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Remando contra la corriente

  • Por: Amykar Acosta M.
  • 5 dic 2016
  • 8 Min. de lectura

Si algo caracteriza el comportamiento de los precios del petróleo es su volatilidad, de allí que la silueta de la curva que lo describe sea lo más parecido a una montaña rusa. No obstante, sin perder esta propiedad, que le es inmanente al mercado en el que se transa el oro negro, desde mediados del 2014 la tendencia sostenida de los precios ha sido hacia la baja. Todo indica que la caída de los precios del crudo llegó para quedarse, que la misma no es coyuntural.


Los precios del crudo de la referencia Brent, al cual está atado el precio de exportación de la canasta de crudos de Colombia, después de caer por debajo de los US$30 el barril a comienzos de este año -su nivel más bajo en los últimos 13 años- tuvo un repunte del 30%, alcanzando un promedio de US$46 el barril en el curso del tercer trimestre de este año, en todo caso US$4 por debajo del mismo período del año anterior.


Uno de los factores, tal vez el principal, que está gravitando sobre los precios del petróleo presionándolos a la baja es la sobreoferta en el mercado, que se enfrenta a una débil demanda por el mismo. De hecho la producción a escala mundial ha crecido 880 mil barriles el último año, empezando por los 14 países que integran la OPEP que alcanzó en octubre de este año la cifra record de 33.64 millones de barriles diarios, 236 mil más que el mes anterior. Concomitantemente, como lo reconoce la misma OPEP, “los inventarios están cerca de máximos históricos en todo el mundo”.



Otro factor que influye determinantemente y que impide una reacción mayor del precio del petróleo es la cotización del dólar, divisa esta en la que se transa en los mercados internacionales. Obviamente la revaluación del dólar frente a las demás monedas le resta poder adquisitivo a estas, desalentando la demanda debido al encarecimiento del crudo para el importador. Y todo indica que el dólar se va seguir apreciando, tanto por la elección de Trump, quien además de anunciar alivios tributarios se propone dar rienda suelta a la inversión en infraestructura, como por la señal que se desprende de las declaraciones de la Presidenta de la Reserva Federal Janet Yellen, en el sentido que podría actuar “relativamente pronto” aumentando las tasa de interés de intervención.


Arabia Saudita cambia de estrategia


Previendo que la sobreoferta puede llegar a ser mayor el año entrante, lo cual seguiría deprimiendo los precios a futuro, Arabia Saudita, que es de facto el líder de la OPEP, cambió abruptamente su estrategia seguida desde el 2014 hasta el mes de mayo de este año y pasó de oponerse a un recorte en los volúmenes de producción de crudo a propiciarla, con el fin de darle un impulso al alza a los precios. Pero, conscientes de que ya la OPEP no controla más allá de un tercio de la producción, la OPEP le pidió a los productores que no tienen su membresía contribuir con una reducción de su producción de 500 mil barriles/día. Por su parte la producción de la OPEP pasaría de 33.2 millones de barriles/día, que fue la producción en agosto a la horquilla entre 33 y 32.5 millones de barriles/día. En un primer momento, ellos, encabezados por Rusia, que no hace parte de la OPEP pero hoy por hoy es el mayor productor con 11.2 millones de barriles/día, por encima de Arabia Saudita, fueron receptivos a dicha propuesta.


Fue así como en el marco del Foro Internacional de Energía que se efectuó en Argelia entre el 26 y 28 de septiembre, en la que participaron exportadores e importadores de crudo, se llevó a cabo una reunión consultiva de la OPEP en donde se arribó a un preacuerdo del que participaron también los productores ajenos al cartel para limitar el bombeo de crudo, el cual deberá ser refrendado el 30 de este mes en la Cumbre de la OPEP en Viena. De concretarse, este sería el primer recorte de la producción con el fin de detener la caída del precio del crudo desde 2008.



