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Con el bacalao a cuestas

  • Por: Moisés Pineda S.
  • 31 mar 2017
  • 3 Min. de lectura

Las convocatorias que hacen recurrentemente, Álvaro Uribe y su Partido Político -el Centro Democrático-, además de hacer evidente la paradójica circunstancia en la que la ultraderecha sea la que le haga oposición política a un gobierno neoliberal, revelan cómo, sucesivamente, Uribe va ajustando su discurso a los cambios que se van dando en los "Estados de la opinión".


Así, si hace algunos meses "la salvación de la familia" le permitió capitalizar a su favor los errores de una Ministra de Educación que resultó no ser ni tan decente, ni tan transparente como se decía, el actuar inoportunamente, sin pudor, sin respeto y sin prudencia unida a la decisión del Presidente de ponerla al frente de un propósito nacional, le permitieron a Uribe repetir la misma estrategia -plagada de engaños, odios, miedos y fantasmas- y ganar con el No.

Aunque pueda ser calificada de una ´hipótesis nula´, creo que no hubiera sido exitoso de no haber sido por las estupideces y equivocaciones del Gobierno Nacional y por las mezquindades de la clase política en las regiones para enfrentar la responsabilidad que le tocaba cuando se convocó el Plebiscito de octubre de 2016.



Empoderado en aquellos resultados, Uribe y su Partido emprendieron una nueva cruzada. El denominativo de ´cruzada´ es literal. En su contenido, dinámica y métodos.


Superados los miedos a los Acuerdos de La Habana, una vez que la guerrilla comenzó a demostrar que aquellos fantasmas agitados por Uribe, Ordoñez, Pastrana y Marta Lucía no eran, y nunca fueron verdad, perdida o menguada la capacidad de movilización de la ´cruzada anti-FARC´, los hechos de corrupción develados por Odebrecht, crearon un nuevo clima de indignación en el ´Estado de la Opinión´ que le sirvió a Uribe de acicate para emprender una nueva convocatoria y movilizar a los colombianos alrededor de su partido. ´La marcha contra los corruptos´.

Pero, cuando los hechos de corrupción comenzaron a enlodarlo a él mismo, a su partido, a su familia y a su acontecer personal y político desde los tiempos de la gerencia de Aerocivil y de la Alcaldía de Medellín, entonces aparecieron las encuestas polimétricas que le permitieron cambiar el sentido, el leiv motiv de su convocatoria en contra de la corrupción.

Así, el llamado fue entonces a una nueva "marcha en contra del gobierno de Juan Manuel Santos". Los bajos índices de popularidad del mandatario y los precarios indicadores de aprobación a su gestión, le entregaron a Uribe una oportunidad que no desaprovechó. Sin embargo, cuando tal motivo languideció. Y una nueva situación se le brinda al señor del Ubérrimo para convocar a la gente a salir a la calle para rodear a su proyecto político.


Ya no es la defensa de la familia. Tampoco es el propósito de meter a la guerrilla de las FARC a la cárcel e impedir que puedan participar en política. Menos aún marchar en contra de una corrupción que a Uribe también lo corroe hasta los tuétanos. Tampoco lo es lo de marchar en contra del gobierno de Santos. Ahora el asunto es impedir que Colombia se convierta en una nueva Venezuela.


Las estupideces que cometen los chavistas, ente otras la invasión a suelo Colombiano y el golpe de estado en contra de la Asamblea Nacional, le caen como anillo al dedo a los propósitos del Señor del Ubérrimo. Y, en esas anda...



Si la lucha contra la corrupción fue la razón para buscar la Paz en los años 1986/1998, si la construcción de Justicia Social y la renuncia a la lucha armada movieron a la opinión pública en favor de la izquierda democrática en 1991 y años ulteriores, no es menos cierto que las estupideces de las FARC en el Caguán y sus derrotas militares y políticas, se convirtieron en el principal lastre para el avance del ideario de la izquierda democrática en Colombia.

Por eso, hoy, sin lugar a duda, ese peso muerto, ese lastre, ese fardo hediondo, que impide el avance de la izquierda democrática, ese ´bacalao a cuestas´ ya no son ni las FARC ni el ELN, sino las imbecilidades del ´Chavismo´ venezolano y las versiones que tiene en algunos sectores de la izquierda colombiana, en las filas y en la militancia de La Marcha Patriótica y en Voces de Paz.


¿Serán capaces los líderes de la izquierda democrática de ´despintarse´, política e ideológicamente de ese régimen estúpido y oprobioso? No lo creo. Y, si lo hacen, ¿serán exitosos en la tarea de conseguir la confianza del electorado? Tengo mis dudas y reservas....


En todo caso, yo no marcharé.

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