguez Orejuela, hombres de clase media urbana, que eligieron hacerse narcos, a Otoniel, la propia guerra, su vida de bandolero, lo llevó casi por inercia, casi que por obligación, a hacerse con el control de los territorios y por ende con el negocio de la droga.


Duncan dice que el Clan de Golfo, que hoy controla el narcotráfico y la salida de la droga del país cafetero, antes era un eslabón marginal en la cadena del negocio de la coca porque el tráfico se manejaba, principalmente, desde ciudades como Medellín.


En cambio hoy el negocio es controlado desde la periferia, desde las selvas colombianas, desde lugares donde el Estado tiene una presencia casi nula. La dinámica propia del negocio, tal y como se conocía, cambió.


Cómo opera el Clan del Golfo


El Clan del Golfo prefiere mantener un perfil bajo y evitar las confrontaciones al menos que estas sean necesarias. Las masacres que antes practicaban otros grupos narcoparamilitares no son parte de su accionar, aunque esto no quiere decir que no sean un grupo violento. Los asesinatos ya no son masivos sino selectivos. Aunque también tiene prácticas macabras, como las llamadas "casas de piques" donde asesinan, descuartizan y luego desaparecen a personas.



El grupo narco está compuesto de mandos regionales que están protegidos por fuerzas élite. Ese ejército tiene como principal misión el sometimiento de bandas rivales en zonas de influencia, la protección de los corredores y puertos por donde sale la droga y brindar seguridad a los comandantes o altos mandos.


La estrategia en las zonas urbanas es evitar confrontar a la fuerza pública, por esta razón contratan pandillas y grupos criminales en las ciudades donde les interesa operar, a quienes arman y les dan vía libre para que se queden con partes del negocio que a ellos no les interesa, como el microtráfico de droga y extorsiones a pequeños negocios. De esta manera evitan exponer a sus hombres ante las autoridades, que terminan persiguiendo a jóvenes pandilleros que pueden ser fácilmente reemplazados por otros.


El objetivo principal de la organización es el dominio del negocio de la droga. "El Clan del Golfo tiene laboratorios y si tú quieres sacar droga tienes que pagarle a ellos un impuesto. No puedes sacar droga si no es negociado con ellos", explica Duncan, quien agrega que la banda controla gran parte de los puertos de salida en Colombia que se distribuyen entre la costa Pacífica y la costa Caribe.


Cualquier narcotraficante que quiera sacar droga debe pagar unos $150 dólares por kilo de clorhidrato de cocaína. Y quien ose a traficar sin pagar el tributo correspondiente tiene una sentencia de muerte casi segura.


Por otro parte, tienen como principal aliado para el tráfico de cocaína al violento cártel mexicano de Sinaloa, como lo denunció recientemente el defensor del Pueblo de Colombia, Carlos Negret.


El Clan del Golfo ejerce un control casi total en los municipios donde está asentado. Duncan describe esto como "tecnologías de control" en las que la organización puede extraer rentas de todo tipo en las que hace funciones de Estado.



"En Estados Unidos un narco paga a un policía para que no lo metan preso, pero en Colombia un narco paga a los funcionarios del Estado para que los dejen gobernar un pedazo de la sociedad. Entonces un Urabeño le paga al jefe de policía y este se convierte en la autoridad. Uno es un intercambio político, el otro simplemente es un intercambio criminal. Y la diferencia es abrumadora: cobran impuestos, administran justicia, ejercen como policías", dice Duncan. INFOBAE / Samuel Lozada

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