Cobarde..!
- Por: Víctor Herrera M.
- 14 feb 2019
- 3 Min. de lectura

Escalofriantes resultaron las cifras que recordó recientemente en Barranquilla el Procurador General de la Nación, Fernando Carrillo, que ratifican los últimos datos de Medicina Legal y Ciencias Forenses por año. En Colombia en 2017 hubo 42.592 agresiones contra mujeres, siendo Atlántico el cuarto departamento del país con 2.039 casos, de los cuales 1.285 se cometen en nuestra ciudad (en promedio 4 por día) a su vez la cuarta del país con más casos de este tipo.
Lo más grave es que estos datos solo corresponden al 20% de los reales pues se considera que en Colombia el 80% de estas agresiones no son denunciadas y por lo tanto registradas. Las víctimas no denuncian por varias razones: la dependencia económica del victimario, el temor a represalias, la vergüenza ante sus familiares y amigos, el respeto por las tradiciones, la responsabilidad en la crianza, la subordinación sicológica al agresor, la ineficacia del aparato administrativo o judicial, la re-victimización, etc.
A pesar de las múltiples campañas y de las plausibles acciones de las ONG y organizaciones de familia tratando de contrarrestar el fenómeno este parece va en aumento. De hecho, tal parece que muy pocos conocen la ley 1257 del 2008, pues son muchos los que la dejan de utilizar en su provecho.
Creemos que pueden ser los tecnicismos los que no han dejado penetrar claramente el mensaje. Esas nuevas calificaciones idiomáticas sobre el fenómeno son quizás las que han impedido comprenderle cabalmente: Feminicidio, Violencia de Género, comunidad LGBTI, Violencia Cruzada, Maltrato de pareja e infantil, Violencia intrafamiliar o Depredador Sexual son términos difíciles de asimilar por el grueso de la población vulnerable que es donde ocurre la mayoría de estos episodios.
Se nos ocurre una palabra que seguramente está en el inconsciente de todos nosotros y que denota una categoría muy clara y específica. Se trata de COBARDE, que tiene dos acepciones: por un lado, define a aquella persona que se vale de su condición superior o de fuerza para realizar un acto de agresión contra el más débil o indefenso. Y por el otro a aquella que no se atreve a asumir una actitud valiente para evitar, precisamente, que se inicie o continúe una agresión.
Justamente estas dos acepciones se aplican al caso que nos ocupa. Por un lado es Cobarde quien se atreve a agredir – sea física, sicológica o económicamente – a una mujer, a un niño, a un anciano, a una persona que padece alguna incapacidad o que se encuentra en condición de debilidad o indefensión. Pero también es Cobarde la victima quien por temor o por las razones que ya mencionamos antes no se atreve a denunciar a su agresor ante las autoridades o los medios.
De hecho, cuando a una persona la califican con el adjetivo de “Cobarde”, que denota vergüenza y ataca justamente su autoestima, no solo le indica claramente lo errada de su conducta si no que le induce a asumir una diferente.
De tal suerte que se pudieran adelantar unas campañas promocionales a través de los medos de comunicación y las redes sociales basadas en frases como por ejemplo: “No seas Cobarde..!!” que, reiteramos, connota el hecho de que no se debe emplear la violencia contra una mujer o un niño, pero también que si se es víctima de una agresión se debe denunciar al culpable.
La idea en general es que por andar con tecnicismos y eufemismos para describir esta condcuta nos hemos olvidado de enviar un mensaje claro, preciso, conciso y de fácil recordación para la mayoría de quienes lo deben entender.
@vherreram.
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