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Cachacos vs costeños

  • Por: Moisés Pineda S.
  • 27 oct 2017
  • 3 Min. de lectura

Me ha llegado un material gráfico que obliga a hacer unas reflexiones acerca de la "átavica guerra" entre cachacos y costeños que se aviva cuando las razones y los argumentos empiezan a escasear y se necesita contar con un mundo sin matices, e irracional, para poder avanzar.


No hay espacio para la razón. Se es es amigo, o se es enemigo. No hay matices. No hay oportunidad, ni legitimidad para la discrepancia.


"La Academia", en política- como lo dijera sin ruborizarse Vivian Morales en el debate de control político sobre la corrupción y como vocera del Partido Liberal (¡!)- no tiene legitimidad en la formación de la gobernanza democrática, como tampoco lo tienen las ONG's (No mencionó a las Iglesias). Hoy la Ciencia y la Academia no marcan el norte, sino que solo deben ser instrumento (si es conveniente).



Sin embargo, persisto en el intento.


Cuando la Costa Caribe miraba hacia el mundo y era la proveedora de Las Antillas, fué próspera y cosmopolita y los departamentos del interior buscaban ser sus socios comerciales.


De hecho, el surgimiento de Barranquilla fue posible gracias a la asociación entre las elites de la Ciudad con las de Antioquia, Cauca y Santanderes y las extranjeras que llegaron desde Riohacha, Santa Marta y Cartagena.


Cuando las elites empresariales de la Costa rompieron esas alianzas para empezar a mirar hacia Bogotá, la Costa se arruinó.


Aquellos errores los propiciaron los políticos, los de aquí y los de allá. Ávidos de pitanza, fragmentaron la unidad de las antiguas gobernaciones (Boĺívar se dividió en Bolivar, Atlántico, Sucre y Córdoba y Antioquía tomó una parte. Magdalena dió origen a Magdalena, Cesar y Guajira al tiempo que Santander le mordió un pedazo), complotaron entre sí y Bogotá los alineó a su favor para presionar y someter a los antiguos socios de la Costa (Antioquia y Cauca).



Hay un libro llamado "El Chocorazo" que describe la manera cómo las elites barranquilleras y guajiras fueron cooptadas por los Bogotanos y Boyacenses para hacer estallar la unidad costeña.


Compraron la lealtad de esas élites para elegir a Rafael Reyes y "ahogar" al Candidato Cartagenero Joaquin F. Vélez, quien perdió la Presidencia de la República por una decena de votos que nunca se emitieron y que se "formalizaron" en el Registro de Padilla.


Hoy, los políticos nuevamente imponen la narrativa en contra de "los cachacos", no para unir a la Costa, sino para prevalecer como castas parásitas que medran en las tetas de erario.


Mientras tanto, los restos del empresariado fabril buscan otros lares. Total, parafraseando a Marx "el capital no tiene patria, ni principios, solo intereses".



Entretanto, Bogotá, a través del presupuesto sojuzga a unas élites comerciales y políticas que se proclaman libres y autónomas pero que no pueden vivir sin ella.


Cuando privilegiemos el análisis de la economía global en el debate público, cuando miremos hacia el comercio mundial que cruza frente a nuestras narices por el Mar Caribe, entonces nos percataremos de quiénes pueden ser nuestros socios y cuáles son nuestros competidores.


Lo que pasa con la Selección Nacional de futbol, lo que nos pasó con el diferencial de fletes que se le impuso a la que fue la próspera industria marroquinera y textil de Barranquilla, lo acaecido entre la Ley de Puerto Libre de San Andres y la de Zonas Francas Aeroportuarias; lo que está pasando con las Regalías y la de Nacionalización interior de Mercancias que ingresan por el río desde el mar; lo que nos viene ocurriendo con la recentralización del país, son procesos que debieran interesar a los estudiosos y los ´ciudadanos´ debiéramos entender que nunca, nada de eso que nos ha afectado negativamente, hubiera ocurrido sin los votos de los políticos de La Costa Caribe.



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