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Los conciertos en jueves santo

  • Por: Moisés Pineda S.
  • 16 abr 2017
  • 5 Min. de lectura

No dejan de sorprender las creencias elementales que orientan el pensamiento y regulan la conducta de muchas personas, independientemente de sus cargos, responsabilidades, dignidades, credenciales, alamares, charreteras, títulos y diplomas.


Hace muchos años, luego de tres días de caminar entre Turbaco y San Cayetano, llegamos un Viernes Santo a las doce del mediodía a este último lugar, atravesado por un arroyo de aguas, en aquellos días, cristalinas y frías que bajaban de lo alto de la serranía.


Tres días, sin bañarnos fueron suficiente motivación para que aquel grupo de jóvenes de ambos sexos nos lanzáramos a la corriente riendo, gritando y armando tal cotarro que poco a poco vimos llenarse las orillas de niños que, extrañados, nos miraban en silencio. El ambiente era hostil. Nadie hablaba. Ya no reíamos.



Nos fuimos concentrado en el centro del riachuelo mientras más y más gente de mayor edad, se fue abriendo paso entre la muchachada que, muda nos seguía mirando.


De pronto, una de las ancianas gritó: "hijueputas..!!!". Y comenzaron a llover piedras de todos los lados.


Corrimos y corrimos, atravesamos la Troncal del Caribe y nos adentramos en el monte hasta refugiarnos La Poza, en las tierras de Marcelo Angulo.


Ese día, sin quererlo, habíamos roto el mito sobre el que se sostenían la autoridad y el poder de los ancianos que habían dicho a los muchachos, de generación en generación, que si se bañaban un Viernes Santo en el Arroyo, se convertían en pescados, o los pies, las piernas y toda la piel del cuerpo se les llenarían de manchas blancas como la de los Vallenatos, los oriundos Del Valle de Upar en la Provincia de Padilla.


Ni nos convertimos en peces. Ni terminamos caratejos como los viejos habían profetizado.


El mito había terminado, llevándose siglos de autoridad ejercida sobre el miedo y la no verdad.


Han pasado 45 años desde entonces y aún no deja de sorprenderme que lo aciago se explique en la existencia de fuerzas extrañas a la naturaleza que vinculan la ira divina y la expiación del pecado.


Un ilustre cantante de la Provincia de Padilla, que ya no son caratosos como se decía por entonces, ha muerto en un accidente de tránsito viniendo de ofrecer un concierto de Jueves Santo en el Mar de Coveñas para solaz de los millares de vacacionistas que llegan a aquel lugar de sol, mar, playa, licor, drogas y sexo para disfrutar el asueto de La Semana Santa, "signado este año por el fatídico número 13". Dijo uno de los agoreros.


Ninguno de los asistentes al concierto en las Cabañas Viña del Mar, que pagaron locaciones entre tres millones y cincuenta mil pesos para ver, oír y bailar con el merenguero Eddie Herrera, ni el paísa Jorge Andrés Álzate en su periplo por México, Estados Unidos y Colombia, ni el reguetonero Portorriqueño Ñejo "El Broky", ni Manuel Turizo pegando con "Una Lady como tú", ni el Churo Diaz con su fusión de "Nueva Ola" llorona y almibarada del vallenato, podían suponer que aquella noche y madrugada serían las últimas en las que alternarían, que compartirían mesa y tarima con Martin Elias, el hijo pechichón de Diomedes Diaz y el que más se le parecía.


¿Quién podría pensar, razonablemente, que por aquel "festín mundano" sobrevendría un castigo, "una penitencia" y que ella recaería en forma de muerte sobre el cantante vallenato?



Pues, sí. Aunque parezca mentira, sí hay quienes lo piensan y razonan en el sentido de que "Los Dias Santos hay que respetarlos. Por eso son Santos... Aún no creemos en la ira del Señor y, por eso, somos tentadores de su infinita misericordia.... Ya Dios lo tiene en su Santa Gloria... dura penitencia ... Pero, por eso son penitencias..!!! Solo hago ver sobre el respeto que debemos tener por los Días Santos"


Es alucinante, cosa de locos, querer encontrar la expresión de "la ira divina" en lo que le pasó a este artista en quien se continúa la saga de compositores, cantantes y ejecutantes de música de acordeón como Martin Maestre, Patricia Theran y Kaled Morales quienes murieron en fatales accidentes de tránsito en los que se entremezclan el trasnocho, el licor, el mal estado de las carreteras, la imprudencia de los motociclistas, el exceso de velocidad y las prácticas inseguras al conducir o al viajar sin cumplir con los protocolos del caso.


