Al filo del abismo
- Por: Francisco Manrique
- 2 sept 2019
- 5 Min. de lectura

La semana pasada tuve una invitación, como presidente del Concejo de Connect Región, para participar en un evento de la U Jorge Tadeo Lozano con algunos miembros de la Misión de Sabios convocada por el Gobierno Nacional. Son 47 personas las que han sido convocadas para ayudar a fijar el norte de la política de Educación, Ciencia, Tecnologia e Innovacion (ECTI) y del nuevo ministerio a cargo de estas áreas.
A continuación, algunas de mis reflexiones en relación a la perspectiva y expectativas que podría tener el sector empresarial, con relación al informe final que debe de ser entregado en diciembre.
sabio sabios
“Quiero remontarme en la historia. El 21 de julio de 1994, el Gobierno de Cezar Gaviria recibió el informe final de la primera Comisión de Sabios que había sido convocada en esa época. Su título era muy sugestivo y una invitación: “Al filo de una oportunidad”. En este informe, hay una Proclama escrita por Gabriel García Marquez que fue magistral: “Por un país al alcance de los niños”, que además de ser una joya literaria era una invitación inspiradora para el país.
De la lectura de este, me impresionó como pasaba el tiempo porque se acaba de cumplir 25 años desde su publicación oficial, pero que al volverlo a leer, es triste ver cómo el tiempo se congela en Colombia en temas como estos de su agenda fundamental. ¿Qué pasó ?
Para encontrar una respuesta a esa pregunta, fue muy útil repasar el informe. De esta lectura me han quedado claras dos cosas:
La primera de ellas, la Proclama de nuestro Nobel, enmarca los dos principales focos de preocupación de quienes formaron parte de este grupo de “10 sabios” colombianos. Para ellos, era claro en esa época, que la inversión en la educación de los niños y jóvenes, así como la formación de una capital humano avanzado en temas de ciencia y tecnologia, eran vitales para el pais.
Rodolfo Llinas, uno de los sabios convocados, escribía en su carta introductoria: "El futuro de Colombia va a estar profunda y directamente relacionado con la capacidad que los colombianos tengamos de organizar la educación; la hija de la educación: la ciencia; y la hija de la ciencia: la tecnología”.
Más adelante el científico colombiano afirmaba:; “¿Cuál es el punto más importante que hay que tratar? Tenemos que encontrar los conceptos y los marcos que permitan que la ciencia, el desarrollo tecnológico y la educación formen una estructura que se entienda como relevante para la sociedad en general. Lo básico es establecer tales marcos a todos los niveles, desde la escuela primaria hasta lo concerniente a la maquinaria política. Se requiere que se entienda en detalle: ¿Qué son y para qué sirven la educación, la ciencia y la tecnología?”
La segunda cosa que me queda clara, es que la Comisión de Sabios actual podría copiar sin rubor alguno, una buena parte de las motivaciones y recomendaciones dadas hace 25 años, actualizándolas con las realidades actuales y aprovechando los inmensos avances tecnológicos. Lo digo con respeto y sin subestimar los aportes que los miembros de la nueva comisión van a hacer. Sería construir sobre lo ya construido.
En mi opinión hay un hecho, las preguntas que dejará plantadas el Dr Llinas hace un cuarto de siglo, siguen sin contestar. Y si eran relevantes entonces, hoy deberían mantenerse como las preguntas fundamentales de la Comisión actual, pero subiéndoles mucho más el volumen. Veamos porque
No se puede negar, que en este periodo, Colombia ha venido avanzando en la parte cuantitativa de la Educación, pero claramente no lo ha hecho en lo referente a su calidad y pertinencia. Si como se mencionaba hace 25 años, la educación no estaba cumpliendo su objetivo de preparar a la gente para tener una mejor calidad de vida y ser más productiva, esta situación no ha mejorado a los niveles que las nuevas realidades nos imponen.
Peo también, han habido avances en cuanto a la formación de grupos de investigación, más doctores y hay más recursos para invertir en CTI, como lo mencionó la Vicepresidente Martha Lucía Ramirez, en su discurso de lanzamiento de la nueva comisión, en febrero de este año . Sin embargo, comparándonos con otros países del mundo y en la región, quedamos muy mal parados y la brecha se aumenta cada vez mas.
Igualmente vale la pena resaltar el nacimiento de nuevas instituciones que abordan los temas de CTI como Connect BOGOTÁ, Innpulsa, y el Centro para la Cuarta Revolución en Medellin, así como que hoy hay más colaboración entre instituciones que hoy existen, y que antes no se reconocían, como hoy pasa en Bogota.
Pero, a pesar de los avances, lamentablemente los problemas mencionados no son los únicos. En Colombia no hemos entendido que no es suficiente hacer mejoras a nuestro ritmo, porque el resto del mundo se mueve mucho más rápido que nosotros, y en una carrera cada vez más vertiginosa, cuyas reglas parece que no entendemos o ignoramos irresponsablemente.
Por estas razones, no hay el sentido de urgencia en nuestra agenda nacional, que nos invite a pensar diferente y poder cambiar nuestra realidad de manera acelerada, para así poder cerrar las brechas crecientes que tenemos .
El punto anterior sirve para explicar porque es tan difícil que tengamos en Colombia conversaciones de futuro que nos inviten a pasar las páginas de nuestra historia. Hay excepciones, como esta semana en la Tadeo. Hay que entender que se requiere liderazgo para que esto suceda, pero que en mi opinión, ha estado lamentablemente ausente de nuestra realidad nacional. Ojalá la Comisión sea una oportunidad que se aproveche para cambiar de rumbo.
Esta situación nos muestra el porqué, CTI no es un tema prioritario de la agenda pública ni la privada, como tan poco lo es, la mejora culitativa de la pertinencia del sistema educativo. Para no mencionar otros temas de gran relevancia, relacionados con lo que yo he llamado nuestra infraestructura mental. Esta se relaciona con la cultura ciudadana, la cultura artística, el capital humano, empresarial e institucional, y el liderazgo colectivo
La razón de mis reflexiones, es porque este descuido, afecta de manera profunda la capacidad de avanzar de la sociedad en general, de la respuesta que se espera de las instituciones del Estado a las expectativas ciudadanas, de la formación relevante que se espera de las entidades educativas de todo orden para tener el capital humano que necesitamos, y de ayudar a las personas, sin distinción de género o de edad, para que puedan ser útiles y tener una mejor calidad de vida.
Y si no entendemos la razones anteriores, nos vamos a quedar cada vez más rezagados en la carrera del desarrollo y la competitividad global.
Comments