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Las paradojas y lecciones aprendidas de la crisis (I)

  • Por: Francisco Manrique
  • 6 may 2020
  • 3 Min. de lectura


La pandemia de coronavirus está afectando a todos los seres humanos por igual, sin distinción de género, raza, ubicación geográfica, idioma, ideología, tendencia religiosa y condición social. A medida que pasan los días de confinamiento, y la pandemia del coronavirus se ha extendido a más de 170 países, las paradojas y las lecciones comienzan a emerger.


La primera paradoja, es que en muy poco tiempo y en medio del desconcierto y el miedo, cuando el mundo se estaba distanciando, se ha impuesto una partitura común y global para todos, y se han abierto las mismas conversaciones en diferentes idiomas, que eran impensables hasta hace muy pocas semanas. Solo para citar un ejemplo, el mensaje común de los presentadores de noticias a nivel latinoamericano, recomendando la responsabilidad compartida para frenar la pandemia en el continente.



Y dentro de esta paradoja hay otra muy evidente. A pesar del cierre de las fronteras, la suspensión de los vuelos internacionales y las cuarentenas que tienen a millones de personas en sus casas aislados, hoy la tecnología nos permite estar más conectados que nunca, atentos a lo que sucede más allá de nuestras fronteras, esperando la solución de una vacuna que puede emerger en cualquier parte del mundo.


La lección: ineludiblemente somos una aldea global.


Segunda paradoja. Corolario del punto anterior, no hace mucho, estábamos presenciando unas dinámicas crecientes contra la globalización y la cooperación internacional. Gracias al Covid-19, hoy nos tocó aceleradamente tener que ver el mundo a través de unas gafas comunes, viviendo unas experiencias similares, compartiendo unos mismos miedos y angustias, y experimentando las mismas fallas sistémicas en países ricos y en países pobres. El virus no ha respetado las distinciones que nos separaban y ha sido un gran ecualizador.


La confrontación está siendo remplazada por la cooperación. Los chinos han enviado material médico a los gringos en medio de una guerra comercial. Más de 500.000 científicos de todo el mundo están generando consorcios para encontrar una vacuna contra el enemigo común. Las medidas que se toman en un país, son rápidamente compartidas con otros así como las lecciones aprendidas de los errores comunes. Se está generando un cuerpo de conocimiento que afortunadamente se está moviendo a velocidad exponencial como la pandemia.


La lección: en un mundo cambiante se necesita la cooperación para enfrentar los retos comunes que tenemos como aldea global


Tercera paradoja. Hace pocos meses se pensaba que el desarrollo protegía y separaba a los países. Y se tenia el paradigma de que las grandes epidemias sólo sucedían en las naciones pobres más llamados subdesarrolladas. Hoy la pandemia ha desnudado otra realidad: la riqueza de los países desarrollados no los ha protegido contra la enfermedad. Al contrario, la riqueza los expuso mucho más.


Y detrás de esta paradoja, posiblemente haya otra más relacionada con la riqueza. China ha experimentado el surgimiento más grande de la clase media con creciente capacidad de compra. Millones de chinos hoy viajan como nunca a otros países. Es posible que esta haya sido una de las razones por la cual el virus viajará en primera clase y se expandiera fuera de ese país tan rápidamente.


La lección: la acumulación de riqueza no es un escudo cuando se enfrenta con fenómenos globales que nos afectan a todos por igual.


Cuarta paradoja. A pesar de la negativa de muchos a aceptarlo, la pandemia nos ha demostrado que todos somos seres humanos, igualmente vulnerables, expuestos a experimentar el verdadero significado de la incertidumbre y de la interdependencia. Estas palabras nos conectan indistintamente de si estamos en Colombia, o en cualquiera de los 170 países donde ha aparecido el Covid-19. La amenaza de la enfermedad nos afecta a todos por igual.


En este mundo interdependiente, la incertidumbre y la vulnerabilidad nos han atropellado como nunca. Estamos aprendiendo que no hay respuestas sencillas y rápidas a problemas complejos, como es el caso del desconocido Covid-19, a pesar de ser de la familia conocida del coronavirus


Y sin embargo, la gente está pegada a su dispositivo móvil o a la TV, siguiendo minuto a minuto la evolución local e internacional de la pandemia. Ni los mundiales de fútbol habían logrado concentrar la atención de tanta gente y en un periodo tan corto. En esta ocasión, no se busca el entretenimiento, sino una respuesta, cualquier respuesta, que les devuelva la certidumbre y la tranquilidad.



Estas dinámicas nos están enviando un mensaje muy poderoso. Nos está obligando a entender, que en un mundo que puede cambiar rápidamente, necesitamos adaptarnos a la misma velocidad.


La lección: nos corresponde a todos asumir una responsabilidad colectiva si queremos salir vivos de esta pandemia. Estamos forzados a aprender que no hay respuestas simples a problemas complejos y desconocidos como el coronavirus.

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