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¿Por qué no despega la candidatura de Federico Gutiérrez?



A los seis meses de asumir como alcalde de Medellín se empezó a ventilar la aspiración presidencial de Federico “Fico” Gutiérrez (algo parecido está pasando con Quintero). Ni había llegado a la mitad de su mandato y ya lo daban como presidenciable, y él, ni corto ni perezoso, insistió en posicionarse en el ámbito nacional, invirtiendo miles de millones del erario en su imagen y convirtiendo su paso por La Alpujarra en una campaña de expectativa.


De ahí que la candidatura de Fico sea un proceso de largo aliento que no se reduce a los tradicionales tres meses; sin embargo, algo está fallando, pues Fico se encuentra rezagado en las encuestas; sigue siendo un gran desconocido en el ámbito nacional y no ha podido posicionar una agenda. ¿Por qué no ha despegado?



Personalmente, el rezago de Fico me sorprende. Tras oficializar su candidatura y empezar a recoger firmas, pensé que su aspiración subiría como espuma y que rápidamente se convertiría en el motor de tracción de la derecha uribista; la realidad es que eso no ha pasado y Fico se sigue disputando su presencia general en las encuentras con el margen de error.


Aunque en las encuestas de la consulta del Equipo Colombia marca bien, prácticamente se encuentra empatado con Char y Peñalosa, a lo que se agrega que Zuluaga tiene mejores registros. Es claro que Fico no se ha convertido en un fenómeno de opinión o ha generado mayor expectativa, ese papel se lo ha llevado con todo protagonismo uno de sus adversarios: Rodolfo Hernández. ¿Qué ha pasado?


Atrapado en el antipetrismo y el uribismo


La última jugada de Fico fue de antología: visitó la frontera caliente y desde Arauca manifestó que en su gobierno a los bandidos les esperaría “la cárcel o la tumba”, una movida exagerada que va en la línea de convertirse en el candidato de la seguridad (¿seguridad democrática?). Al parecer, la estrategia de reeditar la atmósfera de opinión de 2018 —ni siquiera volvió a mencionar el petromadurismo— o reducir la contienda a una elección entre “la izquierda populista” y la “lucha por la democracia” va quedando en el congelador; ahora está buscando desesperadamente construir una narrativa propia que lo realce frente a los demás candidatos, eso sí, sin quedar atrapado exclusivamente en el antipetrismo —disperso entre el centro y la derecha— o el uribismo.


Pareciera que Fico no ha encontrado un norte en su estrategia de posicionamiento, se percibe como un candidato etéreo y sin identidad, reducido mediáticamente a negar que es el “gallo tapado del uribismo” o el candidato favorito de Duque, pero es esa cercanía con el uribismo lo que se ha convertido en un lugar común en todas sus entrevistas; en realidad, Fico es el candidato de una porción del uribismo —del grupo de Los Paolos y del senador de la U Juan Felipe Lemus— y por fuera de la derecha muy pocos creen en su “independencia”.



De ahí que Fico haya quedado irremediablemente atrapado entre el antipetrismo y el uribismo. En el antipetrismo porque se ha empeñado erróneamente en convertirse en el principal antagonista del líder de la Colombia Humana (tal vez pensando que así podrá elevar su nivel de reconocimiento), y en el uribismo, porque no le ha interesado propiciar una ruptura con Uribe o Duque, ya que sabe que en algún momento necesitará del respaldo del uribismo y bajo esos cálculos no resultaría estratégico generar discordia.


Fico, el continuista


A su falta de identidad y su cuestionada independencia, se suma su ferviente apoyo a Duque. Por lo general, Fico evita cuestionar al presidente o polemizar sobre sus decisiones, procura no tomar posición ante los múltiples escándalos que involucran al gobierno; por ejemplo, nada ha dicho sobre la corrupción de Centros Poblados, el entramado de tráfico de influencias orquestado por un asesor de Presidencia o la ñeñepolítica, ya se volvió común que ante el gobierno guarde silencio, por eso, resulta algo patético que se venda como el candidato de la seguridad cuando respalda un gobierno que ha incrementado sustancialmente la percepción de inseguridad y abandono estatal. Acaso, ¿cuestionó el desgobierno de Duque cuando visitó Arauca?


Asumirse como el continuista de la contienda también tiene múltiples implicaciones en términos de opinión, es algo que ningún otro candidato asume (a Zuluaga porque le toca), ya que Duque es un presidente tremendamente impopular. Asimismo, el hechizo Uribe es algo del pasado y así se evidenció en algo tan menudo como la reticencia de varios integrantes de Equipo Colombia para recibir a Zuluaga; ahora, el uribismo es un auténtico lastre. Sin embargo, Para Fico no es así, pues sabe que necesita de sus estructuras para ser competitivo en la consulta —donde se medirá ante gamonales como Char y Barguil— y alcanzar reconocimiento por fuera de su nicho en Antioquia.



Por el momento, la campaña de Fico se percibe bastante rezagada, sin mayor emoción o novedad. Tiene el reto inicial de ganar la consulta (ahí le favorece que Zuluaga no vaya a participar), nivelar sus posibilidades ante las maquinarias y obtener cupo directo a la primera vuelta, donde asumiría el doble reto de representar a la derecha y “derrotar” al uribismo (si Zuluaga no se retira antes), y si obtiene el pase que lo ingrese a segunda vuelta, podría retomar su estrategia inicial de reeditar el ambiente de opinión que llevó a Duque a la Casa de Nariño.


Dudo que haya abandonado completamente la falacia del petromadurismo, seguro la sacará del congelador sí las circunstancias lo miden con Petro en segunda vuelta, ese parece ser su escenario ideal.

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