Entre quimbas y huevos: las quimbas
- Por: Moisés Pineda salazar
- 22 jun 2016
- 3 Min. de lectura
A la salida de la Conferencia que presentaba el Embajador de Colombia en Cuba, Gustavo Bell Lemus, acerca del Caribe, sus redes de ciudades y el futuro de la Región, en el salón de Conferencias del Teatro Amira De La Rosa, un periodista adscrito a un medio radial nacional, buscaba conseguir que el diplomático entregara algunas declaraciones acerca de los que, en aquel momento, eran los últimos sucesos en Medellín sobre el Proceso de Paz que se negocia en la Habana. - “El Presidente de la República ha dicho que si no triunfa el Sí en el plebiscito, entonces las FARC harán la guerra en las ciudades.” El Embajador Bell, curtido en estas lides con los medios de comunicación y conocedor, como pocos funcionarios del Gobierno Nacional, acerca de los intríngulis de las negociaciones con un grupo insurgente, al que se aproxima por segunda vez, muy amablemente declinó entregar declaraciones sobre algún tópico referido al proceso de Paz. El desconcierto del periodista se sumaba al del otro colega jubilado, que había sido subalterno del embajador Bell cuando fue director de ´El Heraldo´ y que, igualmente, le había solicitado en el cierre de su conferencia, una opinión acerca del pensamiento que sobre el medio ambiente podría estar inspirando a la dirigencia de una guerrilla a la que debía conocer muy bien pues la primera vez le había tocado lidiarla, como Vicepresidente y Ministro de Defensa del Gobierno de Andrés Pastrana y, ahora, como Embajador en el País sede de las negociaciones. Las condiciones de sigilo y de confidencialidad que le imponen su condición de Agente del Gobierno, nos privan de sus opiniones.
Probablemente las conoceremos cuando, pasado el Rubicón, nos las cuente en sus memorias. Y, como “a falta de pan buenas son tortas”, fuimos abordados Edgar Rey Sinning y yo que, no habiendo a quién más preguntar, hube de asumir el deber de decir algo. Y, lo dije. A medida que pasan los días, me convenzo de que fue apropiado haber abordado el asunto desde dos dimensiones. La primera, desde la dimensión de la comunicación política que es el campo en el que podemos establecer relaciones entre atributos y significados que dan forma a la estructura de intención, comunicado y efectos causados. La segunda es del campo de la ética, en el que se valora la correspondencia entre lo que se comunica y la verdad. Asertividad y Veracidad. Frente a lo primero, dije que los códigos utilizados y los contextos en los que se dieron los hechos: una situación de polarización política, un escenario internacional, una intención de generar confianza inversionista, dan para percibir que el Presidente Santos “estaba trayendo una razón” cuyo destinatario era la opinión pública y que había asumido la “vocería de su contraparte”, la guerrilla. Se podría concluir, entonces, y no sin razón, que aquello fue una “metida de quimbas”, como lo dijo Antonio Navarro; una metida de patas, o la manifestación de “las verdaderas intenciones de las FARC” y “una prueba de que Juan Manuel Santos está al servicio de las FARC y le está entregando el país al castrochavismo”, como lo han propalado voceros de la extrema derecha. Frente a lo segundo, ¿qué hay de novedoso en lo dicho por el Presidente Santos en relación con la capacidad de la guerrilla colombiana de actuar en el espacio urbano? Parece que ya olvidamos la ocasión en la que instalaron un artefacto explosivo en el paquetero de un almacén de propiedad del entonces Gobernador Alejandro Char. Parece que olvidamos el operativo en el que secuestraron a once diputados de la Asamblea del Departamento del Valle, en Cali.
Parece que ya no recordamos el “tatucazo” con el que “se estrenaron” al Gobierno de Álvaro Uribe Vélez, cuando el artefacto que impactó la fachada del Palacio Presidencial fue disparado desde el mismo Centro de la Ciudad de Bogotá.
Parece que ya olvidamos lo que ocurrió con el Club El Nogal en la Capital del País.
Parece que nos hemos vuelto amnésicos y no recordamos la capacidad demostrada por el ELN y las FARC en lo que se refiere al control de las periferias de Bogotá y Cali, no solo en lo que hace al accionar político y a la organización de una base social, sino también al control de los accesos desde zonas como el Sumapaz y Yumbo.
Parece que habrá que recordar las tomas guerrilleras de Tumaco, la situación de Mitú, Puerto Saldaña, Granada y otras que nos ahorramos de reseñar pues lo aquí anotado es prueba fehaciente de que la guerrilla colombiana tiene capacidad para actuar en las ciudades. Luego, el Presidente Santos, aunque metiera las quimbas no ha dicho mentira alguna.
¿Cómo entender esto en las circunstancias propias de una Jefatura de Estado?
En esa oportunidad ofrecí, y ofrezco, una interpretación que el paso de los días va demostrando que es acertada.
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