Maltusianismo mundial, regional y a la colombiana
- Por: Ulises Redondo C.
- 24 mar 2020
- 3 Min. de lectura

La lucha del virus contra el sistema inmunológico es parecida en términos de resistencia a la lucha económica entre quienes tienen más y los que tienen menos. El poder del virus atacará a los más débiles que por edad son los viejos mayores de 60 años, por razones obvias, la máquina humana se deteriora con el tiempo.
Por supuesto, que también atacará a personas con menor edad, pero la ventaja para los más jóvenes es que se podrían sanar en 15 días, a la par que su sistema inmunológico crea el anticuerpos, lo que significa que no se volverán a enfermar por la influencia del virus. En el plano económico, la batalla también es desigual, siempre lo ha sido: el pez grande se come al pequeño, al más débil.
Internacionalmente existe una guerra titánica entre dos colosos del comercio internacional y las finanzas, Estados Unidos y China, en la que el primero quiere seguir reinando entre los pesos pesados imponiendo, en el mundo, el dólar como moneda de cambio mientras China en su intento iconoclasta pretende arrebatarle el reinado imponiendo el yen. ¿Quién triunfará en este combate de monstruos teniendo al Covid-19 como juez?
Al interior de los países-aldeas que gravitan en torno a esos dos poderes económicos mundiales, también hay luchas de menor calibre: entre los que gracias a la acumulación de grandes capitales ilegales o no, devorarán a aquellos medianos y pequeños acaparadores de capital, legal o no, que no han tenido la misma capacidad de los primeros.
Así pues, una firma comercial acaparará a otra, un consorcio financiero se tragará a un banco; un empresa de bienes raíces engullirá muchos más bienes, la mayoría de las veces comprando a precios por debajo de la media comercial. Esto ocurrirá por el desplome de muchas empresas medianas y pequeñas que no tendrán como sobrevivir ante el impacto negativo que la epidemia genera cuando se paraliza la fuerza laboral, decrece la producción y disminuyen las ganancias.
Este es un panorama a corto plazo, en caso de que se controle el virus. Ya China lo hizo, Estados Unidos no (¿a propósito?). Pero a mediano y largo plazo, la situación cambia si no se controla a tiempo la propagación del virus. En este aspecto, Colombia ha tomado medidas tardías. En este caso, no habrán reservas que aguanten, colapsará la producción y las ganancias, y el gobierno de Duque tendrá que recurrir a un mayor endeudamiento financiero con el Fondo Monetario Internacional, Banco Mundial, etc, entre otras cosas para salvar a la banca nacional, mientras que el dólar sale adelante, sin un rasguño y burlándose del yen en la parroquia macondiana. Las consecuencias no se harán esperar y serán de austeridad al máximo. Lo sufrirán los más débiles, lo pagarán ellos a pesar de su inocencia en el origen del mal. Saldrán crucificados una vez más, pagarán con despidos masivos de trabajadores, reformas laborales, pensionales, más semanas cotizadas, reformas leoninas al sistema de salud; mayor inflación, mayor privatización, más impuestos.
Pero además afincándose más la dependencia con los Estados Unidos, en este caso con la industria farmacéutica la cual según opinión de algunos científicos independientes ya fue creada la vacuna en el Estado de Massachusetts y está en periodo experimental.
No existe pasado ni presente en esta sórdida y malévola historia humana, solo hay cabida para un eterno devenir de lo mismo. Maltusianismo mundial, regional y a la colombiana: reducción de la población por coronavirus y los que vendrán; por agotamiento laboral: morirán los trabajadores en sus puestos de trabajo sin disfrutar la pensión, ahorro de años, con esfuerzos, que podría quedar en manos de los fondos privados si se aprueba la reforma en ciernes que ordena a estos depredadores de lo ajeno quedarse con ese ahorro en caso de fallecimiento del pensionado. Mayor desesperanza originada en un maligno control social, camino hirsuto, que cercenaría las ganas de traer hijos al mundo, mientras crecen las ganas de masturbarse, ganancia para la industria pornográfica y también, victoria para los que añoran bajas tasas de natalidad.
Por supuesto, saldrá victorioso el capitalismo, porque su lógica es la mayor ganancia a expensas de lo que sea, incluso por encima de la vida, como siempre ha ocurrido.
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