El caso Aída Merlano
- Por: Moisés Pineda S.
- 26 mar 2018
- 6 Min. de lectura

No soy su amigo personal. El conocimiento que tengo de ella y de sus ejecutorias es el que nace de su notoriedad pública. No más.
A riesgo de ser masacrado, luego de leer las publicaciones que se han hecho en medios locales y nacionales, valiéndome de mi propia experticia y razonamiento, me tengo que hacer las siguientes preguntas:
1- Considerando: a- Los tiempos de "reacción" de la Procuraduría y de la Fiscalía, b- El hecho de "haberle caído a Barranquilla y no a otra Ciudad del Caribe, o de Colombia; c- El focalizarse en una "casa política y "sus redes",
¿No será este un mensaje de Germán Vargas Lleras para toda la clase política regional, que viene haciendo reuniones ´de bajo perfil´ a la ´chita callando´, con Álvaro Uribe Vélez e Iván Duque?
Un mensaje, un "coscorrón" del tenor de: "se me alinean todos o los jodo parranda de hp's" Algunos medios nacionales, "El Celular de Lucho", ya se han referido a esta proverbial conducta del Clan Char cuando afirma que ya le habían dado ese "ultimatum" de los Char diciendo que le habían dado plazo hasta el 30 de Abril (¿por qué tánto tiempo?) para "despegar" en su, hasta ahora, descaecida candidatura.
Esta reflexión, por lógica, me lleva a la segunda:
2- Al analizar el entramado de las argumentaciones que llevan desde la existencia de una infraestructura administrativa compleja, con una dotación de tipo tecnológico altamente sofisticada- condiciones de la modernización- hasta la conclusión/acusación de que se trataba de una operación de compra de voos, me obligan a preguntar si la Fiscalía General de La Nación está en condiciones de desvirtuar varios argumentos de defensa.
El primero tiene que ver con el derecho de toda organización política para identificar, carnetizar, georreferenciar, singularizar, orientar, seguir, evaluar y fidelizar el comportamiento, no solo de sus elegidos, sino también el de sus miembros, adherentes, coaligados y simpatizantes.
El segundo argumento, sobre la base de que se trata de una organización política y no de un club social, apuntaría al derecho que tiene la organización política para conocer/saber , y el deber que tienen sus miembros y coaligados para responder por los resultados en términos de votos depositados como materialización del comportamiento de sus seguidores inmediatos.
El tercer argumento, como consecuencia de los anteriores, y a tono con las disposiciones legales, es el deber que tiene la organización de entregar loa recursos necesarios para darle un soporte logístico que permita la motivación del elector (filosofía, propuestas, ideas), el desarrollo de las habilidades para hacer eficáz su derecho a votar (publicidad, pedagogía electoral) su movilización en condiciones de dignidad y de comodidad (transporte, refrigerios, alimentación) etc...
El cuarto argumento, propio de cualquier empresa, estaría determinando por el establecimiento de estándares de desempeño sobre resultados para la aplicación de una evaluación en la que primen criterios de calidad y equidad en el que se premian los logros sobresalientes, se reconoce el desempeño adecuado y "dejan de premiarse" los comportamientos deficientes y se toman correctivos respecto de personas, procedimientos y procesos.
El quinto argumento tendría que ver con el principio de proporcionalidad y equidad en la asignación de los recursos económicos permitidos por la Ley.
Esto situaría la responsabilidad de toda la actuación en los líderes que, en su condición de concejales, ex concejales, diputados, ex diputados, Representantes y Candidatos a la Cámara en distintas jurisdicciones, reciben los recursos de todo tipo y le responden a la organización por su adecuado uso y por los resultados convenidos.
Frente a esta lógica, ¿qué puede hacer la Fiscalía?
¿Tiene acaso a algún "vendedor", o algún "comprador" de votos, que se haya acogido al "principio de oportunidad" y esté contando la verdad verdadra?
Estas reflexiones, me llevan a una tercera.
Si de lo que se trata es de un "mensaje cifrado" dirigido a López (Pumarejo) para que lo entienda Laureano (Gómez), cosa que ha obligado a reuniones secretas "para ver cómo se recompone la vaina", y si como de los entresijos del contenido mediático se pone de relieve, cabría concluir, entonces, que estamos asistiendo a un "parto de los montes".
Un ruidaje como de ciclón, con estremecimiento telúricos, para terminar en un "peo de mariposa".
