Premio Nobel de la Paz para el Presidente Santos
- Redacción Acta diurna
- 7 oct 2016
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El Presidente de Colombia, Juan Manuel Santos, ha sido galardonado con el Premio Nobel de la Paz 2016 por «sus esfuerzos para poner fin la guerra civil de más de cincuenta años en el país, una guerra que ha costado la vida a por lo menos 220.000 colombianos y desplazado a seis millones de personas», anunció este viernes en Oslo (Noruega) la presidenta del Comité, Kaci Kullmann Five. Según el Comité que lo otorga el fallo es «un homenaje al pueblo colombiano que, a pesar de todos los abusos sufridos, no ha perdido la esperanza de lograr una paz justa y a todas las partes que han contribuido a este proceso de paz».
A pesar de que se consideraba que la opción de Colombia estaba desestimada por la no ratificación de los acuerdos de paz en el referénndum del pasado domingo, el Comité noruego ha reconocido los esfuerzos del Presidente Santos y el sufrimiento del pueblo colombiano y trata con este premio de animar a que el proceso de paz continúe. El Instituto del Nobel de Noruega recibió en el presente año una cifra récord de nominados, 376, de los que 228 correspondían a personas a título individual y 148 a organizaciones. Aunque la lista de nominados se mantiene en secreto durante 50 años, según las normas de la Academia, siempre se conocen algunos de los nombres por las filtraciones de quienes promueven su candidatura: ganadores de otras ediciones, parlamentarios, gobiernos y profesores universitarios, entre otros. Así se ha podido saber, que entre los candidatos, estaban desde Donald Trump hasta el equipo femenino de la Federación Ciclista de Afganistán, pasando por los artífices del Acuerdo Nuclear de Irán o el Papa Francisco. El pasado año, el Nobel, al que muchos consideran el «premio más prestigioso del mundo», recayó en el Cuarteto Nacional para el Diálogo de Túnez, una institución formada por sindicatos, empresarios, abogados y organizaciones de derechos humanos que trabajan por fortalecer la democracia en el país africano. El Comité valoró su «decisiva contribución a la construcción de una democracia pluralista en Túnez en el despertar de la Revolución de los Jazmines». Desde que se creó en el año 1901, ha habido 129 premiados, en 26 ocasiones ha ido a parar a organizaciones, dos veces se ha repartido entre tres galardonados, lo han recibido dieciséis mujeres y ha sido declarado desierto diecinueve veces, la última en 1972. Tan solo uno de los laureados, el vietnamita Le Duc Tho, negociador del armisticio de la guerra de Vietnam, lo rechazó en 1973, un premio que debía compartir con Henry Kissinger, secretario de estado norteamericano del presidente Richard Nixon. La ganadora más joven fue la paquistaní Malala Yousafzai que lo recibió con diecisiete años, en 2014.

El Nobel de la Paz, dotado con ocho millones de coronas suecas (830.000 euros) más un diploma personal y una medalla, será entregado el próximo 10 de diciembre, fecha en la que murió Alfred Nobel, en el Ayuntamiento de Oslo. Es el único de los premios que se otorga en Noruega y no en Suecia, por voluntad expresa de Nobel que, tal vez, confió en la independencia del Parlamento Noruego (Storting) y en sus esfuerzos para resolver conflictos a través de la mediación y el arbitraje. Más de un siglo después de su muerte, sigue siendo el Storting quien nombra a los cinco miembros del Comité que eligen al ganador, que, según dejó escrito Alfred Nobel en su testamento debe ser alguien que «haya hecho más y mejor trabajo por la fraternidad entre las naciones, por la abolición y la reducción de los ejércitos y por mantener y promocionar los congresos de paz». El Nobel, combustible adicional para la paz tambaleante Si bien hace años eran repetidas (en broma y en serio) las alusiones a que Juan Manuel Santos ganaría el Premio Nobel de Paz, esta madrugada, cuando esa especie se convirtió en realidad, la noticia cayó como un golpe sorpresivo en el país. Porque ocurre para rematar los doce días más trepidantes y paradójicos en el anhelo nacional por acabar con 52 años de conflicto armado interno con las Farc. El 26 de septiembre delegados del mundo entero asistieron en Cartagena a la gala que aparentemente le ponía fin a esa confrontación; seis días más tarde –contra todo pronóstico— la votación popular mayoritaria rechazó ese acuerdo y hoy, la comunidad del Nobel le otorga al presidente el mayor reconocimiento posible, por no detenerse en su empeño. Así, la decisión se convierte en un enorme espaldarazo al acuerdo entre el Gobierno de Colombia y la guerrilla de las Farc. Pues el comité otorgante decidió el galardón no a espaldas de la división de opiniones en el país, sino justamente conociéndola, pidiendo que se hagan las cosas necesarias para rescatar el acuerdo y reconociendo el esfuerzo de Santos, quien el domingo en la noche respetó el resultado en las urnas y llamó de inmediato a los contradictores para seguir en el camino hacia una “paz estable y duradera”. “Hay un riesgo real de que el proceso de paz se paralice y de que estalle de nuevo la guerra civil, lo que hace todavía más importante que todas las partes, encabezadas por el presidente Santos y el líder de la guerrilla de las Farc, Rodrigo Londoño, mantengan el respeto al alto el fuego”, dijo el portavoz del Comité del Nobel al anunciar al ganador.
El mensaje no puede ser más claro. Está diciendo que lo más importante para sacar al país de su conflicto interno es que haya decisión política para ello. El Nobel juzga la voluntad de Juan Manuel Santos de iniciar ese proceso, casi de inmediato tras asumir su primer gobierno; de haberla mantenido todos los años siguientes en medio de dificultades y su determinación de esta semana de no acabarlo, sino de intentar salvarlo pese a la derrota del Sí en el plebiscito. Incluso, la declaración oficial hace mención explícita a que el Premio también incluye la actitud de los colombianos, en especial la de las víctimas de la guerra interna, por mantener la esperanza en la paz y por participar en las actuales conversaciones. Santos, al hablar con el vocero de la organización del Nobel de Paz, articuló esas circunstancias, por lo que recalcó también la importancia de que todos los habitantes del país estén de acuerdo en la forma como debe firmarse una paz definitiva con la guerrilla de las Farc. No menos significativo es que el Nobel haya recaído en el jefe del Gobierno, pero no en sus contrapartes en el diálogo ni en otros actores de este proceso o de los del pasado. Es casi una costumbre del Comité incluir en sus premios a los dos o más protagonistas de un esfuerzo similar –por lo que en este caso los rumores decían que sería compartido entre Santos y el comandante de las Farc, Rodrigo Londoño—, de manera que, al mencionar solo al primero de ellos, ha dado un concepto bastante claro de que lo juzga el principal promotor de la iniciativa de paz. De manera que los demás hemos quedado obligados: ‘Timochenko’ y las Farc a no pararse de la mesa pese a las nuevas circunstancias, los voceros del No a entregar verdaderas soluciones para rescatar el proceso, los voceros del Sí para repetir el esfuerzo que terminó al Acuerdo y los colombianos del común a mantener la esperanza y a manifestar el deseo de que no se reinicie el conflicto con las armas. Un Nobel obliga, eso es imposible de discutir. AGENCIAS.
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