Manual del perfecto concesionario (II)
- Por: Moisés Pineda
- 12 may 2016
- 2 Min. de lectura
Tercera Lección: Haga que el precio de la Empresa baje.
Usted debe lograr que el propietario o tenedor de la empresa o concesión, desee salir lo más pronto posible de aquel "teatro de operaciones" totalmente minado, recibiendo lo que Usted quiera darle por ayudarlo a quitarse de encima el "chicharrón"
En las previas de un proceso de enajenación, venta o cesión de una empresa o concesión, las tensiones entre el público y la empresa de Servicios Públicos en crisis, suelen ser amplificadas por los medios de comunicación, por los actores políticos y por los líderes de opinión.
Con eso, el "desespero inducido" puede llevar a la contraparte, estatal o privada, a cometer más de un error de apreciación como el que significó el pésimo cálculo de los tiempos para negociar en un universo de cambios tecnológicos que llevaron a creer que, en el caso de la Empresa Municipal de Teléfonos de Barranquilla, se estaba negociando una plataforma tecnológica obsoleta (líneas conmutadas) y no un mercado real y potencial de usuarios de servicios de telecomunicaciones y telemáticos.
Igual sirve ese clima exasperado, para buscar las mejores condiciones al momento de estimar el valor de los activos y el de los pasivos. El valor de la empresa o de la concesión a pagar.
Los primeros a la baja, los segundos al alza.
Cuarta Lección: Quédese con la parte del león.
El socio privado debe quedarse ejerciendo el monopolio estatal con las ventajas de un mercado imperfecto, sin tener que cumplir, ni suplir en sus obligaciones las que le corresponden al Estado.
Quedarse con los activos, estimando su valor al menor de los precios posibles y entregar al Socio estatal la obligación de cubrir los pasivos, fue una condición en la negociación que se hizo valer, no solamente con el caso de la Empresa Municipal de Teléfonos de Barranquilla, sino también con la Electrificadora del Atlántico, con las Empresas Públicas Municipales y con las subsidiarias de los concesionarios privados cuando, cumplido el cometido con el que fueron creadas o mantenidas para fragmentar la negociación, se da la necesidad de proceder a absorberlas y liquidarlas.
Así, hoy nos encontramos con el hecho de que la ahora participación minoritaria del socio público, en quien se radicó la obligación de cubrir los pasivos laborales y los pensiónales, no alcanza para poder percibir las utilidades o participaciones económicas, suficientes, para cubrir los costos de las nóminas de pensionados.
En cambio, para el socio privado, accionista mayoritario, son los subsidios destinados a los más pobres.
Así, desagregan el mercado para negociar las concesiones, para apropiarse de los subsidios y para calcular las tarifas que cobran.
En cambio, unifican la logística de su operación para reducir así los costos de producción.
De esta manera, finalmente, amplifican exorbitantemente sus utilidades porque también es suya la infraestructura que soporta la plataforma tecnológica del servicio público.
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