El fantasma de la guerra del Líbano sigue en la frontera diez años después
- Elías Benarroch
- 13 jul 2016
- 6 Min. de lectura

Diez años después de una guerra que dejó al descubierto el Talón de Aquiles de Israel y con Hizbulah empantanado en Siria, el Ejército israelí no cree que el brazo armado del movimiento chií vaya a embarcarse en una nueva aventura militar, si bien la tensión fronteriza es constante. "La calma es relativa, en cualquier momento todo puede dar un vuelco. En realidad estamos ante una 'calma engañosa' porque lo que ocurre es que el Ejército tiene ahora un efecto disuasorio y Hizbulah está ocupado en Siria", dice el teniente coronel Moshé Dangor, comandante de uno de los sectores fronterizos con Líbano más sensibles. Desde lo alto del acantilado de Manara, en el extremo norte del llamado Dedo de la Galilea, Dangor apunta a las pequeñas aldeas libanesas y recuerda uno tras otro los distintos incidentes armados que han tenido lugar en la zona a lo largo de los últimos años. Ninguno tuvo la capacidad explosiva de la operación que el brazo armado de Hizbulah lanzó en la mañana de hoy, tras un bombardeo de posiciones militares a lo largo de la frontera, un comando chií se adentró en Israel, mató a 3 soldados y capturó a otros 2 sin que nadie se percatara en más de 45 minutos. Una incursión israelí para tratar de recuperar a los soldados Ehud Goldwasser y Eldad Regev -cuyos cadáveres fueron canjeados en 2008- se encontró con una emboscada que costó la vida a otros 5 militares, desencadenando masivos bombardeos a ambos lados apenas 16 días después de un suceso similar en Gaza. La guerra duró 34 días y causó la muerte de más de 1.100 libaneses, al menos dos tercios civiles, y 165 israelíes, de estos medio centenar de civiles.
La guerra siria Hizbulah está implicado en otros conflictos de la región, ello tranquiliza y preocupa a Israel, pues a la vez que no molesta adquiere experiencia de combate La masiva destrucción de barrios chiíes en Beirut y otras ciudades -provocando un éxodo masivo- no tenía precedente, como tampoco la paralización del tercio norte de Israel a raíz de los miles de cohetes y morteros disparados por Hizbulah. Había comenzado una nueva era en la región: la de una mutua disuasión, circunstancia a la que Israel no estaba acostumbrada. "Fue la primera vez en casi cuatro décadas que ciudades enteras israelíes se veían bombardeadas, con cientos de miles de personas en los refugios y sin que el Ejército pudiera poner fin a la lluvia de cohetes", explica Shlomo Aviv, vecino de uno de los plácidos moshav (cooperativa agrícola) en la zona fronteriza. Alrededor de 4.000 cohetes impactaron en suelo israelí, decenas en la ciudad portuaria de Haifa, algunos tan lejos como Hedera, en el límite del corazón financiero del país. En las cinco semanas de guerra, un cuarto de millón de israelíes fueron evacuados de sus casas y un millón pasó largas horas, a veces días enteros, en los refugios. Diez años después, las pastorales escenas de la Galilea superior, con sus boscosos montes y pequeñas aldeas de tejados suizos, consiguen engañar a cualquier visitante, pero no a los residentes: el fantasma de una guerra con más vencidos que vencedores sigue para ellos tan presente como entonces. "No es que hayamos tenido paz estos diez años. Cuando no es un grupo es otro, pero cada cierto tiempo nos atacan y muere algún soldado", subraya Lior, hijo de Aviv. Desde entonces, el estado de alerta es permanente en todas las brigadas fronterizas, que no dejan de prepararse para salir airosos del campo de batalla, y no con una tormenta de críticas como en 2006, cuando la falta de preparación israelí fue más que evidente y provocó indirectamente las dimisiones del ministro de Defensa y del jefe del Estado Mayor. "Hoy nuestra preparación es mucho mayor. Hemos mejorado mucho en nuestra capacidad para defender las fronteras y todo es muy distinto por la capacidad tecnológica", explica a Efe el teniente coronel Eli Sojolosky, jefe de la Escuela Naval de Oficiales. La Marina es uno de los ejércitos más reforzados por la nueva necesidad de proteger reservas de gas natural en aguas del Mediterráneo, pero no el único. El otro es el cuerpo de defensa antiaérea, que desde 2011 cuenta con las baterías Cúpula de Hierro, probadas con notorio éxito en la guerra de Gaza de 2014 pero no frente a la más poderosa Hizbulah. "Hizbulah está adquiriendo en Siria una gran experiencia de combate y contra eso nos prepararnos constantemente porque en el otro lado siempre existe la motivación de atacarnos", dice Dangor. La particularidad del sector bajo su mando -reconoce- está en que "aquí cualquier suceso puntual tiene el potencial