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De lo grandioso a lo pequeño



El hombre tiene dominio sobre la materia, conoce sus secretos, eso lo hace grandioso; pero poco sabe acerca de sí mismo y, casi nada conoce sobre su dimensión espiritual, eso lo hace pequeño.


Dicen que el hombre fue a la luna. De ser cierto, fue grandioso y tuvo que ser difícil. Aunque otros dicen que fue un montaje y que "alunizaron" en el desierto de Arizona y para simular la menor gravedad que existe en la luna la NASA le colocó resortes imperceptibles en los pies a los "astronautas". No afirmo ni niego. Sólo dudo.



El hombre es un visionario creando obras grandes, difíciles. Descubrió las leyes de la naturaleza, de la física y la química. La física cuántica es la base de la Tercera Revolución Industrial que se asienta sobre nuevas tecnologías de la información y la comunicación: computadores, Internet, celular, smartv, iphone. Gracias a la Nueva era de las comunicaciones, el psicólogo canadiense Marshall McLuhan, considerado como el profeta de la información de masas, acuñó el término: "aldea global". Lo que olvidó Mcluhan es que contrastan los vertiginosos avances de la tecnología global con la vida real en las las aldeas y los feudos locales. La grandiosidad nos minimiza en estas latitudes atrasadas del "Nuevo Mundo".


El hombre está ad portas de la Cuarta Revolución Industrial fundamentada en la inteligencia artificial (IA) y la nanotecnología. Es un gladiador, enfrentando retos difíciles de superar, pero enfrentado a situaciones fáciles es pequeño. El mismo Dios no pudo crear un proyecto de mujer, fácil de entender. La creó y le dijo al hombre: "Ahí te la dejo" y salió corriendo.


La mujer es una fiera en el hogar, trapea y seca el piso con su noble e inerme esposo, pero le teme a un ratoncito.


Matar y robar es fácil, pero amar es casi que imposible, hablo del amor romántico y del amor ágape. Por supuesto, enamorarse de la "media naranja" también es una azaña agria o hirsuta, dependiendo del tipo de naranja. En mi juventud, todas las mujeres aspiraban a casarse con un principe azul. Para jóvenes como yo, feos, flacos y pobres era imposible. Teníamos que consolarnos con las feas. Recuerdo gratamente a Manuelita Manotas, con ella perdí mi virginidad, aunque fue una violación, seis contra uno, debido a que el acceso carnal fue autoría de Manuelita y sus cinco hermanas, tengo que reconocer que gustó y me amañé con Mañelita.



Al sol de hoy, enamorarse sigue siendo tarea titánica, porque ahora a las mujeres no les interesan los principes azules sino el dinero. ¿Quién lo tiene?, no les importa, puede ser feo, flaco, negro, amarillo, indio, enano, viejo o pensionado de Foncolpuertos. Y tienen razón, para ellas un príncipe azul se ve feo cuando no tiene mucho dinero en la billetera.


Ser honesto es una proeza y una rara locura como la que atacó al Quijote. Sancho fue el único que siguió al Don, por estúpido. Ni los grandes ladrones confían en su honestidad, ellos tienen la tendencia de robarse a sí mismos la mayoría de las veces para no pagarle a sus compinches.


Hay grandes ladrones que de tanto robar, roban por inercia, automatismo o reflejo. Se tornan cleptómanos y hurtan aunque no les falte lo que roban. Algunos se roban a sí mismos, pasan dinero del bolsillo izquierdo al derecho.


En fin, robarle al Estado es un deporte practicado masivamente, tiene sus reglas pero pocas emociones, es aburrido, soso, fácil: ¡el que más cocos tumbe ese gana!


Dicen los grandes ladrones que entrar a robar en un lugar previamente elegido es fácil, que lo dificil es asegurar la salida, pero en nuestro terruño hasta la salida es fácil, dado el caso de que los atrapen: medida de aseguramiento domiciliario. El nombre de la medida es una genialidad lingüística grandiosa. El hurto igualmente es grandioso por las cuantías no por lo genial.


Robar y matar es fácil. Ahora, robar en las administraciones públicas, saquear el herario es facilísimo. Es fácil por la técnica que usan los ladrones, no los distinguen por el cuello blanco que los convierte en fantasmas, no los ve nadie ni la justicia porque es ciega.


Este tipo de ladrones abunda. El Estado está sitiado por el latrocinio. Y cada vez se arriman más ladrones para hacer carrera, aunque nadie corre, no es necesario. Es Fácil, y grandioso lo que se llevan.



Y solo necesitan decir unas cuantas palabras "mágicas": "ponme donde hay", "cómo voy yo ahí", "me das el diezmo", ...¡no, mejor que sea el treintezmo! Pero los los dueños de los carteles de la contratación pública, tampoco dejan de ganar en estos pingues negocios porque a ellos también los mueve la codicia, entonces, recurren a materiales de segunda y a los pocos años la obra empieza a deteriorse, mientra tanto, a los niños del programa PAE les llega medio sándwich sin mortadela, etc.


Lo fácil muchas veces resulta ser "grandioso" aunque impide el crecimiento.

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