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¿Idiotas útiles?

  • Por: Víctor Herrera M.
  • 6 ago 2020
  • 3 Min. de lectura


La etimología de la palabra idiota (que no la enfermedad mental) se remonta al griego para identificar a aquella persona que solo se interesaba por los asuntos propios, particulares o privados y no por los temas públicos o políticos.


Algo de eso hay en lo que hemos venido observando en nuestro país y que identificamos como aquellos individuos que solo pensando en sus intereses particulares son utilizados por una clase politiquera y/o gobiernos corruptos que, para garantizar su permanencia en el poder, les otorgan beneficios mediante la satisfación alguna de sus necesidades más urgentes.



Hay varias especies. Los primeros son aquellos que venden su voto. “Comida para hoy y hambre para mañana” dirían nuestros mayores. Por unas pocas “lentejas” (dinero, Obras, becas, puestos, contratos, ron, etc.) transfieren su decisión ciudadana más importante en favor de quienes desean continuar gobernando para robar los dineros públicos –y con ello recuperar su “inversión” y obtener grandes ganancias– que después van a hacer falta para atender en los hospitales a él mismo o a sus familiares o para educar o dar empleo digno a sus hijos, entre otros.


El sistema se ha venido sofisticando, pues ahora se hace también con los dineros de todos nosotros. Los últimos gobiernos en Colombia (como en casi toda Latinoamérica) han venido institucionalizando una serie de programas de asistencia social (como Familias en acción, Jóvenes en acción, Ser pilo paga, Colombia Mayor, etc.) que, a través de la entrega de “limosnas”, garantizan una “clientela” que cada cierto tiempo les favorece con el voto. Son aquellos electores que se conforman con aquello de: “Ellos roban, pero hacen”, sin saber que están sosteniendo una herramienta que, valiéndose de la satisfacción de sus necesidades particulares antes que de sus derechos fundamentales, servirá para seguir despojando al erario mediante diferentes modalidades. Además de forjar una generación de inútiles improductivos que vivirán como parásitos del estado –ellos, sus hijos y sus nietos– en detrimento del desarrollo general del país.


Los artífices de este sistema perverso se aprovechan de diversos tipos de necesitados: los indígenas, los pobres, las víctimas, los desplazados, los campesinos y hasta los migrantes venezolanos. A nombre de un posible “beneficio” para estos se inventan unos “programas especiales” a los cuales se le destinan grandes cantidades de dinero (no solo del presupuesto nacional sino de cooperación internacional) que terminan perdiéndose en el intricando camino de la corrupción.


Llama la atención que, desafortunadamente, algunos medios de comunicación (con extensión a las redes sociales) también se han convertido en el caldo de cultivo para poder “pescar” a los idiotas útiles que se prestan –sea por decisión propia del comunicador (que no periodista) o por presión de los dueños del medio– a cohonestar las diversas manifestaciones de los abusos de poder a cambio de una cuña, un aviso, una dadiva o un regalo proporcional al tamaño de su audiencia.


Quizás somos Idiotas útiles muchos colombianos cuando seguimos asumiendo una actitud pasiva y hasta cómplice ante tanta manipulación. Hoy, por ejemplo, vemos como después de completar 2 años de su tan controvertido mandato y después de tenernos encerrados casi 6 meses en nuestras casas –con la confabulación de un congreso invisible– el gobierno nos viene ahora con el “engaña bobos” de la discusión sobre cómo se va a repartir en nuestro país la vacuna contra el Coronavirus, sin que ésta haya sido siquiera inventada y mucho menos sin saber cuándo llegaría a Colombia.



¡Por lo visto, tendremos presidente-presentador y programa de televisión diario y nocturno por mucho tiempo!


@vherreram

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