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Triste atracadero (I)

  • Por: Moisés Pineda S.
  • 16 sept 2019
  • 4 Min. de lectura


El debate electoral del mes de octubre del año de 1994 fue uno particularmente encarnizado en un municipio de treinta mil habitantes, con un presupuesto de menos de cien mil millones de pesos anuales que soportaba los efectos que sobre el turismo ejercían un servicio de agua potable inexistente, un servicio de energía intermitente, un desempleo en Barranquilla del 18% y una inflación bestial del 22.6%. a eso se le sumaba la pérdida del territorio y del situado electoral del Corregimiento de La Playa por iniciativa del Senador José Name Terán a favor de Barranquilla, y el avance de la Concesión Vía al Mar con su Peaje en “Los Papiros”, encabezada entonces por David Name Terán.


En ese escenario económico y político, la expectativa por la disponibilidad de medio millón de dólares adicionales para ser gastados a partir del primer año de Gobierno, explicaban el encarnizamiento. Veamos cómo se configuró esta “tormenta perfecta”.


En enero del año de 1994, se sancionó la Ley 110 por la cual La Nación se asociaba al centenario de la inauguración oficial del Muelle de Puerto Colombia que, en virtud de aquella norma promovida por el Senador Fuad Char Abdala, en lo sucesivo se llamaría “"Muelle o Camellón Cisneros", en homenaje a la memoria de su constructor”, el ingeniero Cubano Francisco Javier Cisneros Correa

En aquella Ley se ordenaron, con el visto bueno del Presidente Cesar Gaviria y el de sus Ministros de Hacienda y de Transporte, entidad a la cual estaba adscrita la propiedad de aquella infraestructura centenaria, varias partidas presupuestales. La naturaleza, monto y destino de las mismas reflejan la decisión del MOP de quitarse de encima ese “camarón”, las tensiones, las “discusiones bizantinas” y el desconocimiento acerca de lo que había que hacer con “El Muelle”.

Fueron quinientos millones de pesos que equivalían a USD 547.711. Sí. Más de medio millón de dólares que al cambio del día de hoy equivalen a unos $ 1.742.000.000.

El texto de la Ley es todo un compendio de obras que demuestran la falta de conocimiento acerca de la naturaleza del problema y de la utilización perversa del “Muelle” como un símbolo para conseguir dinero y obtener concesiones y ventajas. El hecho de que se ordene en esa Ley que esta infraestructura en lo sucesivo debería llamarse “Muelle o Camellón Cisneros” y que en todos estos 25 años en ningún documento, estudio, artículo, discusión o plan se le llame o identifique de esta manera, revela el carácter inane de la norma legal cuando esta no refleja ni el sentir, ni la identidad de una comunidad política que desconoce los méritos de la obra y los aportes que hizo su fundador a la historia económica, institucional, científica y tecnológica de Colombia y Cuba.



El que se determine equívocamente la naturaleza de su función utilitaria, indica que tampoco hemos aprendido a diferenciar un “muelle” de un “camellón”. Pero, para los legisladores y para los autores de la iniciativa, dio lo mismo una cosa que la otra.


Quizás por eso, por confundir una y otra, al momento de decidir qué hacer con el dinero, asumieron del paseo urbano, lo de las calles ajardinadas, el atributo ornamental y por eso decidieron asignar el 20% de aquella partida global para acciones de embellecimiento de la estructura. Eso quiere decir que en cosmética y maquillaje del “Muelle Cisneros”, se gastaron USD 109. 542 casi $349.000.000


El 40% de la asignación presupuestal se destinó para resolver problemas del acueducto municipal que en aquella época era “la vena rota” por donde fluían recursos oficiales sin control y en donde los ingresos eran pírricos ya que no existía micro- medición y el cobro de las cuotas mensuales asignadas era “selectivo”: en la práctica no se les cobraba el servicio ni a los compadres, ni a los electores. Lo recaudado era “plata de bolsillo”. Mansiones con piscina, spa, jacuzzi, campos de futbol con riego periódico, cocinas y baterías de seis o más baños, pagaban la misma factura que una casa de estrato 3 en el Barrio Montecristo en la Ciudad de Barranquilla. Los urinarios en los colegios, y en los negocios de restaurante, bares y cantinas carecían de controles que evitaran el desperdicio del agua tratada y, por supuesto, entre el Acueducto y Puerto Colombia las conexiones fraudulentas eran la práctica usual y tolerada.


Sin embargo, a pesar de que nada tenía que ver este problema con el objeto de la Ley se destinaron para este menester USD 219.084,44, ($696,688,538 de nuestra devaluada moneda de hoy)



El ahora Muelle Cisneros, para la dirigencia política y para los administradores porteños, servía de excusa con el fin de ´halar recursos´ de la Nación que se utilizarían en otros asuntos, justificando la asignación de partidas ´al desgaire´, insuficientes para resolver los problemas, pero sustanciosas al momento de gastar y pagar.


$100.000.000 de ese año (que hoy equivalen a unos $349.0000) se gastaron destinados a la construcción de un parque deportivo al que también se llamaría Cisneros. (Continúa)

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