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El efecto Macri en Venezuela y Colombia

  • Foto del escritor: Redacción Acta diurna
    Redacción Acta diurna
  • 2 dic 2015
  • 5 Min. de lectura


El presidente de Venezuela Nicolás Maduro se referió recientemente a lo que pasaría en el caso de que la oposición llegase a obtener la mayoría en la Asamblea Nacional en las elecciones del 6 de diciembre:“Nosotros no entregaríamos la revolución y… gobernaríamos con el pueblo en unión cívico-militar”, dijo. Como buen , Nicolás Maduro se apresuró a aclarar que todo eso lo haría con “la Constitución en la mano”. Al presidente se le olvidó comentar el pequeño detalle de que la Constitución no contempla un Gobierno “cívico-militar” ni la posibilidad de desconocer los resultados electorales. De lo que no se olvidó fue de pronosticar que prácticamente si perdía lo que se avecinaba era una guerra civil en venezolana. Pero que gobierno no va a ganar las elecciones inhabilitando y encarcelando a los líderes de la oposición, con el poder electoral y judicial nombrado por él y con la mayoría de los medios de comunicación de su lado. Pero a pesar de todas estas cuantiosas ventajas, Maduro siente pasos de animal grande.


El chavismo esta desesperado por generar la atmosfera política que necesitan para dar el giro a las encuestas, en las que en su mayoría los muestra como los grandes perdedores de la siguiente jornada electoral. Pero la estrategia no esta fácil. Primero, en argentina ha perdido radicalmente su socia Cristina Fernández, segundo, ya no tienen como pelear con Colombia porque el presidente Juan Manuel Santos no le ha salido a la arena y, tercero, Cuba su aliado de nacimiento esta normalizando relaciones con Estados Unidos.



Venezuela es como el hermano gemelo de Colombia, todo lo que ocurra allí se sentirá acá. Por lo que Santos no quiere prestarse para el sembrar el terror que sin duda atornillará el gobierno chavista. Por más que se intente separar la realidad política de Venezuela con la de Colombia, en la práctica es complejo. Es así como en territorio colombiano llega todo lo bueno y lo malo del vecino país.

La derecha radical en el mundo como a la izquierda radical terminan siendo lo mismo, agrupaciones con lideres que se exceden en su poder, lo que los convierte en una democracia deformada, una dictadura. Lo hemos visto repetidas veces en la derecha, pero ahora es el turno de la izquierda fundamentalista de América Latina. Al mejor estilo de 2001 en el que fueron derribadas las Torres Gemelas en Nueva York, se construye en el mundo nuevamente la matriz del miedo. La perfecta atmósfera de temor que permite que los radicales de alguno de los extremos ganen para garantizar protección y la seguridad anhelada; y esta es la apuesta de Maduro. El ¡si se puede! En Venezuela es hoy más fuerte que nunca y el hecho de que en Argentina la oposición le haya ganado al poder peronista que durante 12 años gobernó, revive el entusiasmo en el oposición venezolana y sienten que su momento se acerca.


El nuevo jefe de la OEA duda de la limpieza de los próximas elecciones:



Por otro lado, la Organización de Estados Americanos (OEA) parece estar despertando y su nuevo secretario general, Luis Almagro, ha enviado una carta de 18 páginas a Tibisay Lucena, la jefa del Consejo Nacional Electoral (CNE), documentando las irregularidades y abusos gubernamentales que tolera de modo complaciente y cómplice el organismo que ella —una conocida simpatizante del régimen— supervisa desde 2006.


Almagro concluye que las elecciones del 6 de diciembre “no están garantizadas al nivel de transparencia y justicia electoral que usted desde el CNE debería garantizar”. Afirmaciones gravemente delicadas para cualquier país que promueve vivir en democracia. El nuevo jefe de la OEA también se atrevió a condenar el asesinato de un líder opositor, lo cual generó la inmediata y sofisticada reacción del estadista venezolano: “Almagro es una basura, con el perdón de la basura”.

