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El fantasma del ´Castrochavismo´ enloqueció a unos cuantos

  • Por: Ulises Redondo C.
  • 23 jun 2017
  • 4 Min. de lectura

No existe ninguna probabilidad de que la izquierda se tome el poder a través de una revolución violenta, tampoco por la vía democrática. Las razones son palmarias: por la primera vía es imposible porque las condiciones objetivas y subjetivas no lo permiten ni lo permitirán, más bien el ejército colombiano ha derrotado militarmente aunque en forma parcial a los grupos subversivos: el M-19, EPL, Quintín Lame, PRT, ELN y FARC.


Por la vía electoral la experiencia demuestra la imposibilidad. La razón subjetiva es que los movimientos de izquierda legal nunca han sido movimientos políticos de masas sino de cuadros, de intelectuales y pseudo intelectuales. Se convirtieron en guetos que copiaron y aplicaron el modelo de dominación capitalista dentro sus estructuras internas y no porque ellos lo quisieran sino porque el modelo jerarquizado, aburguesado y burocratizado es el único paradigma existente que hemos heredado de la civilización occidental. Terminaron transados en luchas intestinas, igual que los partidos de derecha. El canibalismo político, el sectarismo y el dogmatismo son lastres que frustraron, en el pasado, e impiden, hoy, la unidad monolítica de estos movimientos, anclados, hoy en la obsolescencia.



El desprestigio institucional de la izquierda legal indica que en la mente de los colombianos nunca estuvo arraigada una masiva cultura de izquierda.


Pero sigamos la corriente a los loquitos, por un momento. Supongamos que el partido político de las FARC se toma el poder por la vía democrática-electoral, a pesar de ser tener tres o cuatro escaños en el congreso, supongamos aritméticamente que 4 es mayor que 268 congresistas de la derecha. ¿Podrán decretar la revolución? Si así fuera, ¿podrán decretar un modelo económico que no existe, que nunca se ha ensayado en ningún lugar del planeta?, es decir: ¿el socialismo? Lo único probable y posible es el modelo económico capitalista y sus relaciones de mercado. Eso es lo que somos. Es nuestra naturaleza. Está en nuestro ADN.


El “socialismo” es a histórico, solo existe en teoría. Cuando En La URSS gobernada por Mijaíl Gorbachov se impuso La "Perestroika" (reestructuración), acompañada del principio de la "Glásnost” (transparencia, apertura), los intelectuales de izquierda en todo el mundo se referían al “socialismo” “real” para argumentar que allí nunca se había desarrollado la teoría socialista tal como lo preconizaron Marx y Engels. Que lo que se dio allí fue un “socialismo” forzado, artificial. Poco tiempo después, Francis Fukuyama, furibundo ideólogo de derecha expresó lapidariamente: “Es el fin de la historia”. Se equivocó Fukuyama al hablar del fin de algo que nunca existió. No puede haber fin de una historia cuando esta no tiene principio. Sabemos lo que vino después: el desmembramiento de la URSS y la caída del bloque de países “socialistas”.


Supongamos que los tres o cuatro líderes del partido de las FARC tengan el poder de todos los superhéroes juntos y se toman el poder. O se superponen a esta democracia restringida a este espejismo de “libertades” e “igualdades” y derrotan en las urnas a la indestronable, vieja clase política. ¿Y?, ¡ah claro! Además tendrían que tener los súper dones de Mandrake, o las cualidades prestidigitadoras de David Copperfield, el mago más famoso de la historia para sacar debajo del sombrero fórmulas socialistas mágicas.


Nada de eso va a pasar en la Colombia donde la plutocracia controla milimétricamente el aparato armado del Estado, conformada por oficiales y sub oficiales entrenados exhaustivamente en la Escuela de las Américas, en lo relacionado con inteligencia y contrainteligencia y toda la parafernalia en adiestramiento militar para confrontar a los grupos subversivos. También controlan los hilos invisibles de la cacareada democracia y, con rigor, el sistema electoral. Con el poder absoluto en sus manos pueden darse el lujo de permitir pequeñas filtraciones o escisiones a propósito y aparentemente, para mantener la fama de ser el país más “democrático” de este hemisferio.


Cuando otros piensan por nosotros, sobreviene la amnesia colectiva. Observemos lo que ha sucedido con los grupos guerrilleros desmovilizados y sus principales jefes o líderes que se “reinsertaron” a la sociedad civil y a quienes el Gobierno Nacional, en su momento, les otorgó escaños en el congreso.



EL M-19 (Movimiento 19 de Abril). No existe como movimiento. Sólo sobreviven políticamente unos cuantos líderes: Antonio Navarro Wolf y Gustavo Petro.


ALIANZA DEMOCRÁTICA M-19. Convergencia de los desmovilizados M-19, EPL, PRT, QUINTIN LAME, no existe como movimiento político.


EPL (Ejército Popular de Liberación), después de desmovilizado se convirtió en el partido Esperanza, Paz y Libertad, para hacer honor a su sigla. No existe como movimiento político. Ninguno de sus líderes sobrevive en la esfera política.


PRT (Partido Revolucionario de los Trabajadores). No sobreviven, políticamente, ni el movimiento ni sus principales jefes.


QUINTIN LAME. La guerrilla de los indígenas. No sobreviven, políticamente, ni el movimiento ni sus principales jefes.


CORRIENTE DE RENOVACIÓN SOCIALISTA. No sobreviven, políticamente, ni el movimiento ni sus principales jefes.


LA COORDINADORA NACIONAL GUERRILLERA, que tuvo existencia efímera entre 1987 y 1991, donde militaban el M-19, el EPL y el MAQL, sumaron sus fuerzas con las FARC y el ELN dando origen a la Coordinadora Guerrillera Simón Bolívar (CGSB), es un ejemplo palpable de la imposibilidad de llegar a la unidad de izquierda.

Sin embargo, pesar de que nunca existió el socialismo y no hay esperanza que florezca en algún rincón del planeta, razón por la cual se acabó la Guerra Fría entre los EE.UU y la URSS que tenían “polarizado” al mundo. A pesar que, hace 28 años, debido a la caída de la URSS, su posterior desmembramiento y la desaparición del bloque de países “socialistas”; no obstante que se pasó del mundo bi-polar al mundo uni-polar hegemonizado por los EE.UU y su ejército, el más poderoso del mundo, los fantasmas de Fidel Castro y Hugo Chávez y el dantesco híbrido “Castro-Chavismo” siguen siendo los argumentos con los que sientan catedra algunos personajes psicópatas de la política y sus abúlicos seguidores.

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