La historia barranquillera muestra que esto siempre ha sido así.
Desde los tiempos en los que esa misma "casa política" reunía por centenares a sus electores en un improvisado corral que armaban en la esquina de la calle 70 con carrera 54 para entregarles la papeleta con la que votarían, conducirlos como en medio de un "corredor polaco" a votar en Bellas Artes, para luego darles el correspondiente pastel trifásico, la botella de Ron Blanco, la contraseña para que reclamaran los materiales en la ferretería del barrio y montarlos luego en los buses de regreso a sus tugurios.
Llegaba la policía, decomisaba, detenía, conducía y a los tres días, nada más pasaba.
Igual cuando en la oficina de otro Jefe Político, la Fiscalía allanaba para encontrar centenares de cédulas retenidas para controlar la zonificación sucesiva de sus "electores cautivos".
Se judicializaba a los "delincuentes" y, en cuestión de días, el Juez de Garantías declaraba ilegal la captura o el de conocimiento consideraba que las pruebas aportadas no eran suficientes para configurar el delito imputado. O, finalmente, no había méritos para imputar cargos.
Mientras tanto, centenares de notas periodisticas sobre la corrupción al electorado llenaban páginas y los titulares ocupaban los microfonos en los cuales la gente, anónimante, contaba lo que todo el mundo sabía.
Digo "la gente", para referirme a los que venden su voto que, según los estudiosos del tema no alcanzan a ser el 10% de los sufragios con los que se elige un dignatario, se alejó de toda consideración moral para entrar a formar parte de una especie de "juego social" en el que aprendió aquello de "recibanle el billete y en el cubículo voten por nosotros".
Así, para "asegurarse", el político aprendió la regla de que en ese "nicho del mercado" si querían sacar 10 votos "había que comprar 20" y en el desarrollo del mismo, como ocurre en cualquier mercado de oferta y demanda, aparecieron estructuras de intermediación como "Los Mochileros" y "Los Puya Ojos".
De entre estos, como síntoma de una ´madurez´, al igual de como pasa en Bogotá, ambos encontraron en el espacio destinado a los ediles uno de Legitimación política y económica y de movilidad social que ha ido profesionalizando su gestión.
Se ha dado paso del voto comprado al voto de clientelas reduciendo significativamente la compra-venta y privilegiando el del intercambio de favores y la mediación de servicios de Gobierno.
Hoy, puede afirmarse que la estructura simple del do ut des ha sido reemplazada por otras redes de clientelas mucho más eficaces al momento de requerir el respaldo electoral.
Muchas de ellas, se mueven bajo la estructura de redes clientelares en las que los antiguos capitanes, luego de convertirse en mochileros, ahora compiten por hacerse elegir en una Junta Administradora Local.
Las JAL son como una "autopista" de promoción social, económica y política. Igual el antiguo Mochilero busca espacio como empleado público, contratista, proveedor o beneficiario de los servicios estatales. En este escenario del "mercado electoral", hay un residuo, un marginal del mercado, "El Puya Ojos", personaje ampliamente reconocido y reconocible que asume unas "funciones decorativas remuneradas" y de "baja rentabilidad electoral".
Algunas de ellas son las de "marcaje territorial" permitiendo poner afiches, pendones y pasacalles en la vivienda o en el amoblamiento urbano próximo a ella; "hacer bulto" asistiendo a reuniones políticas y a eventos sociales y masivos, alrededor del candidato; actividades de promoción y difusión publicitaria portando gorras, luciendo camisetas, cuidando grillos que van cambiando con el paso de los días y de las horas.
Político que se atiene a ellos, ´está frito´.
En ese segmento de "Los Puya Ojos", pues, lo que cualquier político hoy busca es que su ´inversión´, sea más rentable en ese segmento del 10% de sus votos.
En el de los antiguos Mochileros, hoy convertidos en Ediles o en candidatos que pujan por hacerse a esos espacios sacando a sus competidores o los líderes sociales, el papel más delicado y crítico que debe asumir una jefatura política es el de garantizar igualdad de oportunidades para la promoción política de ellos.
Una de tales medidas tiene que ver con la asignación de recursos y la participación en lo que se obtiene en materia contractual o burocrática.
En este escenario de la Gestión Política, los grupos que han desconocido las expectativas de promoción política de militantes, coaligados, simpatizantes
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