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La Caravana Centroamericana

  • Por: Víctor Herrera M.
  • 15 nov 2018
  • 3 Min. de lectura

Las cruciales elecciones legislativas en Estados Unidos han sido influenciadas por factores como las cartas bombas, la agresión antisemita y la política migratoria encarnada en la “Caravana Hondureña”.


Llama la atención que al poderoso de Norteamérica – tradicional potencia económica y militar, hoy con un dólar fortalecido y el nivel de desempleo más bajo de los últimos 40 años – le preocupa la “invasión” de unos 7 mil hondureños a su país. Qué diríamos en Colombia – inmersa en un hueco fiscal, con la siembra, producción y tráfico de cocaína más alta de su historia, con una guerrilla activa y su sistema de salud en colapso – cuando hemos recibido más de un millón de venezolanos en los últimos 3 años…?



El espectáculo inhumano de la marcha de centroamericanos desesperados por la situación de pobreza y criminalidad de sus países, atravesando miles de kilómetros para cumplir el “sueño americano”, nos remite obligatoriamente a la dramática historia de las relaciones entre los EEUU y estas naciones, empezando por la “Doctrina Monroe” de 1823 que no permitía la intervención de las potencias europeas en los asuntos internos de las repúblicas del continente americano que se habían independizado de aquellas.


Un magnífico libro escrito a 4 manos, hace apenas unos meses, por el profesor Roberto González de la Universidad del Norte y el historiador cubano Sergio Guerra. titulado “Dictaduras del Caribe”, nos recuerda la política de expansión de los EEUU hacia el resto del continente que se materializó con la apropiación de Panamá en 1903 (a expensas de Colombia), el aprovechamiento de la quiebra fiscal de República Dominicana bajo la doctrina de la “Intervención preventiva”, la intromisión en Cuba, Nicaragua, México, Haití y la compra de las Islas Vírgenes a Dinamarca en 1916.


Dicen los autores que: “…Como parte de esa política desenfrenada, Estados Unidos logró convertir al Caribe en un verdadero Mare Nostrum norteamericano, mediante una brutal expansión intervencionista (garrote) y los más sutiles mecanismos de dominación económica (diplomacia del dólar) supuestamente dirigidas a sustituir las balas por el capital…”.


La literatura por su parte ha sido fecunda en detallar los horrores de las dictaduras – Gómez en Venezuela, Machado y Batista en Cuba, Trujillo en República Dominicana, los Somoza en Nicaragua y los Duvalier en Haití, entre otras – que apoyadas por los norteamericanos sumieron en una delicada situación política y económica a la región hasta hace apenas unas décadas. Están, por ejemplo, “El señor Presidente” (Miguel Ángel Asturias), “Póker de Espanto en el Caribe” (Juan Boch), “El Otoño del Patriarca” (Gabo) y “La Fiesta del Chivo” (Mario Vargas Llosa). Un viejo refrán lo recuerda: “…Cuando Estados Unidos tose, Centroamérica se resfría…”.


Luego de la segunda guerra mundial el “Plan Marshall”, la “Doctrina Truman” y la política del “Buen vecino” fueron estrategias que contribuyeron al control económico y político de EEUU en la región en plena guerra fría, tratando de evitar la intromisión de la Unión Soviética.



Más recientemente el gobierno norteamericano apoyó a las fuerzas del gobierno de El Salvador contra el Frente FMLN en la cruenta guerra civil de 1980 a 1992. Y en el propio Honduras legitimó el golpe de Estado que derrocó a Manuel Zelaya (presunto instigador de la caravana) y apoyó al gobierno del actual presidente Juan Octavio Hernández, a pesar de acusaciones de fraude.


Más que represión esta caravana centroamericana debería propiciar en el gobierno de EEUU un compromiso decidido con el progreso de sus países de origen, pues recordemos que: “…No está tranquilo el Palacio, si la Choza no es feliz…”.


@vherreram

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