Un riesgo llamado Alex Char
- Por: Alberto Palencia
- 13 sept 2019
- 6 Min. de lectura

Hace poco ví el sketch de La Pulla sobre la familia Char de Barranquilla en donde no me quedó claro si el reportaje era para atacar a dicha familia, o para ensalzarla. Así de pobre me pareció la cosa. Creo que La Pulla quiso decir que los Char eran unos emperadores autocráticos, pero el reportaje, en ese estilo tan “saca-la-piedra” de La Pulla, no consiguió su objetivo. Sospecho que los Char respiraron aliviados después de verlo, pues la crítica resultó más benigna de lo que hubiera podido ser.
Y es que La Pulla falló en entender cuál es el problema de los Char tal como yo lo veo. Alex no es cuestionable porque sea un mal alcalde, o porque tenga plata, o porque su papá sea dueño de Olímpica y el Junior. Alex es cuestionable porque su talante es antidemocrático y representa un riesgo enorme para un país en su infancia republicana, ese es el problema.
Después de 25 años trabajando, casi siempre en ingeniería o lógica aplicada, he llegado a la conclusión de que en la vida todo se maneja a base de riesgos. En ingeniería todo se estima y se maneja en base a riesgos y, de manera acorde, manejar proyectos de ingeniería es mantener programas para la mitigación de dichos riesgos. Ese es el secreto de ser gerente, manejar riesgos. Los mejores gerentes y vicepresidentes son los que mejor anticipan los riesgos antes de que se vuelvan problemas y tienen planes de contención para mitigar esos riesgos. En eso se resume ser un buen gerente.
Haciendo una traspolación de ese concepto a la política, ese es el problema de Alex Char, a quien desde ya están haciéndole “grooming” para presidente en el 2022.
Lo siento con todos los barranquilleros fans de Alex, pero Char no puede ser presidente, ni en el 2022 ni nunca, el riesgo de elegirlo sería catastrófico para el proceso democrático de Colombia. Un individuo de ese autoritarismo, de ese talante tan antidemocrático, sería un segundo Uribe en la política colombiana, y ni a la Costa ni al país le conviene la elección de un Uribe version costeño.
Los Char de Barranquilla no se parecen a Uribe porque sean unos asesinos, pues ese no es el caso -aunque he sabido de gente que ha sido intimidada por oponerse a los Char de una manera u otra-, sino por su talante antidemocrático. El instinto árabe, y esto lo he dicho en repetidas oportunidades, es contrario a la democracia. Los Char han construido un sultanato en Barranquilla con la complacencia de los barranquilleros (aparentemente), pero ese modelo va a encontrar obstáculos en el resto del país.
Ese sometimiento gradual al que se ha visto sometida Barranquilla es, a mi modo de ver, un arreglo con el diablo. Los Char les dan obras (en ciertos sectores), felicidad (el Junior) y precios bajos (la Olímpica), y a cambio, los barranquilleros entregan sus derechos democráticos y su libertad de expresión. Los Char dicen cuando los barranquilleros deben reír, y cuando deben llorar; los Char determinan que es lo que los barranquilleros deben leer, y cómo se deben informar (El Heraldo y Zona Cero). Los Char le indican a Barranquilla qué deben comer, dependiendo de que está en oferta en la Olimpica.
Si en Barranquilla creen que ese es el rostro de la felicidad, allá ustedes, pero yo me rehuso a ser sometido de esa forma. La democracia, para que funcione, debe ir acompañada de libertad de expresión y estar libre de monopolios. Ese monopolio político-socio-económico al que ha quedado sometida Barranquilla en manos de los Char es una aberración de la democracia, un sometimiento tiránico de un pueblo sin sentido real de lo que significa la democracia. En Barranquilla creen que un buen gobernante es el que hace obras, y eso no es cierto. Con obras no basta. Un buen gobernante, uno verdaderamente democrático, también tiene que respetar la democracia y garantizar que todas las voces de la ciudad sean escuchadas. En Barranquilla la única voz es la del viejo Fuad, y con rebajas en la Olimpica no se mitiga esa carencia de pluraridad de opiniones. A Alex Char no le sacan ni una caricatura en Barranquilla.
¿Es ese el exitoso modelo que quieren exportar al resto del país? Gracias, pero no me interesa. De hecho, tan pronto Alex se lance al tinglado por la presidencia, le voy a dar palo todos los días, solo para ejercer mi derecho a la oposición y establecer una pluraridad de voces. Yo me rehuso a aceptar esa idea nietchzchiana del ´Súper Alex´ que quieren vender en Barranquilla. No existe el tal súper Alex. Alejandro Char es tan solo un producto de medios comprados para que hablen bien de él, como El Heraldo, y medios coartados para que no le saquen los trapos sucios. Si a Alex le hacen un “vetting”, tal como se le hace a los políticos acá en Estados Unidos, el tipo no llega ni a las primarias por la Presidencia.
