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Visita de Obama inspira optimismo en los cubanos

  • Foto del escritor: Redacción Acta diurna
    Redacción Acta diurna
  • 1 may 2016
  • 4 Min. de lectura

El jueves comenzó mal para Lázaro Martínez, quien se gana la vida tocando el trombón para los turistas que vienen al famoso Malecón de La Habana. La policía sacaba a los peatones para permitir filmar con un helicóptero el más reciente capítulo de la serie de películas "Fast and Furious". El Malecón estaba vacío, pero a Martínez no le importaba. "Yo no pensé nunca que yo iba a ver las cámaras de Hollywood pasando por delante de mí", declaró. Añadió: "Éste es el principio de lo que dijo Obama en Cuba... poco a poco se nota el cambio... si no viniera Obama a Cuba, no hubiesen pasado esto". Más de un mes después de que los cubanos recibieron con entusiasmo al presidente Barack Obama, el gobierno comunista tiene dificultades para tratar de atenuar el estallido de optimismo. En la mañana del 22 de marzo, Obama declaró desde el Gran Teatro de La Habana Vieja que "vine a enterrar los últimos vestigios de la Guerra Fría en las Américas". Pidiendo más libertad de expresión y elecciones democráticas, Obama dijo a los cubanos, en vivo por la televisión, que "es hora de construir un futuro juntos". Al día siguiente, el presidente Raúl Castro vio un juego de béisbol junto a Obama y cordialmente se despidió de él en el aeropuerto. Entonces, días después del silencio oficial, el gobierno comenzó a mostrar un discurso más duro. Fidel Castro, quien entregó la presidencia a su hermano en el 2008, escribió un editorial de 1.500 palabras, aclarándole al hombre al que sarcásticamente llamó "el hermano Obama" que "no necesitamos que el imperio nos regale nada". El canciller Bruno Rodríguez fue más allá, al decirles a miembros del Partido Comunista el 19 de abril que fue "una visita en la que hubo un ataque a fondo a nuestra concepción, a nuestra historia, a nuestra cultura y a nuestros símbolos". El ambiente político cubano parecía estar volviéndose más hostil. Pero pocas personas entrevistadas en la capital esta semana parecían dispuestas a aceptar la línea oficial de que Obama es sólo la máscara de los intereses corporativos estadounidenses que desean volver a colonizar a Cuba. "La respuesta que dio aquí es del gobierno, no es la opinión del pueblo", dijo Barbara Ugarte, que tiene una pequeña tienda de artículos para fiestas en el centro de La Habana. Ugarte vio el discurso de Obama el 22 de marzo y lo consideró un augurio de que las cosas podrían cambiar en el país, donde pequeños empresarios como ella viven innumerables frustraciones tratando de administrar un negocio. Añadió que la dura retórica oficial la ha distanciado más de los líderes cubanos que de Obama. "Con el gobierno no veo que vaya a haber grandes cambios. No veo que se abran, quieren apretar. Estamos todavía muy cerrados", expresó. "No te dejan vender, no me dejan sacar una licencia de importación, no cambiamos", agregó. Otras personas se mostraban más optimistas, afirmando que las medidas tomadas por el gobierno después de la visita de Obama demuestran que está dispuesto a normalizar relaciones, aun cuando al mismo tiempo le advierte a su propio pueblo que Washington sigue siendo una amenaza. El jueves pasado, el gobierno redujo los precios de artículos básicos como pollo y aceite para cocinar que se venden en pesos convertibles, una moneda 25 veces más fuerte que el peso cubano en que la mayoría de los cubanos reciben sus sueldos. La medida logró bajar los precios de algunos productos. Al día siguiente, Cuba derogó la prohibición a la llegada al país de ciudadanos que llegan por barco, y anunció que levantará la prohibición sobre viajes en buques privados. Para Yolanda Mauri, una programadora de computación de 26 años de edad, todo es parte de una ola de optimismo que invadió la isla tras la visita de Obama, tanto que ella ahora desea empezar una familia y conseguir un buen trabajo en Cuba en vez de emigrar a Estados Unidos como han hecho muchas de sus amistades. "Hace dos años en Cuba no se podía pensar ni en el 30% de las cosas que han pasado ya. Para poco tiempo han pasado muchas cosas, hay una visión optimista, es evidente", indicó. Sin embargo, dijo estar en desacuerdo con el argumento del gobierno de que la visita de Obama es un ataque al país. "Mantener esa posición es ir en contra del proceso de normalización. Yo no voy a intentar acercarme a tí si yo mantengo la perspectiva que tú sigues siendo mi enemigo. Es el discurso tradicional de antes", expresó. Los hechos en el terreno le están dificultando al gobierno cubano tildar a Estados Unidos y al capitalismo mundial de amenazas para los valores cubanos. El Primero de Mayo en Cuba se celebrarán marchas en conmemoración del Día Internacional de los Trabajadores. Veinticuatro horas más tarde llegará al país el primer crucero estadounidense en más de medio siglo, augurio de lo que se espera será una nueva era de transporte masivo desde Estados Unidos. En el verano comienzan a llegar los vuelos directos desde el norte. El martes, el Paseo de La Habana estará cerrado al tráfico vehicular y será convertido en una gigantesca sala de exposición para productos de la marca francesa Chanel. Para muchos cubanos leales al comunismo, la visita de Obama no es una traición al pasado sino parte de la transformación de un país a uno que necesita inversiones extranjeras e ingresos del mercado mundial, mientras el Estado mantiene su control sobre industrias básicas y le sigue garantizando a la ciudadanía el acceso gratis a la atención médica y la educación. "Yo no veo que hay ninguna contradicción, estamos conscientes de que esas relaciones y esos vínculos llevan implícitos sus peligros, pero son necesarios para el país", estimó Esteban Morales, miembro del Partido Comunista, economista y experto en ciencias políticas. AP.

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