de provocar un cambio sistémico" en toda la frontera, como ocurrió aquel dramático 12 de julio de 2006. Diez años después hay instaurada una guerra fría Diez años después del conflicto de 2006 entre Hizbulah e Israel, el grupo chií libanés, que ha visto fortalecido su papel en la región, y Tel Aviv, más estable que nunca en su frontera norte, parecen haberse decantado por mantener una guerra fría, en lugar de lanzarse a una nueva contienda armada. Desde entonces, las acusaciones, los roces e incluso los enfrentamientos de baja intensidad se han repetido de manera periódica, aunque sin llegar a desbordarse como ocurrió dos décadas atrás. Hizbulah ha acusado a Tel Aviv de asesinar a varios de sus líderes en Siria, como Imad Mugnie, en un ataque aéreo en Damasco en la noche del 19 de diciembre de 2015, o Mustafa Badredin, el pasado 13 de mayo en una acción similar. En respuesta al asesinato de Mugnie, Hizbulah mató, el 28 de enero de 2015, a dos soldados israelíes en el sector de las granjas de Chebaa, con un misil. Israel respondió con un bombardeo la zona fronteriza, pero ambas partes se abstuvieron de lanzar más ataques. Asimismo, son frecuentes los secuestros de pastores en la zona fronteriza, por parte de Israel, así como las continuas violaciones del espacio aéreo libanés. A pesar de ello, el analista militar y general jubilado Charles Shihan descartó rotundamente que pueda haber una nueva guerra entre Israel y Hizbulah. "Hizbulah, que salió fortalecido de la guerra de 2006, rinde en la actualidad un gran servicio a Israel, incrementando el conflicto entre suníes y chiíes" en Oriente Medio, señaló a Efe Shihan. Además, el general estimó que el conflicto de hace diez años "permitió a Hizbulah hacerse con el control político del país", como demostró forzando la caída del Gobierno de Saad Hariri en enero de 2011, tras la retirada de diez ministros chiíes. "Israel ganó asimismo la guerra y tiene interés en que Hizbulah controle el Líbano, ya que su frontera norte, gracias a la presencia del ejército libanés y de las Fuerzas de la ONU (FINUL), es la más tranquila, mientras que los combatientes del grupo chií están comprometidos en las guerras regionales", agregó. Según él, "Israel desea una guerra de cien años entre suníes y chiíes", por eso cree que el Líbano no volverá a sufrir un conflicto bélico similar al de 2006. "Para bailar se necesitan dos e Israel está interesado en que Hizbulah continúe combatiendo en los países de la región", concluyó. De una opinión similar es el exministro, economista e intelectual libanés Georges Corm, que indicó que el conflicto de 2006 "permitió a Hizbulah consagrar su importancia estratégica a nivel regional y local, en especial en la guerra siria, y en la protección de las fronteras libanesas". El antiguo miembro del Gobierno descartó también una nueva guerra entre Israel y el grupo chií. "No pienso que Israel se exponga a una nueva guerra. Además, las sanciones estadounidenses contra Hizbulah no van a disminuir sus capacidades", agregó Corm, que aludió así a los castigos económicos previstos por el Acta para la Prevención de la Financiación Internacional del grupo chií. Además, el economista destacó los retos a los que se enfrenta el Líbano, "en especial la presencia de más de millón y medio de refugiados sirios, las presiones que se ejercen sobre él a causa de la guerra en Siria y de los takfiríes (extremistas suníes)". A pesar de ello, continuó Corm, "el país continúa funcionando. Incluso se ha logrado la reconciliación entre suníes y alauíes (secta a la que pertenece el presidente sirio Bashar el Asad) en Trípoli (norte del Líbano)", agregó en alusión a las más de veinte rondas de enfrentamientos que tuvieron lugar en esa ciudad. Sin embargo, para el analista y profesor universitario Hyllat Mallat, "la historia ha demostrado que nadie puede involucrarse en muchas guerras al mismo tiempo". Por ello, añade, hay que ver cómo evolucionan los acontecimientos en Oriente Medio, cuyos Estados están en descomposición. "Es incontestable que hay más división en el mundo árabe e Israel trata de hacerla aún más profunda, sobre todo posponiendo el proceso de paz árabe-israelí", destacó. Asimismo, considera que "Líbano pagó un precio muy caro por la guerra y quiere la paz", ya que, además, "atraviesa en la actualidad un periodo de frágil estabilidad y nadie tiene interés en que las cosas se degraden por el momento". Para Mallat, es importante que la comunidad internacional colabore en la búsqueda de una solución para los conflictos regionales para así encontrar un desenlace al problema de armamento del grupo chií. EFE.
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