Empero, no será fácil consensuar en el seno de la OPEP el compromiso de cerrar el grifo para reducir la producción de los países miembros, amén de la larga historia de los incumplimientos de las cuotas de producción acordadas. Sólo compromisos concretos y verificables de las reducciones convenidas a prorrata podría recobrar la confianza perdida. De otra parte, cuando ya estamos en vísperas de la Cumbre, desde Moscú el Ministro ruso de Energía Alexander Nóvak se mostró dispuesto a congelar su producción, que está al tope de su potencial, pero no a reducirla, al considerar que al hacerlo en la práctica sería un “recorte” con respecto a sus proyecciones. Otros países, como Irán, Irak, Libia y Nigeria, que son sus socios, se muestran reticentes a hacer lo propio, razón por la cual Arabia Saudita se ha concentrado en asegurar el apoyo al interior de la OPEP, para luego persuadir a los restantes.


Irán, tercer productor mundial de crudo, acaparaba una cuota del 13% antes de las sanciones de las cuales fue objeto, las mismas que fueron levantadas en enero de este año. Ahora aspira a que se le permita recuperarla. De hecho su producción aumentó 200 mil barriles/día en octubre con respecto al mes anterior, para redondear los 3.92 millones de barriles/día, 230 mil barriles más del estimativo que tenía la OPEP. Por su parte Libia, que llegó a producir antes de la caída de Gadafi 1.6 millones de barriles/día, que ha duplicado su producción en un corto tiempo, pasando de 350 mil barriles/día a 551 mil barriles/día había manifestado su consentimiento para reducir su producción en el mes de octubre, pero ahora se retracta y se propone llegar a los 900 mil barriles/día antes de finalizar este año.



El caso de Kazajistán, el país centroasiático que posee el 3% de las reservas mundiales de petróleo y que no hace parte de la OPEP, es patético. Kashagan es el mayor hallazgo de petróleo del mundo y como afirma su Ministro de Energía Kanat Bozumbáyev, desde allí se empezó a bombear crudo “hace tan sólo un mes. No planeamos limitar su producción debido a los muchos inversores que invirtieron aquí…no podemos imponer un límite a la producción de petróleo. Es prematuro”. Este campo está siendo operado por el consorcio Norte Caspio Cooperativo, conformado por siete empresas (KazMunayGas, Eni, ExonMobil, Royal Dutch Shell, Total, la Corporación de Petróleo de China e Inpex. ¿Quien los pone de acuerdo para limitar los volúmenes de producción? Por ello, fue enfático en advertir que no van a detener sus planes de expansión de la producción.


Se aleja la posibilidad de un reequilibrio del mercado


Y de llegarse a confirmar el acuerdo en la Cumbre para sacrificar parte de la producción, ello no garantiza que se vaya a reequilibrar el mercado de los crudos y se vaya a revertir la tendencia a la baja de los precios, porque el tiro les puede salir por la culata, ello ya sucedió en el pasado. Como lo afirma el analista Michael Tran “la OPEP estaba tratando de apuntalar el precio del petróleo, pero sin querer ayudó a los productores estadounidenses”, refiriéndose a la reactivación del fracking para extraer crudo de yacimientos no convencionales, gracias a los mejores precios.


Según Daniel Yergin, Vicepresidente de IHS Markit. “las empresas de perforación estadounidenses, que son ágiles y veloces, le han quitado parte del poder a la OPEP…Ahora hay mucho más petróleo que no es de la OPEP”. Y para rematar la llegada de Trump a la Casa blanca les dará un respiro a las petroleras que tendrán en él al defensor que ha sido de su actividad, sin miramiento alguno. Lo dijo con toda claridad en una conferencia sobre fracking, “producir más energía estadounidense es una parte central de mi plan para que EEUU vuelva a ser rico…Voy a eliminar las restricciones sobre la energía estadounidense y permitir que esta riqueza llegue a nuestras comunidades”.