Para empezar, está la vieja historia del origen de la riqueza de su padre, ensombrecida por la pérdida de visa a EE.UU. del viejo Fuad a principios de los 90s, lo que sugiere una fortuna poco “halal”, o “kosher”, para usar la expresión judía. Luego, está el escándalo de la Triple A con el consorcio Canal Isabel II de España, que nunca ha sido investigado con propiedad porque los Char tuvieron ´acciones´ en la Fiscalía de Néstor Humberto Martínez, ficha de Vargas Lleras, el mentor de Alex. A eso le sigue el escándalo de la urbanización que se le cayó a Alex en el sur de Barranquilla, y que fue indemnizada con plata del municipio. Y para rematar, está el escándalo de Odebrecht, en donde los Char son actores secundarios.
A todo eso hay que sumarle la supresión por vías poco ortodoxas de todo aquel que osa investigar a los Char. Echadas de medios, persecución, supresión de la información, gasto desmesurado en imagen para limitar la mala publicidad, etc...
En realidad, el prontuario de los Char es tan extenso, que la única razón por la cual Alex aspira a la presidencia en el 2022 es porque seguro se está diciendo: “Si Uribe pudo, yo también puedo”, y bajo esa lógica su aspiración tiene sentido. Varito ha bajado tanto el listón, que, prácticamente, cualquiera puede aspirar a la Presidencia. Pero en este caso entra en juego un factor que no le aplica a Uribe ni a ningún otro candidato del interior de país: Alex es costeño.
Lamentablemente, los costeños estamos en la misma situación de los negros acá en los Estados Unidos. Si vamos a poner un presidente, tiene que ser el mejor, un tipo íntegro y limpio como Obama, no un cualquiera porque un cualquiera sería desastroso para nuestra región.
Si la Costa Caribe aspira a poner a un candidato en el Palacio de Nariño, este tiene que ser un tipo inmaculado al que los cachacos no puedan atacar así tan fácilmente, y Alex no cumple con ese requisito, para nada. Es todo lo contrario. Una candidatura de Alex va a provocar la escarbada política más exhaustiva en la historia de la política colombiana y le van a hacer un daño a la Costa. Fuera de eso, es mejor que el candidato costeño a la presidencia sea un tipo de probado talante democrático, y no una familia que tiene montado un monopolio en una ciudad.
Y, yo, personalmente, tengo reparos que van más allá de la política. Por ejemplo: ese apellido, Char, no es árabe, es francés. ¿Por qué una gente venida del Medio Oriente cambió su apellido y adoptó uno francés? ¿A qué obedeció el cambio?, Segundo: casi con seguridad esos inmigrantes del Medio Oriente no eran cristianos. ¿Por qué no conservaron su religión musulmana al llegar a estas tierras? ¿Cómo fue el proceso de conversión al cristianismo? ¿Motivado por qué?
Yo soy un tipo de cepa liberal. A mi me importa un bledo si tu eres blanco o negro, rico o pobre, cristiano o musulmán, grande o chiquito, straight o marica. Si yo creo que tú eres el tipo adecuado (o la tipa), esas consideraciones me parecen innecesarias. Pero cuando alguien se cambia el nombre, y cambia de Dios como quien cambia de camisa, a mi me surgen dudas sobre la autenticidad y la honestidad de esa persona. Me queda una sensación de que no sé quienes son en realidad. Es como si estuviera lidiando con un impostor, con un espía mimetizado en nuestra sociedad que, en realidad, no es uno de los nuestros.
Y si ese colombo-árabe se junta con otros colombo-árabes como el Yuyo Daes para ejercer un monopolio en Barranquilla, me queda la sensación de que, llegados a la Presidencia de la República, estos Colombo-Árabes van a armar una conspiración para cagarse en los ´gentiles´ de Colombia.
Yo no sé quién es Alex Char, a pesar de que estudiamos en el mismo colegio. Y su monopolio en Barranquilla me asusta. Y lo peor es que, si viviera en Barranquilla, ni siquiera podría decir que me asusta porque vendría alguien a intimidarme.
Lo siento, pero el riesgo es demasiado grande. Lo último que necesita Colombia es salir de la finca de Uribe, para entrar en el Sultanato de Alex. Y esto les sonará a prejuicio, pero yo no creo en político turco. El único presidente sirio-libanés que hemos tenido ha sido Turbay Ayala, ¿y qué nos dejó? El Estatuto de Seguridad, corrupción en sus “justas proporciones” y un gran repertorio de chistes sobre su estolidez, nada más...
Colombia tiene que moverse hacia una democracia real, no hacia un sultanato... "
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