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La corrupción es la causa de la polarización política que vive Colombia

  • Por: Ulises Redondo  C.
  • 28 may 2018
  • 3 Min. de lectura


Algunos dirigentes políticos y sectores de la población expresan, que desde la perspectiva política el país está polarizado, pero no explican las causas de ese fenómeno político actual.


Da la impresión que la polarización es ideológica y que en un extremo está Petro con su “castro-chavismo” y por el otro lado está la ultra derecha personificada en el binomio Uribe-Duque representando la continuidad del poder mafioso aliado a las sectas religiosas non sanctas. La realidad en esta coyuntura actual es otra y seguiría siéndolo si los personajes fueran otros.



El país está polarizado por una sola razón: los colombianos -en su inmensa mayoría- se hastiaron de la corrupción, y ese descontento popular lo capitaliza Petro. Es Petro, pero pudo ser cualquiera que se atreviera a liderar la lucha contra el flagelo de la corrupción mediante la cual dirigentes políticos y dueños de empresas contratistas sustraen ilegalmente del erario $54 billones anuales.


Son los carteles de la contratación, lideradas por Odebrecht y grandes firmas de ingeniería de Estados Unidos como CB&I, encargada de la ingeniería, compras y construcción de Reficar y Foster Wheeler, una firma de consultoría e ingeniería, que tenía la gerencia del proyecto así como de labores de supervisión y control de Reficar; son los carteles azucarero, del cemento, del papel, de la hemofilia, de los medicamentos, del papel higiénico, de los cuadernos, de la chatarrización, del ganado, mientras que para exonerarlos o dilatar culpabilidades y juicios estuvo el cartel de la toga, que infortunadamente convirtió a la Corte Suprema de Justicia en una guarida hasta entonces inimaginable: Para aliviar cargas de responsabilidad con la justicia también estuvo el zar anticorrupción de la Fiscalía General de la República, Gustavo Moreno Rivera, hoy extraditado hacia los EE.UU. No puede ser más desatinada la expresión de quienes dicen que uno de los polos es la izquierda y yerran más aún cuando afirman que Petro la representa. La izquierda es en Colombia una lánguida expresión política mientras que Petro se deslindó hace muchos años de las concepciones ideológicas de izquierda. Basta leer su programa de gobierno para saberlo.



La polarización no es entre ideologías de izquierda y derecha o ultra derecha. Es entre inmensas mayorías de la población cansada de la corrupción y dirigentes políticos y empresarios ´carteleros´ corruptos. Ni siquiera el proceso de paz entre el gobierno y las FARC suscitó tantos adeptos como el repudio hacia la corrupción. La consigna es detenerla para impedir que ahonde aún más la brecha entre opulencia y miseria.


La corrupción y sus efectos derivados en delitos conexos de narcotráfico, homicidio y genocidio es la principal causa de esta cruzada ´anti´ que tal vez ni el mismo Petro imaginó que tuviera tanta acogida. Lo que Petro inició fue una acción humanista tendiente a luchar por el derecho universal a la vida y todos los que de él se desprenden, aunque lo cierto es que para defender la vida es un imperativo insoslayable luchar contra la corrupción.

Petro encarna la opción del humanismo ante una Colombia herida de muerte, vapuleada por la corrupción sin escrúpulos y sin límites. Pero el humanismo no es una ideología ni un partido político, hasta ahora. El humanismo es un sentimiento, es inteligencia sentiente que se aferra al derecho a la vida digna. Para ser humanista no es necesario ser porta estandarte de ideales socialistas, de izquierda. Cualquiera que sienta entrañablemente situaciones de injusticia podría ser el cuasi perfecto humanista. Humanistas son los ambientalistas, los defensores de derechos humanos, algunas personas ricas dedicadas a la filantropía, algunos sacerdotes cristianos de base, un puñado de jerarcas de la iglesia católica, contados pastores evangélicos, laicos y religiosos comprometidos con el evangelio del amor predicado en sus inicios por Jesús de Nazaret.


Está polarización no es espontanea, ni casual, ella tiene muchos responsables. La responsabilidad recae principalmente en dirigentes políticos que han cohonestado con la corrupción, un monstruo de mil cabezas creado por ellos. La polarización podemos describirla como la lucha a ultranza de los colombianos decentes contra un monstruo de mil cabezas creado por quienes ahora cabalgan sobre él monstruo para pretender seguir andando al galope, llenando de hambre, muerte y desolación este esquilmado territorio.

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