A guisa de ejemplo, se conoce su apoyo incondicional a la construcción del oleoducto Keystyone XL entre Canadá y EEUU, el mismo que el Presidente Obama vetó por razones ambientales. Más claro, el agua! Huelga decir que el “umbral” del dolor que sacaba del mercado al Shell Oil por razones de costo de extracción de crudos de yacimientos no convencionales se redujo ostensiblemente, al punto que, según la firma de investigación Wood Mackenzie, los más eficientes pueden llegar a ser comerciales a un precio de US $20 el barril. La mayor producción proveniente de estos terminó por anular el efecto de un recorte en la producción en los yacimientos convencionales, máxime cuando ya en estos se ha empezado a utilizar también la técnica del fracking, aumentando la productividad y la producción de los campos petroleros en explotación.


En concepto de Roberto F. Aguilera, investigador en Curtin University (Australia), y Marian Radetzki, profesor en Lulea University of Technology (Suecia), “si el petróleo convencional en el mundo es capaz de beneficiarse de las técnicas aplicadas en el shale y el fracking, como ha hecho EEUU, la producción aumentará en otros 20 millones de barriles al día para 2035…Estos incrementos de la producción están obligados a producir una fuerte presión sobre los precios”. Uno de los primeros beneficiados con esta nueva onda en la industria petrolera se la extracción de petróleo en aguas ultraprofundas.


La industria petrolera se reinventa


Dicen los analistas de JBC que “la industria del petróleo ha sido criticada con frecuencia por ir a la cola a la hora de aplicar la tecnología a sus procesos. Esto ha comenzado a cambiar”. La caída de los precios del petróleo ha despertado la creatividad de las empresas y, además de los nuevos desarrollos tecnológicos, se ha esmerado también en introducir cambios en los procesos y en la operación.


Es así cómo se han ingeniado la simplificación y estandarización de las operaciones con miras a reducir costos. La simplificación y estandarización de las operaciones ha llevado a muchas empresas al extremo que desde las válvulas hasta las bobina, todo se homologa en aras de reducir costos. En EEUU está en boga la receta descrita por la Statoil como “tres pozos por el precio de uno”, de tal suerte que un mismo equipo se utiliza para perforar varios pozos contiguos y así abaratan los costos operativos de su actividad, a tal punto que el costo de extracción de un barril de crudo lo han reducido, increíblemente, hasta los US $10. Las perspectivas para la industria petrolera, entonces, no son las más halagüeñas, tanto en el corto como en el mediano plazo, como ya lo habíamos advertido cuando apenas comenzaba el año.



Del petróleo puede predicarse que está en medio de una transición de un cambio de época, desde aquella en la que la mayor preocupación de la comunidad internacional fue por décadas la proximidad del “pico petrolero” vaticinado por el geofísico estadounidense M. King Hoover, al que, según la Agencia Internacional de Energía (AIE) se había llegado en el 2006, a partir del cual era inexorable la declinación de las reservas petroleras. Hoy, en cambio, el debate gira en torno a la fecha en la que la demanda mundial por petróleo llegará a su clímax, a partir del cual caerá en picada sin remedio.


Según las proyecciones del Consejo Mundial de Energía el 2030 marcará ese hito, estimando que para entonces la demanda se ubique entre 94 millones de barriles/día y 103 millones de barriles/día, después de haber alcanzado los 93 millones de barriles/día el año pasado. Todas estas predicciones se cayeron de su peso con la irrupción del fracking en los EEUU, de modo que se puede aventurar que la demanda por petróleo empezará a caer mucho antes que se llegue al nuevo “pico petrolero”. De acuerdo con Simón Henry, Director financiero de la petrolera Royal Dutch Shell, “la demanda alcanzará su nivel máximo antes que los suministros…Y ese pico comenzará entre 5 y 15 años a partir de hoy y será impulsado por eficiencia y sustitución”.


Por ello, no ha faltado quien sostenga que la decisión de la OPEP de recortar la producción, después de producir hasta el 94% de su potencial, para tratar de contener la caída de los precios del petróleo puede llegar a ser tardía. Es claro, entonces, que la OPEP está remando contra la corriente, puesto que ni se va a reducir la producción ni se va a reactivar la demanda de crudo.

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