El stress laboral los hace olvidar que las protecciones sobrenaturales no operan cuando un vehículo de 1.800 kilos de peso se desplaza a 80 kilómetros por hora y sufre una desaceleración súbita que parcialmente se convierte en un giro rotatorio. Cuando tal cosa pasa, no es difícil entender lo que le ocurre a un cuerpo que vaya suelto dentro de ese vehículo que se habrá convertido en una caja mortuoria. En un ataúd.


Nunca pensarían en tal posibilidad los empresarios que este año volvían a contratar a Martin Elias y al Churo Diaz con Lucas Dangond que, al igual que Silvestre Dangond, primero con Juancho de La Espriella y luego con Rolando Rocha; que Peter Manjarrez y Sergio Luis Rodríguez; que Alfonso Stummo y Rodrigo Lavalle, que el Grupo Kavras, que Farid Ortiz, que Twister, Andrés Ariza e Iván Villazón, vienen siendo contratados para presentarse, desde el año 2010, en las Instalaciones de Las Cabañas de Viña Del Mar en Coveñas, todos los Jueves Santos. Sin faltar uno solo.


El año antes pasado, Martin Elias, su grupo y El Churo Diaz actuaron como teloneros del reguetonero estadounidense "Arcángel", precisamente en ese megaconcierto de Jueves Santo que se ha convertido en una tradición que moviliza a los turistas que vienen desde las montañas Antioqueñas a estas playas de Sucre que ellos han convertido en una extensión de su territorio sobre el Caribe.


Y es que todos los Jueves Santos, los conciertos y las fiestas abundan en todo El Litoral.


Desde el viernes anterior al de la Semana Santa, cuando se inicia la temporada de vacaciones, los Artistas viajan en sus camionetas blindadas, apresuradamente, entre una y otra ciudad de la Región Caribe, para cumplir un contrato aquí y otro allá.


Viven un frenesí de más de 20 horas de trabajo diario y continuo, que solo se detiene ocho días después, el Viernes Santo, al despuntar el sol de la madrugada.


Así pasó con Martin Elias quién, a pesar de no ser el artista principal, cerraba las fiestas como ocurrió en Coveñas en el 2015 y en este 2017, luego de la actuación de los invitados internacionales, Eddy Herrera o Arcángel.


Según los empresarios promotores del espectáculo, "este muchacho tenía el mismo carisma de su padre".


No solo en lo del tono trovador y campesino contemporáneo que 'El Cacique de La Junta', Diomedes Díaz, había creado para engrandecimiento del folclor guajiro, sino también por su capacidad para mantener a su 'fanaticada', y al público que pagaba decenas, centenas, y a veces más de dos millares, de miles de pesos por entrar un Jueves Santo a Cabañas de Viña Del Mar, a un Salón en Ríohacha, o a cualquier Caseta en todo el país, para participar en el guateque, libando, bailando y consumiendo, hasta cuando clareaban las seis de la mañana del Viernes Santo.


Solo nos falta saber de alguien que crea que la muerte de José David Maestre Hinojosa, tío abuelo de Martín Elías, de 74 años de edad, fallecido el miércoles 12 de abril, a consecuencia del apuñalamiento que le infirieron en las inmediaciones de su finca en El Carrizal, "es una manifestación del castigo divino"; de la venganza de un dios encabronado que le cobró anticipadamente al Viejo Guajiro la cuenta, porque su sobrino nieto, como muchos otros artistas en Colombia y en el Mundo, arman fiestas mundanas en Jueves Santo.

"El Gran Martin Elias" no pudo cumplir el compromiso de asistir al sepelio de uno de los hermanos mayores de su abuela,Mamá Vila, en La Junta, porque el Sábado Santo a él lo estaban velando en La Plaza Alfonso Lopez, en Valledupar.

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