Carta en la que Luis Almagro responde a Nicolás Maduro:

“Hoy, a una semana del acto electoral del 6D vuelvo a hacer un pedido en favor de la paz y de poner fin a la violencia en Venezuela. Los insultos y la impunidad, venga esta de donde venga, no pueden ser la respuesta a un clamor nacional e internacional de igualdad de derechos y justicia electoral. No es ser basura, señor presidente Nicolás Maduro condenar el asesinato de un político y hacer un llamado a detener ya la violencia en curso en el país, o decir que ''la muerte violenta de toda persona es un hecho execrable que nuestra conciencia no puede admitir. El asesinato de un militante político, además, nos deja a todos más vulnerables, señala que somos todos víctimas reales, no solamente potenciales". Basura sería sostener lo contrario. Igualmente, no es basura decir que “el asesinato de un dirigente político es una herida de muerte a la democracia, y una sucesión de hechos de violencia política en un proceso electoral es la muerte de mucha democracia”. Tampoco lo es, hacer referencia “a otros ataques realizados contra otros dirigentes políticos en una estrategia que procura amedrentar a la oposición” y que "en realidad, el temor llega a la sociedad entera y estremece a toda la comunidad internacional". Inseguridad y miedo no pueden dominar la campaña: Y si no le consta, señor presidente de todos los venezolanos, el miedo y la inseguridad de la oposición, entonces debería escucharlos para que se lo digan directamente. Pido solamente que cada militante y cada estudiante -de la filiación política que sea- puedan salir a expresarse en paz política y socialmente, y pueda estar seguro de volver tranquilo a su casa; que cada político, desde el mejor al peor, sean protegidos, estén a salvo de cualquier atentado por el motivo que sea. Ser basura sería pedir y querer lo contrario. No es ser basura, pedir al Gobierno actuar ya, pedir el cese de toda violencia; pedir “transformar la contienda electoral en una fiesta y no en un ejercicio de fuerza, violencia y miedo”; pedir "las garantías más absolutas para todos". Serlo sería no reclamar esos derechos. Desarmar grupos civiles armados, un imperativo cívico: No es ser basura pedir “restablecer el clima de paz y el respeto a las leyes inmediatamente”, ni querer ponerle fin a "los discursos cargados de amenazas, de pronósticos oscuros y a desarmar a cualquier grupo civil armado, especialmente aquellos que dependen del Gobierno o del partido de Gobierno". Y me petición se refiere especialmente a estos últimos, porque supongo y espero que tenga influencia y poder sobre ellos, señor presidente. En cualquier caso, al país le haría bien despojar a la política de las armas y de la delincuencia. No es basura señalar que "no debe haber un muerto más, no debe haber una amenaza más", que es "hora de ponerle fin al miedo", que "cada muerto en Venezuela duele hoy en todas las Américas". Serlo sería ser indulgente con la muerte violenta, con las amenazas, con las razones del miedo; ser basura sería que no dolieran los muertos de Venezuela. Cada muerte nos debe doler, se llame Eleazar Hernández o Pablo Sussoni, Génesis Arguisone o casos del pasado como el de Robert Serra y su pareja, o Eliezer Otaiza, o el más reciente, Luis Manuel Díaz, que murió en un acto de campaña. Que los principios no nos separen: Y sobre el caso de Luis Manuel Díaz es urgente -por la naturaleza de crimen político- una investigación del asesinato, y que esa investigación aporte conclusiones irrefutables, igual que es necesario investigar y resolver los casos pendientes de los 43 asesinados en las manifestaciones del pasado u otros casos todavía no resueltos. Eso brindaría seguridad. Espero que estos principios, señor presidente, no nos separen y me pongan a mí de un lado y a Usted del otro. Y esta respuesta de hoy, no la hago para ponerme a salvo de los intentos de insultarme, Pero prefiero escuchar argumentos. Me importa la felicidad y la paz de su pueblo. Y deseo, además, que el pueblo venezolano alcance su felicidad durante su mandato, porque la felicidad de los pueblos “no admite la menor demora”, como tampoco sus causas, en el sentido original de la frase del general José Gervasio Artigas.” OLA POLITICA.

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