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Puente Pumarejo y vía Barranquilla-Ciénaga: camino a ser elefante blanco y promesa incumplida

  • Por: Ricardo Buitrago C.
  • 23 ene 2018
  • 3 Min. de lectura

“Que se agilice la construcción del nuevo Puente Pumarejo” dicen unos; otros, como el director de la Cámara Colombiana de Infraestructura Norte (CCI), afirman que “no hay ningún afán para entregar este puente de lujo, de tres carriles de ida y tres de venida, si a la fecha no han adjudicado, ni contratado absolutamente nada de la vía Ciénaga-Barranquilla”. Posiciones estas antagónicas pero sintomáticas de la ingenua ensoñación con la que soportamos, sobre promesas politiqueras gaseosas y etéreas, el falso desarrollo de un importante sector de nuestro Caribe Colombiano.

Empezamos a soñar cuando nos ofrecieron la montura -al puente me refiero- antes de adquirir la bestia a la cual se le iba a colocar: la vía Barranquilla-Ciénaga. Ahora, no sabemos cómo darle forma a ese sueño que, con la aparición de una imagen cada vez más clara de un elefante blanco, va camino a convertirse en pesadilla. Ya la majestuosa obra no se entregará este año, anuncia la CCI seccional norte, será, en el primer semestre del 2019, aproximadamente en marzo, afirmó. Las razones esgrimidas por la CCI, por lo rayanas en lo absurdo, -el gran caudal del río”, por ejemplo- parecen más una manera de escudar al gobierno que de desnudar la realidad.


Lo único cierto de todo este entramado es que para que la nueva fecha de entrega se cumpla el Invias habrá de prorrogar el contrato, en fecha que aún no se ha determinado, previo el otorgamiento de las reservas presupuestales requeridas. ¿Será que las hay? Mientras, la vía que debería ser la razón de la existencia del puente y no al revés permanece en el limbo de lo indeterminado; no tiene contrato, ni diseño, ni licencia ambiental, ni plan de financiamiento y mucho menos presupuesto.

¿No se le da el apelativo de “elefante blanco” a las obras publicas que, por sus características, por su inconclusión, o su imposibilidad de integrarse al entorno no tienen la utilidad para la cual fueron diseñadas?

Seamos realistas, pongamos los pies sobre la tierra, dejemos de soñar. Nos mamaron gallo nuevamente con promesas político electoreras reeleccionistas. La vía Barranquilla-Ciénaga con el cumplimiento de los requisitos ambientales que hoy se imponen, esta muy lejos de pasar de sueño a realidad. La Agencia Nacional de Licencias Ambientales (ANLA) no ha definido la alternativa ambiental adecuada para realizar la vía. Todo apunta, y así debe ser, que se necesite un costoso viaducto. El gobierno insiste en que se haga por APP y eso financieramente es inviable.


Si el Gobierno vendió Isagen para impulsar las 4G, ¿por qué no destina alguna parte de las ganancias para hacer mejor este trazado?” afirmo, con justificada razón, la connotada dirigente Sandra Vilardy, una de las investigadoras que mejor conocen y más han estudiado el ecosistema de la Ciénaga Grande. Pero las palabras de Vilardy se las lleva el viento; a nuestra dirigencia política no le parece injusto que el Gobierno Nacional se haya negado, sistemáticamente, a abordar el tema de la vía Ciénaga-Barranquilla, mientras destinó obras por entre 13 y 15 billones de pesos para las autopistas de la montaña en Antioquia.

¿Cuál es la diferencia o el origen de esa actitud? Que aquí salimos a complacer al gobierno en las contiendas electorales para recibir promesas, -que en eso quedan- mientras que allá el gobierno busca complacer a los paisas para amainar las criticar, requerimientos, y exigencias que ellos hacen, dándoles obras y luego, sí, pedir respaldo electorero que no siempre obtiene.

Llega una nueva contienda electoral lo que presagia una nueva andanada de promesas que quedaran, como la vía, en sueño. ¿Y nuestra dirigencia? ¡Bien gracias, lagarteando prebendas burocráticas! ¿Y nosotros? ¡Aquí, pasivos, soñando!

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