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¿Elector o cómplice?

  • Por: Víctor Herrera M.
  • 10 mar 2018
  • 3 Min. de lectura


Este domingo surge una extraordinaria oportunidad para que, mediante el voto, las cosas en Colombia puedan cambiar tal y como lo desea la gran mayoría. En efecto, se realizan las elecciones para escoger a los miembros del Congreso de la República durante los próximos 4 años con la novedad de que esta vez habrán 10 nuevas curules ocupadas por miembros del nuevo movimiento de la FARC, como resultado del Acuerdo de Paz al que llegó este gobierno y el otrora grupo subversivo.


Los aptos para votar tienen uno de dos comportamientos que asumir ante este compromiso democrático: o escogen libre y voluntariamente la opción que mejor les parezca (incluido el Voto en blanco), o simplemente se convierten en cómplices de lo que ha venido ocurriendo en las últimas décadas en el país.



La primera opción se basa en el derecho constitucional que le asiste al ciudadano de elegir o ser elegido (art.40 C-N.) como principio fundamental de nuestro sistema democrático. Pero es bueno aclarar que esta premisa se fundamenta en la libertad que posee el ciudadano para ejercer ese derecho al voto.


El escritor y filósofo español Fernando Savater llega más allá cuando nos dice que esa libertad de elegir es uno de los fundamentos de la ética: “Por eso los hombres nos equivocamos y nos defraudamos, y cometemos atrocidades, pero también, gracias a eso, podemos transformar nuestra vida, inventar sus contenidos..”.(Ética de Urgencia. 2012)


El otro camino es el de la complicidad para preservar en el poder un régimen retorcido que vulnera cada vez más a los ciudadanos en sus derechos fundamentales. Esta segunda opción se manifiesta de dos maneras.



La primera es ilegal y delictuosa. En efecto, el Código penal colombiano en su artículo 390 expresa que: “..El sufragante que acepte la promesa, el dinero o la dádiva con los fines señalados en el inciso primero(“..consigne su voto en favor de determinado candidato, partido o corriente política, vote en blanco o se abstenga de votar..”), incurrirá en prisión de 1 a 2 años..”.


Quien lo hace es un delincuente, además de ser parte de un círculo vicioso de cada cuatro años en donde el político compra los votos con los dineros que obtuvo a través de actos de corrupción y con esa votación se hace reelegir para luego, con los dineros públicos que vuelve a robar, reinvertir en comprar los votos, en un sistema perverso en donde el verdadero idiota útil es el elector.


La otra forma es la de la abstención por apatía, frustración, decepción, incredulidad, indiferencia o simplemente pereza en la que el ciudadano no vota.



En estos dos últimos casos el ciudadano sacrifica la posibilidad de que más colombianos gocen de un trabajo digno con prestaciones sociales y seguridad para su vejez a través de una pensión. De paso, incrementa el flujo de mendigos profesionales receptores de dádivas (que debiera obtener como un derecho garantizado en la constitución)a través de programas asistencialistas (clientelistas..?) del gobierno como “Familias en Acción”,”Sisben”, “Jóvenes en Acción”, “Colombia Mayor”, ”Ser pilo Paga”, “ Mi Casa Ya” y una gran variedad de subsidios. Así mismo, se exime de reclamar por la mala calidad de la educación o de la alimentación escolar de sus hijos, por el no acceso a la educación superior gratuita y de calidad, por no recibir su familia unos servicios públicos eficientes y económicos, por no ser atendidos con prontitud y eficiencia en centros de salud, porque no aumenten desmesuradamente los impuestos, en fin.


Este domingo usted escoge: ser elector o cómplice.

@vherreram

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